viernes, 10 de marzo de 2017

MARÍA EN LA IGLESIA


La Virgen María



Madre de Jesús. Los evangelios sólo aportan, respecto a María, los datos fundamentales y algunas anécdotas. Consta que antes y después del nacimiento de Jesús vivió en Nazaret, pequeña ciudad de Galilea, y que, según la ley, estuvo casada con el artesano San José, descendiente de la casa del Rey David. María acompañó a Jesús de Nazareth durante su ministerio de un lugar a otro, junto con las mujeres que le acompañaron desde Galilea y los "cuatro hermanos de Jesús": Santiago, José, Simón y Judas, hijos de María y Cleofás.
Tanto María como los cuatro hermanos fueron rodeados de una atmósfera de veneración que siguió en aumento, puesto que María cumplía de modo convincente las condiciones propias de los ciudadanos del reino. Como ejemplo del recuerdo que los primeros discípulos conservaban de María se encuentran las palabras que se colocan en boca de Isabel: "Bienaventurada tú que has creído" (Lc. 1,45). Tiene también un recuerdo vivo la frase de San Lucas: "María conservaba todos esos recuerdos, meditándolos en su corazón" (Lc. 2, 19).
María estuvo al pie de la cruz y fue testigo de la resurrección. Su mención en el cenáculo (Act. 1,14) junto con los doce apóstoles, las demás mujeres y los "hermanos de Jesús", es el inicio de una presencia viva y constante en el seno del cristianismo primitivo. La comunidad de Jerusalén honró también a María como "Madre del Señor", título con el que hacían participar a María de la gloria de Jesús e iniciaban con ello el proceso de reflexión teológica en torno a lo que ha venido a llamarse "las glorias de María".
Desde el punto de vista de la fe cristiana, la figura de la Virgen María tiene una relevancia singular y creciente a lo largo de los siglos. Por lo que se refiere al Antiguo Testamento, la tradición ha señalado numerosos textos en los que se encuentran anuncios proféticos sobre María. Un pasaje que ha tenido suma trascendencia es la profecía del Emmanuel (Is. 7,14). En ella el profeta Isaías anuncia como signo divino el alumbramiento por parte de una doncella (hebrero almah y griego parthénos), en el que la iglesia ve el anuncio de la Madre del Mesías y de su virginidad.
En el Nuevo Testamento, las narraciones de la infancia de los Evangelios de San Mateo y San Lucas recogen las enseñanzas acerca de la concepción virginal y el nacimiento de Jesús, transmitidas en la primitiva comunidad cristiana. Narra San Mateo que María concibió virginalmente al Mesías, cumpliéndose así la profecía del Emmanuel. "Habiendo concebido por obra del Espíritu Santo, da a luz (continúa diciendo el envangelista) a un hijo a quien se pone por nombre Jesús, Salvador" (Mt. 1, 20-25).
En San Lucas la concepción virginal y la maternidad mesiánica y divina de María se describen en el marco narrativo de la Anunciación como obra del Espíritu Santo (Lc, 1, 26-35). San Lucas presenta a la Virgen como figura central del evangelio de la infancia, unida, por tanto, al nacimiento de Cristo; y vuelve a subrayar su presencia en los hechos de los apóstoles al narrar la vida naciente de la iglesia. San Juan Evangelista describe su presencia en Caná, interviniendo activamente en el primero de los milagros realizados por Jesucristo, y al pie de la cruz.
Algunos autores cristianos reflexionaron sobre la significación de María en el conjunto del misterio de la salvación y en su relación con Cristo, su hijo. Así, San Ignacio de Antioquía (siglo II) indagó en el misterio de Jesús nacido de María, mientras que San Justino defendió la concepción virginal de María y San Ireneo propuso un paralelismo entre las figuras de Eva-María y Adán-Cristo.
También a mediados del siglo II aparecieron unos textos apócrifos (como el Protoevangelio de Santiago) donde se contaba la vida de María, desde la de sus padres Joaquín y Ana hasta después del nacimiento de Jesús. En otros textos (Transitus) se explicaba la muerte de María y su asunción en cuerpo y alma a los cielos.
Desde los siglos IV-V se consideró a María como el modelo perfecto de fe y santidad a imitar por las vírgenes cristianas, según la doctrina previamente elaborada por los grandes doctores de la Iglesia (San Atanasio, San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín de Hipona). En el año 431, el Concilio de Éfeso reconoció a María como Madre de Dios, confirmando así la creencia de muchos fieles que ya desde mucho antes intercedían ante ella.
Para los Padres de la Iglesia era un tema de discusión la perpetua virginidad de María y su santidad personal. Progresivamente llegó a imponerse la idea de una virginidad "antes del parto, en el parto y después del parto" y de una total exención de pecado. La perpetua virginidad quedó definida en el concilio de Letrán (649 a.C.) y en la epístola dogmática del papa Agatón (680 a.C.). El concilio de Trento, por su parte, sancionó en 1547 su total exención del pecado.
Después de siglos de discusión entre las escuelas, la Iglesia fue llegando a la conclusión de que María había sido redimida en atención a los méritos de Cristo, pero que, desde el primer instante de su ser, se había visto libre de la mancha original. Éste es el dogma de la Inmaculada Concepción definido por Pio XI en 1845. En la bula Munificentissimus Deus, Pio XII definió en 1950 el dogma de la glorificación o Asunción, según el cual María fue asumida en cuerpo y alma al cielo después de su muerte sin conocer la corrupción del sepulcro.


Aclaraciones para los hermanos separados: Los católicos y la Virgen María


¿Por qué los católicos adoran a María? Solamente se debe adorar a Dios.
Primero que nada, hay que decir que los católicos no adoramos a la Virgen María. El culto que le profesamos no es adoración, puesto que ésta corresponde únicamente a Dios. Los católicos veneramos a Santa María, porque Ella es la mujer a quien Dios escogió para que fuera la Madre de Cristo. Es decir, María no es una persona cualquiera, es la Madre del mismo Dios. Recordemos el pasaje de la visitación:
"Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno. »" (Lc 1, 41-42)
Isabel llama a María "Bendita tú entre las mujeres", y la llama de este modo por inspiración del Espíritu Santo, del cual se llena luego de escuchar el saludo de María. Y la Virgen misma dice en los siguientes versículos:
"Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada." (Lc 1, 46-48)
María es bienaventurada por el hecho de haber sido escogida por Dios para llevar al Salvador en su seno, y por ello los católicos la hemos llamado así durante "todas las generaciones". El respeto y veneración que le profesamos los católicos a la Santísima Virgen tiene, por lo tanto, bases bíblicas sólidas.
María no es madre de Dios, es solamente madre de Cristo. No puede ser madre de Dios porque Dios es infinito y eterno, y María no.
Isabel, en el pasaje de la visitación, llama a María "La madre de mi Señor" (Lc 1, 43). Ciertamente, el Señor es Jesús, quien es Dios mismo. Si aceptamos que María es verdadera y real madre del Señor Jesús, entonces Ella es, por tanto, verdadera y real Madre de Dios, puesto que el Señor Jesús es Dios mismo. Pretender que María es madre "solamente" del cuerpo físico del Señor es absurdo. El Señor Jesús es una persona completa. Pretender separar su divinidad y su humanidad es absurdo, y es una herejía conocida como nestorianismo, que dice que hay dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina (el hijo de Dios) y otra humana (el hijo de María). La herejía fue condenada y la doctrina aclarada en el Concilio de Éfeso en el año 431.
Lógicamente, la divinidad del Señor Jesús no proviene de María, pero no por esto ella deja de ser verdaderamente Su Madre. Lo mismo sucede con nosotros: el alma inmortal que cada uno de nosotros posee proviene directamente de Dios, pero eso no significa que mi madre no sea verdadera madre mía. Hay que recordar que fue voluntad del Señor el haberse encarnado en una mujer, y que esa Mujer fuese su Madre. Dios no necesitaba una Madre, pero quiso actuar así en su plan de Salvación, y por su Voluntad María fue elegida como Madre de Dios "porque ninguna cosa es imposible para Dios" (Lc 1, 37)
A María se le llama "intercesora", lo cual es antibíblico, según 1 Tim 2, 5 que dice "Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús"
La Iglesia Católica nunca ha enseñado que María ocupe el lugar del Señor Jesús, todo lo contrario. La Iglesia ha proclamado siempre que Cristo es el único camino para llegar al Padre, y que sólo por Él es que somos reconciliados. Por ello, y en este sentido, Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, el único en el cual Dios y el hombre son reconciliados.
Sin embargo, hay otro sentido de la palabra "mediador". Por ejemplo, si le pides a alguien que ore por ti, entonces esa persona está "mediando" o "intercediendo" por ti ante Dios. En este sentido, cualquiera puede interceder ante Dios por otra persona, y esto en nada oscurece o disminuye la mediación y la reconciliación traída por Jesucristo, todo lo contrario. Y es en este sentido que decimos que Santa María es intercesora, y lo es por excelencia, ya que es la que más estuvo unida al Verbo Encarnado, siendo su propia Madre.
¿Hay algún ejemplo en el cual Santa María haya intercedido por alguien más en los Evangelios? La respuesta la encontramos en el pasaje de las bodas de Caná:
"Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos." (Jn 2, 1-11)
El pasaje no es una simple anécdota del Evangelio, es el primer milagro del Señor Jesús. Juan dice que fue ahí donde Él empezó sus señales y manifestó su gloria. María se dirige al Señor, expresándole su preocupación por los novios con las palabras "No tienen vino", y espera de Él una intervención que la resuelva. La aparente negativa de Jesús no es sino eso, aparente. María, que confía en su Hijo, le deja toda la iniciativa a Él, dirigiéndose a los sirvientes e invitándolos a hacer lo que Él les diga. Y su confianza es recompensada. El Señor obra el milagro, transformando el agua en vino. La intervención de Santa María en el primer milagro de su Hijo no es accidental. El pasaje de las bodas de Caná pone de relieve el papel cooperador de María en la misión del Señor Jesús.
María tuvo otros hijos. En la Biblia se habla claramente de los "hermanos de Jesús" (Mt 12, 46; Mt 13, 55; Mc 3, 31, etc.)
La palabra griega que se utiliza para designar a los hermanos de Jesús es "adelphos", y tiene distintos significados: hermano de sangre, compañeros, compatriotas, etc. Ninguno de los Evangelios menciona otros hijos de María como tales. Por otro lado, la respuesta de Santa María al ángel "«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»" (Lc 1, 34) cuando él le anuncia que va a concebir un hijo, no pueden entenderse si María no hubiera tenido la intención de permanecer virgen, pues en ese momento ya estaba desposada con José (Lc 1, 27). "Conocer" en este caso significa tener relaciones sexuales íntimas. Si María hubiese pensado en tener relaciones con José, el hecho de que el ángel le anuncie que va a tener un hijo le habría parecido consecuencia natural de su matrimonio, con lo cual no hubiera dado esa respuesta.
El Evangelio también dice que Jesús es el hijo primogénito de María (Lc 2, 7) y algunos pretenden ver en esto una prueba de que María tenía otros hijos. Sin embargo, la palabra "primogénito" solamente hace referencia al primer nacido, y no de si tiene o no tiene hermanos.
María no fue virgen después del parto. En Lc 1, 25 se lee "Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.", lo que implica que después de que María dio a luz a Jesús tuvo relaciones con José.
El verbo "hasta" en este caso, quiere resaltar el simple hecho de que José no tuvo relaciones con María antes de que ella diese a luz a Jesús. No implica de ningún modo que José tuviera relaciones con María luego del nacimiento de Cristo.

MARÍA EN LA IGLESIA


Para entender la Biblia y lo que enseña acerca de María (la madre de Jesucristo), es necesario entender los tipos bíblicos.

Un tipo es un evento verdadero, persona o institución en el Antiguo Testamento que presagia o prefigura algo del Nuevo Testamento.

LA BIBLIA ENSEÑA QUE ADÁN, EL PRIMER HOMBRE, FUE EL TIPO DE JESUCRISTO

Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Adán fue sólo un hombre. Sin embargo, la Biblia dice que Adán fue un tipo de aquel que habría de venir, Jesucristo.
Romanos 5, 14: “Pero la muerte reinó desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no habían pecado, a semejanza de la transgresión de Adán, que es el tipo del que había de venir [Jesús]”.
¿Cómo fue Adán el tipo de Jesús? La respuesta está mejor resumida en el siguiente pasaje.
Romanos, 5, 19: “Pues como, por la desobediencia de un solo hombre, muchos se constituyeron en pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos se constituirán en justos”.
Adán sumergió al mundo en el pecado; Cristo vino a redimir al mundo del pecado de Adán. Adán pecó por su desobediencia en el árbol de la ciencia del bien y del mal; Cristo redimió al mundo por su obediencia y sacrificio en el árbol de la cruz. Esa es la razón de por qué la Biblia dice que Cristo es el nuevo o segundo o último Adán. Él vino a deshacer lo que hizo Adán. Él se convirtió en la cabeza de la nueva y redimida raza de quienes viven sobrenaturalmente en Cristo, mientras que Adán, el primer hombre, fue la cabeza de la humanidad que cayó en el pecado.

LA BIBLIA ENSEÑA QUE JESUCRISTO ES EL SEGUNDO ADÁN


1 Corintios 15, 45: “Que por eso está escrito: ‘El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente’; el último Adán, espíritu vivificante”.

Hay muchos tipos bíblicos. Recuerde que todos esos eventos, personas y cosas fueron eventos reales, personas y cosas que también prefiguraron algo que ocurriría después. He aquí algunos ejemplos:

El Arca de Noé y el Gran Diluvio prefiguraban la salvación por el bautismo y la Iglesia.
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El Arca de Noé y el Gran Diluvio prefiguraban la salvación por el bautismo y la Iglesia.
1 Cor. 10, 12 – La Biblia enseña que el paso por el Mar Rojo (Éxodo 14) es prefigura del bautismo.

1 Pedro 3, 19-21 – La Biblia enseña que el Arca de Noé y el Gran Diluvio prefiguraban la salvación por el bautismo y la Iglesia.

1 Cor. 5, 7 – La Biblia enseña que el Cordero Pascual que era sacrificado (Éxodo 12) es prefigura de Cristo, el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Juan 1, 29).
Heb. 8, 8-9 – La Biblia enseña que el sistema del Antiguo Testamento era una “sombra” o figura del Nuevo Testamento.

Mateo 12, 40 – La Biblia enseña que los tres días que Jonás pasó en el vientre de la ballena son prefigura de la Resurrección de Cristo después de tres días de su muerte.
Se podrían dar muchos otros ejemplos de tipos bíblicos. Es importante comprender que el cumplimiento de un tipo (llamado “antitipo”) es mayor que el tipo. Jesucristo es infinitamente mayor que Adán; el Nuevo Testamento es mayor que el Antiguo; la Resurrección es mayor que las tribulaciones de Jonás, etc. Teniendo esto en mente, debemos ahora considerar los tipos de María, la madre de Jesucristo. Hay muchos tipos de María. Además de otras evidencias bíblicas, estos tipos proporcionan innegables pruebas bíblicas de la enseñanza católica acerca de María. Los siguientes puntos serán sin duda nuevos y sorprendentes para muchos no católicos.

ASÍ COMO CRISTO ES EL NUEVO ADÁN, MARÍA ES LA NUEVA EVA

Como ya se ha mencionado, Adán fue un tipo (prefigura) de Jesucristo. Hubo también una singular mujer que se involucró con Adán, el primer hombre, en la caída del mundo en el pecado. Ella fue Eva, la primera mujer. Fue la transgresión de Adán lo que constituyó el pecado original. Pero Eva estuvo vinculada de manera fundamental e inextricable a los acontecimientos que condujeron al pecado original. La mujer (Eva) pecó y fue la que condujo a Adán al pecado.

Génesis 3, 1-6: “Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Dios el Señor, dijo a la mujer: ‘¿Con que os ha mandado Dios que no comáis de los árboles todos del paraíso?’ Y respondió la mujer a la serpiente: ‘Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir. Y dijo la serpiente a la mujer: ‘No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’. Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él sabiduría, y tomó ella de su fruto y comió, y dio también de él a su marido, que también con ella comió”.

Así como la mujer (Eva) estuvo íntimamente involucrada en los eventos que condujeron al pecado original, hay una mujer que está íntimamente involucrada en los eventos que condujeron a la Redención. Esa mujer es María, la madre de Jesucristo. Ella es la nueva Eva.

Hay numerosos claros paralelismos en la Biblia entre Eva y María. Esto demuestra que María es la nueva Eva, así como Cristo es el nuevo Adán.

EVA SE COMUNICÓ CON, CREYÓ Y OBEDECIÓ A UN ÁNGEL CAÍDO (LA SERPIENTE) –
MARÍA SE COMUNICÓ CON, CREYÓ Y OBEDECIÓ A UN ÁNGEL BUENO (GABRIEL)
Génesis 3, 4-6: “Y dijo la serpiente a la mujer: No, no moriréis… y [Eva] tomó de su fruto y comió…”.

Lucas 1, 26-38: “… fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea… a una Virgen… y el nombre de la Virgen era María. Y presentándose a ella le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo… El ángel le dijo: No temáis, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús… Dijo María: He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel”.

Eva se acercó a la serpiente (el diablo), un ángel caído. Eva creyó en sus palabras mentirosas y desobedeció a Dios. Eva pecó e hizo que su marido pecara, sumergiendo al mundo en la muerte.

Gabriel, un ángel bueno, se presentó a María. María creyó en su mensaje de salvación; que ella era bendita entre las mujeres, llena de gracia, y daría a luz al Salvador. María obedeció a Dios, ella consintió en la concepción de Jesucristo en su seno, y permitió que Él viniera y redimiera al mundo del pecado de Adán.

Incluso en la Iglesia muy antigua, estos paralelos bíblicos fueron reconocidos como identificando a María como la nueva Eva, al igual que Jesucristo es el nuevo Adán. San Irineo fue un famoso Padre apostólico del siglo II. Él contrasta la primera Eva con la segunda Eva (María).

San Irineo, Contra las Herejías, Libro III, cap. 22, 185 d.C.: “En conformidad con este diseño, María la Virgen fue obediente, diciendo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lucas, 1, 38). Pero Eva fue desobediente; porque ella no obedeció cuando aún era virgen… Y así fue también que el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María. Porque lo que la virgen Eva tenía atado, por incredulidad, fue lo que la Virgen María desató por la fe”.

EVA FUE LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES – MARÍA, COMO MADRE DE JESÚS, ES LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES, E INCLUSO DE LA VIDA MISMA

Génesis 3, 20: “El hombre llamó Eva a su mujer, por ser la madre de todos los vivientes”.
Eva fue llamada la “madre de todos los vivientes” porque todos los que los que han vivido descienden de ella. María es también la madre de todos los vivientes, pero incluso de una forma mayor. María es la madre de Jesucristo, quien es la vida misma y en quien se encuentra toda la vida.

Juan 1, 4: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Mateo 1, 16: “María, de la cual nació Jesús…”.

Juan 14, 6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”.

Jesús es la vida. María es, por lo tanto, literalmente la madre de la Vida misma. Es claro el paralelismo con Eva, la madre de todos los vivientes. La diferencia es que María es la madre de la Vida que es infinitamente mayor que la existencia humana. Quienes viven y mueren en su Hijo tienen acceso a la vida eterna en Él y en llegar a ser nuevas criaturas.

2 Corintios 5, 17: “De hecho que el que es de Cristo se ha hecho criatura nueva”.

El cumplimiento (María es la madre de todos los vivientes) es nuevamente mayor que el tipo (Eva como madre de todos los vivientes).

EVA FUE CREADA SIN PECADO – LA NUEVA EVA, MARÍA, TAMBIÉN TUVO QUE SER CREADA SIN PECADO

Hemos visto que la Biblia indica que María es la nueva Eva. Entonces la pregunta es: ¿en qué estado fue creada el alma de Eva? Génesis 2 dice que Eva era libre de todo pecado. Toda la creación era perfecta hasta la caída de la humanidad. Tanto Adán como Eva fueron creados en estado de justicia original. Ellos no perdieron el estado de perfección original, en el cual eran libres de todo pecado, hasta que cometieron el pecado original, como nos narra Génesis 3.

Si Dios creó a la primera mujer (la primera Eva) sin ningún pecado, entonces Él podía ciertamente crear la segunda (y mayor) Eva (la santísima Virgen María) sin ningún pecado. Eso fue exactamente lo que Él hizo. Él tuvo que hacerlo como una cuestión de proporción y justicia porque ella sería el primer miembro de la humanidad redimida.

DEFINICIÓN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Papa Pío IX, Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854: “Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles”.

Algunos equivocadamente piensan que la Inmaculada Concepción se refiere a la concepción milagrosa de Jesús en el vientre de la Virgen María. Ello no es correcto. Jesús, de hecho, fue concebido sin ningún pecado en el vientre de María, pero la Inmaculada Concepción se refiere a la concepción de María en el vientre de su madre. Desde el primer instante de su creación, ella fue preservada de toda mancha del pecado original, el que heredan todos los otros miembros de la raza humana (excepto Jesús).


Dios la preservó libre de todo pecado en previsión de los méritos de salvación de Jesucristo. Este privilegio le fue concedido a María porque ella habría de ser el arca pura y sin maldición que portaría al Dios santo. Para que pudiera llevar a la santidad infinita, María tuvo que ser santa desde el primer instante de su creación.