INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
DEVOCIÓN DE LOS CINCO PRIMROS SÁBADOS DE MES
La Santísima Virgen, en el
año 1917, se aparece en Fátima, Portugal a tres humildes pastorcitos de 10, 9 y
7 años: Lucía, Francisco y Jacinta y les da una serie de mensajes proféticos.,
entre ellos la Devoción al Inmaculado Corazón de María.
Desde muy antiguo la Santa
Iglesia, ha considerado el sábado un día dedicado a intensificar la devoción
Cristiana a la Santísima Virgen, Madre de Dios y nuestra amantísima Madre. Mucha
gente consagraba el primer sábado del mes a la Virgen por esta intención y para
reparar por las blasfemias y ultrajes en contra de ella por parte de los
pecadores y de los falsos maestros.
ORIGEN DE LA DEVOCIÓN
Mensaje del 13 de junio de
1917 en Fátima (2da. aparición)
Cuenta Lucía en sus
“Memorias” que, al ver a la Virgen María ese día, le pidió que los llevara al
cielo con Ella.
La Santísima Virgen le
respondió con palabras llenas de amor y de gran importancia para todos
nosotros:
– “Si, a Jacinta y a
Francisco me los llevo pronto, pero tú te quedas en el mundo un tiempo más
porque Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar.
Él quiere establecer en el
mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado.
A aquellos que abracen esta
devoción les prometo la salvación y serán predilectas de Dios estas almas, como
flores puestas por Mi para adornar su trono”.
– “¿Y me quedo yo sola?”
preguntó con tristeza Lucía.
– “No, hija, yo nunca te
abandonaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá
hasta Dios”.
ANUNCIOS DE MARÍA AL MUNDO
Mensaje del 13 de julio de
1917 en Fátima (3ra. aparición)
Por designio divino la
Santísima Virgen da al mundo, a través de los pastorcitos, una serie de
mensajes proféticos que se han ido cumpliendo a su debido tiempo:
–el fin próximo de la
primera guerra mundial (1914-1918),
–la caída de Rusia en manos
del comunismo ateo con todas sus nefastas consecuencias, la venida de la segunda
guerra mundial, etc.
Del tercer secreto de
Fátima, dos de sus partes se refieren a la serie de anuncios hechos al mundo de
los que sólo están por cumplirse fundamentalmente dos:
– por un lado la conversión
de Rusia, hoy a todas luces dándose y,
– por el otro, María nos
dice algo realmente esperanzador: “Finalmente, Mi Corazón Inmaculado
triunfará”.
Y esto va a suceder porque
Dios lo quiere así.
LUCÍA PIDE AUTORIZACIÓN PARA
DAR A CONOCER ESTA DEVOCIÓN
Mensaje del 17 de diciembre
de 1927 en Tuy, España
Lucía cuenta que fue esa
noche junto al Sagrario a decirle a Jesús como debía contestar la pregunta que
le habían hecho:
“¿El origen de la devoción
al Corazón Inmaculado de María estaba incluido o no, en el secreto que la
Santísima Virgen le había confiado?”.
Jesús, con voz clara, le
hizo oír estas palabras:
“Hija mía, escribe lo que te
piden; y escribe también todo cuanto te reveló la Santísima Virgen en la
aparición en que habló de esta devoción.
En cuanto al resto del
secreto, continúa en silencio”.
LA COMUNIÓN REPARADORA DE
LOS PRIMEROS SÁBADOS
También en la aparición del
13 de julio la Virgen María le dijo a Lucía:
“Vendré a pedir la comunión
reparadora de los primeros sábados”.
MARÍA CUMPLE LA PROMESA DE
LOS CINCO SÁBADOS
Mensaje del 10 de diciembre
de 1925 (Pontevedra, España)
En este día María cumple la
promesa hecha a Lucía, quien nos lo cuenta así:
“Ese día estando en mi
habitación en Pontevedra, España, se me apareció la Santísima Virgen y, al
lado, como suspendido en una nube luminosa, el Niño.
La Santísima Virgen me ponía
la mano sobre mi hombro derecho y, al mismo tiempo, me mostraba un corazón cercado
de espinas que tenía en la mano.”
Entonces dijo el Niño:
“Ten compasión del corazón
de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos le
clavan continuamente sin que haya nadie que haga un acto de reparación para
arrancárselas”.
Y en seguida dijo la
Santísima Virgen:
“Mira, hija mía, mi corazón
cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con
blasfemias e ingratitudes, tú, al menos, procura consolarme y di que:
Todos aquellos que durante
cinco meses seguidos, en el primer sábado, se confiesen y reciban la Santa
Comunión, recen el Santo Rosario y me hagan 15 minutos de compañía meditando en
los misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirlos
en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación”.
DIFICULTADES PARA CONFESARSE
EL MISMO SÁBADO
Mensaje del 15 de febrero de
1926 (Pontevedra, España)
Ese día se le aparece de
nuevo el Niño Jesús y Lucía le habla de las dificultades que algunas personas
tenían para confesarse los días sábados, preguntándole si no podía valer la
confesión dentro de los ocho días.
–Jesús le respondió:
“Sí, puede ser, y hasta de
muchos más días, con tal que, cuando me reciban, estén en gracia y tengan la
intención de desagraviar al Corazón Inmaculado de María”.
Ella preguntó:
“-¿Jesús mío, y los que se
olviden de poner esta intención?”
– Jesús le respondió:
“Pueden ponerla en la
confesión siguiente, aprovechando la primera ocasión que tuvieren para
confesarse”.
POR QUÉ SON CINCO LOS SÁBADOS
Mensaje del 29 al 30 de mayo
de 1930 (Tuy, España)
Cuando Sor Lucía refería a
su confesor el pedido de la Virgen, éste le dijo: ¿Por qué 5 y no 9 como los
primeros viernes, o 7 como los dolores de la Virgen?
Cuenta Lucía que estando en
la Iglesia con el Señor en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930 y hablando con
Él de dicha pregunta, se sintió de manera imprevista invadida más íntimamente
de la presencia divina y he aquí lo que le fue revelado:
“Hija mía, el motivo es el
siguiente: son cinco las principales clases de blasfemias cometidas contra el
Inmaculado Corazón de María:
1) Las blasfemias contra la
Inmaculada Concepción
2) Las blasfemias contra su
Virginidad
3) Las blasfemias contra su
Maternidad Divina, negándose al mismo tiempo reconocerla como Madre de los
hombres.
4) Las blasfemias de
aquellos que públicamente tratan de infundir en los corazones de los niños la
indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia esta Madre Inmaculada.
5) Las ofensas de aquellos
que la ultrajan directamente en sus Sagradas Imágenes”.
“He aquí el motivo por el
cual el Corazón Inmaculado de María me ha sugerido pedir esta pequeña
reparación y en consideración a Ella, conmover mi misericordia para perdonar a
las almas que han tenido la desgracia de ofenderla”.
RESUMEN
A- Promesa de María:
Asistirnos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la
salvación de nuestra alma.
B- Condiciones: Durante 5
primeros sábados de mes seguidos:
1- Confesarse (dentro del
plazo anteriormente mencionado)
2- Recibir la Santa Comunión
en Gracia de Dios
3- Rezo del Santo Rosario
4- Meditación durante 15
minutos de los misterios del Rosario (uno o más)
C- Importante: Recordar que
debemos realizar la Confesión, la Comunión, el rezo del Santo Rosario y la
meditación de los misterios en REPARACIÓN POR LOS PECADOS QUE SE COMETEN CONTRA
EL CORAZÓN INMACULADO DE MARIA.
ESPÍRITU DE REPARACIÓN
Todos estos actos de la
devoción, deben hacerse con la intención de reparar las ofensas cometidas en
contra del Inmaculado Corazón de María.
Aquellos que la ofenden
cometen una ofensa doble: ofenden a su Divino Hijo, y ponen en peligro su
salvación.
Esta reparación pone énfasis
en nuestra responsabilidad hacia los pecadores que no oran y no hacen
reparación por sus pecados.
Esta devoción nos presenta
una responsabilidad social y nos recuerda que para ir a Dios debemos amar a
nuestros semejantes y tratar de salvar sus almas.
También nos enseña una forma
excelente de hacerlo, a través del espíritu de reparación al Inmaculado Corazón
de María.
Hay quienes se preocupan de
que se les puede olvidar en cada uno de los cinco sábados ofrecer por la
intención de reparación.
Pero esto se puede evitar
haciendo la resolución de ofrecer esta reparación desde el primer sábado que se
empieza.
“Dios mío yo creo, adoro,
espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, y
no te aman” (el Ángel a los pastorcitos de Fátima)
IMPORTANCIA DE ESTA DEVOCIÓN
En febrero de 1926 se le
apareció el Niño Jesús preguntándole si había difundido la devoción a su
Santísima Madre.
Lucía le contó las
dificultades que tenía en llevar a cabo esta misión. Jesús le respondió que con
su gracia bastaba.
En Fátima, la Virgen misma
desea recomendar esta devoción, especificando “cinco primeros sábados
consecutivos” enriqueciendo esta práctica con la promesa de salvación.
En última instancia, es Dios quien es ofendido
por cada pecado. Por esta razón, es Dios también quien es el objeto último de
cada acto de reparación de los cristianos.
Nosotros no podemos
comprender propiamente el mensaje celestial dado en Fátima en este punto
esencial de reparación si no lo hacemos reparando directamente al Inmaculado
Corazón de María.
Es nuestro Señor mismo quien
nos dice:
“Ten compasión del Corazón
de tu Santísima Madre.
Está cercado de las espinas
que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un
acto de reparación para sacárselas”.
La predestinación de María
en su Maternidad Divina, su colaboración activa en toda la obra de redención,
su misión de ser madre espiritual de toda la Iglesia y de cada persona redimida
por la preciosa sangre de Cristo, constituye una de las leyes básicas de la
divina providencia para la aplicación efectiva de la redención en cada alma.
Por lo tanto, la devoción a
su Inmaculado Corazón debe ser intensificada y extendida.
Consecuentemente quien
ofenda a nuestra Madre, ya sea por blasfemia, por negación de su grandeza en su
misión de corredención, o por tratar de despreciar la devoción a Nuestra Señora
en la Iglesia o en las almas, al mismo tiempo ofende a Dios y a Su Providencia.
Un cristiano que comprende
cuan vil son este tipo de ofensas trata de hacer reparación intensificando su
devoción personal y sus esfuerzos para que el Reino del Corazón de María se
establezca.
Así responde el amor.
Ambos aspectos de la
reparación cristiana: primero directamente a Dios y subordinadamente al corazón
de María, son manifestaciones complementarias de una misma realidad y un mismo
espíritu.
FRUTOS DE ESTA DEVOCIÓN
En toda verdadera devoción a
Nuestra Señora (y la devoción a su Inmaculado Corazón es expresión perfecta de
la verdadera devoción) hay siempre una invitación efectiva a regresar los
corazones a Cristo Salvador.
Cuando se trata de aquellos
que han perdido la gracia, es una llamada a la conversión, a la vida de gracia
y a la salvación eterna.
Cuando se trata de almas que
viven en la gracia de Dios, la verdadera devoción a María, les da un fuerte
impulso por avanzar por la vía de santidad y crea en ellos un espíritu de
apostolado cristiano.
Esta es una ley constante en
la vitalidad de la Iglesia.
Ya sean Instituciones
Marianas, Santuarios Marianos, movimientos y peregrinaciones Marianas, siempre
han sido una llamada irresistible desde el corazón maternal de María, a un
regreso de estas almas a Cristo.
La práctica de los cinco
primeros sábados en reparación, corresponde a este nuevo capitulo de la
santificación y de la eterna salvación de los redimidos.
PROMESA DE SALVACIÓN
Aquellos que practiquen esta
devoción de los cinco primeros sábados, Nuestra Señora prometió:
“Yo os asistiré a la hora de
vuestra muerte con las gracias necesarias de salvación”.
Ella no promete la salvación
eterna, sino las gracias necesarias para la salvación.
Hay muchos testimonios de
almas que son especialmente devotas del Corazón de María, que reciben un
conocimiento del cielo de que la hora de su partida está cerca. No es
precisamente un anuncio de la muerte, pero si una nueva y gentil preocupación
por recibir con más dignidad los sacramentos, con una intención mas pura en
todas sus acciones y se intensifica la caridad y la dedicación al apostolado.
El Corazón de María va
perfeccionando las almas de sus hijos hasta llegar a su encuentro decisivo con
su Divino Salvador.
¡Inmaculado Corazón de
María, sed la salvación del alma mía…. y del mundo entero!
El inmaculado corazón de María su historia y significado
La devoción al Inmaculado
Corazón de María, junto con la del Sagrado Corazón de Jesús, fue promovida por
San Juan Eudes en el siglo 17.
El Papa Pío VII y Pío IX
sugirieron su celebración como Purísimo Corazón de María. En 1944, el Papa
Pío extendió esta devoción a toda la Iglesia fijando la celebración del
Inmaculado Corazón de María el 22 de agosto, ocho días después de la Asunción.
Con la renovación litúrgica,
se le restó importancia a esta fiesta para dársela a las principales fiestas
marianas y, se cambió la fecha para un día después de la fiesta del Sagrado
Corazón de Jesús.
San Juan Eudes, decía que el
Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas y
excelencias que la adornan y que la hacen estar por encima de todas las
creaturas; por ser hija predilecta de Dios Padre, madre muy amada de Jesús
y esposa fiel del Espíritu Santo. Y que ese santísimo Corazón de María es
fuente de todas las virtudes que practicó.
También San Antonio María Claret,
fundador de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, profesó un inmenso
amor a esta advocación. Quiso que sus misioneros, salieran por todo el
mundo extendiendo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Fue un profeta de
Fátima, porque en Fátima la Virgen personalmente nos manifestó que Dios quería
salvar al mundo, por medio de su Inmaculado Corazón.
La fiesta del Inmaculado
Corazón de María sigue a la del Sagrado Corazón de Jesús. El corazón expresa y
es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el
Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la riqueza de esa vida
interior de la Virgen: “María conservaba estas cosas en su corazón”
El corazón de María conservaba
como un tesoro el anuncio del Ángel sobre su Maternidad divina; guardó para
siempre todas las cosas que tuvieron lugar en la noche de Belén, o la adoración
de los pastores ante el pesebre, y la presencia, un poco más tarde, de los
Magos con sus dones,… y la profecía del anciano Simeón, y las preocupaciones
del viaje a Egipto.
Más tarde, el corazón de María
sufrió por la pérdida de Jesús en Jerusalén a los doce años de edad, según lo
relata San Lucas en el evangelio de hoy. Pero María conservaba todas estas
cosas en el corazón….
Jamás olvidaría los
acontecimientos que rodearon a la muerte de su Hijo en la Cruz, ni las palabras
que le oyó decir: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Y al mirar a Juan ella
nos vio a todos nosotros. Vio a todos los hombres. Desde aquel momento nos amó
con su Corazón de madre, con el mismo Corazón que amó a Jesús.
Pero María ejerció su
maternidad desde antes que se consumase la redención en el Calvario, pues Ella
es madre nuestra desde que prestó su colaboración a la salvación de los hombres
en la Anunciación.
En el relato de las bodas de
Cana, San Juan nos revela un rasgo verdaderamente maternal del Corazón de
María: su atenta disposición a las necesidades de los demás. Un corazón
maternal es siempre un corazón atento, vigilante.
La devoción al Corazón de
María no es una devoción más. Nos lleva a aprender a tratar a nuestra
Madre con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a
sus madres en todo momento: no sólo se dirigen a ellas cuando están en
gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que le salen al
paso. Las madres les ayudan a resolver los problemas más insignificantes. Y
ellas – las madres – lo han aprendido de nuestra Madre del Cielo.
Hoy queremos encontrarnos con
María, con nuestra madre. Si recurrimos confiados a ella, ella nos va a decir
qué debemos hacer y sentiremos su amor por nosotros. Ese mismo amor que Jesús
tiene por cada uno de nosotros. y ella nos dirá que nos quiere, que nos quiere
con toda su alma.
Pidamos a Dios que preparó en
el Corazón de María, una morada digna al Espíritu Santo, que haga que nosotros,
por intercesión de la Santísima Virgen lleguemos a ser templos dignos de
su gloria.
Los corazones de Jesús y María
son representados de esta manera, iluminados, ardiendo con las llamas del amor,
para ilustrar su amor divino por la humanidad.
El Inmaculado Corazón de María
lleva además de las llamas del amor divino, símbolos del camino que purificó su
corazón. Las siete heridas y la espada que lo traspasa son referencias bíblicas
a los sufrimientos que soportó como madre de Jesús.
Representa además sus alegrías
y sus tristezas, sus virtudes y perfección, y su amor virginal por Dios el
Padre, su amor maternal por Jesús, el Hijo y su amor compasivo por todos los
seres humanos. Las rosas blancas representan la pureza de su corazón.
Conexión a las escrituras
La
imagen de la espada que traspasa su corazón representa la profecía que le fue
dada a María en el Templo durante la presentación de Jesús de que su corazón
sería traspasado por una espada.
Ya que a
María se le relaciona con las menciones de la sabiduría en el antiguo
testamento, el fuego de su inmaculado corazón representa esta cualidad divina.
Se le
relaciona también con el Evangelio de Juan que presenta a María al pie de la
cruz durante la crucifixión de Jesús. San Agustín explicó esto como la
aportación de María a la redención de la humanidad por medio de la caridad, una
cualidad de su corazón inmaculado.
Consagración
al Sagrado Corazón de María
Oh Corazón
Inmaculado de María, por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de Jesús,
eres la escuela viviente de total consagración y dedicación a Su Corazón.
En tu
Corazón, Oh Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin divisiones, al
Corazón de Jesús; a obedecerle con diligencia y exactitud; servirle con
generosidad y a cooperar activa y responsablemente en los designios de Su
Corazón.
Deseamos
consagrarnos totalmente a tu Corazón Inmaculado y Doloroso que
es el camino perfecto y seguro de llegar al Corazón de Jesús. Tu Corazón, es
también refugio seguro de gracia y santidad, donde nos vamos liberando y
sanando de todas nuestras oscuridades y miserias.
Deseamos
pertenecer a tu Corazón, Oh Virgen Santísima,
sin reservas y en total disponibilidad de amor a la voluntad de Dios, que se
nos manifestará a través de tu mediación maternal.
La virtud
de esta consagración, Oh Inmaculado Corazón,
te pedimos que nos guardes y protejas de todo peligro espiritual y físico. Qué
nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu como arde tu Corazón.
Que unidos
a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo para el mundo, y ungidos
por el poder del Espíritu Santo, seamos instrumentos para dar a un mundo tan
árido y frío, el amor, la alegría y la paz del Corazón de Jesús.
Inmaculado
Corazón de María
María,
Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que
arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y
que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La
Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al
Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones
de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
La
Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su
Madre.
Por
ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María. Esto
se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera
consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al
domingo del Corpus Christi.
Santa
María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor
maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que
nos ayude a conformarnos con su Hijo Jesús.
Venerar
su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico
sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes.
Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás.
El
Corazón de Nuestra Madre nos muestra claramente la respuesta a los impulsos de
sus dinamismos fundamentales, percibidos, por su profunda pureza, en el
auténtico sentido. Al escoger los caminos concretos entre la variedad de las
posibilidades, que como a toda persona se le ofrece, María, preservada de toda
mancha por la gracia, responde ejemplar y rectamente a la dirección de tales
dinamismos, precisamente según la orientación en ellos impresa por el Plan de
Dios.
Ella,
quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a
esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda
de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que
exige el encuentro pleno con Dios Amor.