domingo, 27 de septiembre de 2015

DEVOCIONES


Probablemente te has preguntado por el origen de algunas devociones que se han popularizado y hasta dónde son importantes o necesarias para nuestra vida de fe. 

Como ya dijimos en la publicación pasada, una devoción es una práctica que no es obligatoria, que complementa nuestras acciones piadosas y que, aunque trae beneficios, no practicarlas no constituye una falta. Entre las más populares, citábamos El Ángelus, los Triduos, El Santo Rosario, la Hora Santa, el Viacrucis, las Novenas, Coronillas y Consagraciones. Conozcamos un poco más al respecto.

LA HORA SANTA


La hora santa es una práctica de origen divino. En una de sus apariciones a Santa Margarita María de Alacoque Jesús le dijo; "Todas las noches del jueves al viernes te haré participar de la mortal tristeza que quise padecer en el Huerto de los Olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Y para acompañarme en aquella humilde plegaria, que entonces presenté a mi Padre, te postrarás con la faz en tierra, deseosa de aplacar la cólera divina y en demanda de perdón por los pecadores".

Pío XI, al comienzo del año Santo, exhortó al ejercicio de la Hora Santa como un "obligado y amoroso recuerdo de las amargas penas que el Corazón de Jesús quiso soportar para la salvación de los hombres". Ya antes, en su carta encíclica sobre la expiación que todos deben al Sagrado Corazón de Jesús "Miserentissimus Redemptor" [1] (8-V-1928) señaló: el Corazón de Jesús "para reparar las culpas recomendó esto, especialmente grato para El: que usasen las súplicas y preces durante una hora (que con verdad se llama Hora Santa), ejercicio de piedad no sólo aprobado, sino enriquecido con abundantes gracias espirituales". En otra ocasión explicó que "su fin principalísimo es recordar a los fieles la pasión y muerte de Jesucristo, e impulsarles a la meditación y veneración del ardiente amor por el cual instituyó la Eucaristía (memorial de su pasión), para que purifiquen y expíen sus pecados y los de todos los hombres". (21-III-1933).

Se trata por tanto de dedicar una hora a meditar los misterios cuando Cristo se sintió sólo y débil, como nosotros, y pide al Padre aparte el cáliz. Una hora para acompañarle, como el Ángel del huerto, en cuanto podemos, místicamente, junto al sagrario. Es una hora para volcar en su Sagrado Corazón todos nuestros afanes y sufrimientos, y recibir su gracia para sobrellevarlos. Una hora en definitiva, para agradecer su sacrificio y aprender de Él.

PRÁCTICA DE LA HORA SANTA


Muchas personas no practican esta devoción porque envuelve un gran sacrificio. Esta devoción no es obligatoria. Pío XI facilitó el tiempo para la Hora Santa al fijarlo desde la puesta del sol hasta su salida, aunque la hora más indicada es la de once a doce en la noche del jueves a viernes. Cualquier lugar es válido aunque es preferible la Iglesia y ante el sagrario a ser posible.

En cuanto a las oraciones, no hay nada fijo establecido, pero a juzgar por las palabras de Nuestro Señor a santa Margarita, lo más propio parece ser la meditación de su amarga Pasión y Agonía, su grandísima humillación, su infinito amor no correspondido, y los ultrajes hechos a su divina Majestad.

La Hora Santa se puede llenar por tanto, con varias devociones, como por ejemplo: leer por espacio de quince minutos la agonía de Nuestro Señor y luego meditar otros tantos minutos lo leído; o hacer el devoto ejercicio del Vía Crucis o del Rosario doloroso. Sea cual sea la devoción elegida lo importante es que debe ofrecerse todo ello por la conversión de los pecadores, tal y como Jesús mismo manifestó a santa Margarita.


EL SANTO VÍA CRUCIS


El Vía Crucis consiste en recorrer espiritualmente el camino que hizo Jesús hasta el monte Calvario mientras cargaba la Cruz, así como la oportunidad de interiorizar en su sufrimiento.

Sobre su significado, “Vía Crucis” significa en latín “El camino de la Cruz”. Este camino está compuesto por 14 estaciones que representan ciertas escenas de la Pasión, cada uno correspondiente a un incidente en particular o la forma especial de devoción relacionada con tales representaciones.

Antiguamente el número de estaciones variaba considerablemente en diferentes lugares, el Magisterio ahora prescribe catorce:

1. Cristo es condenado a muerte
2. Jesús es cargado con la Cruz
3. Su primera caída
4. Se encuentra con su Santísima Madre
5. Simón de Cirene es obligado a cargar la cruz
6. La Verónica limpia el rostro de Cristo
7. Su segunda caída
8. Su encuentro con las mujeres de Jerusalén
9. Su tercera caída
10. Jesús es despojado de sus vestiduras
11. Su crucifixión
12. Su muerte en la cruz
13. Su cuerpo es bajado de la cruz
14. Es colocado en el sepulcro


EL ÁNGELUS


Es una oración Mariana en la que podemos encontrar pasajes del Evangelio que narran el misterio de la Encarnación de Jesús. Algunos afirman que ésta oración fue redactada  por el Papa Urbano II y otros dicen que fue el Papa Juan XXII. Lo cierto es que inicialmente la práctica del Ángelus se llevaba a cabo al oscurecer, el Papa Juan XXII, por su bula del 7 de mayo de 1327, ordenó que “cuando se oyera la campana de la oración, se recitase tres veces el Ave María.”, obteniendo una indulgencia de treinta días. Se ordenó que al sonar las campanas, se dijese de rodillas la oración.
El Concilio de Lavaur, efectuado en 1368 ordena que hagan tocar la campana también al salir el sol, bajo pena de excomunión a los rectores o sacerdotes que no lo cumplan, a fin de que la gente interrumpa sus labores y realice la oración consistente para ese entonces en cinco Padre Nuestros en honor de las cinco llagas del Señor y en siete Avemarías en honor a los siete gozos de la Virgen. Tras un año después del Sínodo de Bezieres  ordena  que la campana se toque tres veces y se rezarán tres Padre Nuestros y tres Avemaría para ganar una indulgencia de veinte días. Otros historiadores afirman que la costumbre de recitar el Ángelus tres veces al día se debe al rey francés Luis XI quien lo ordenó en 1472, sin embargo, esto también se atribuye a Calixto III en 1456. Lo cierto es que la costumbre de recitar el Ángelus tres veces al día, según un manuscrito inglés encontrado en 1576, se debe a que al recitarlo en la mañana se conmemora la Resurrección del Señor, al mediodía para conmemorar la Pasión del Señor y al oscurecer recordando el momento de la Encarnación, pues se cree que a esa hora le fue anunciada a la Virgen María. Posteriormente el Ángelus fue transformado hasta quedar conformado por el rezo de tres Avemarías seguidas intercaladamente de un versículo y una antífona.
Concilios como el de Amalfi en 1957 y Colonia en 1627 contemplaron que al recitar el Ángelus se uniera el recuerdo de los difuntos y un toque de campana adicional en su sufragio.    
En 1742 Benedicto XIV estableció que los domingos  se rezara la oración de pie y que fuera reemplazada por el Regina Coeli en tiempo pascual.   
El 14 de septiembre de 1724, Benedicto XIII otorga una indulgencia plenaria a quienes tras haber recibido la absolución y participar de la sagrada Eucaristía una vez al mes repita tres veces de rodillas, tres veces al día la salutación en los momentos estipulados orando por los príncipes cristianos, la abolición de las herejías   y el esplendor de la Iglesia. También concede cien días de indulgencia a quien lo recite con verdadera contrición una vez.
En 1815 Pio VII le añadió tres Gloria al Padre en acción de gracias a la Santísima Trinidad por los dones otorgados a la Virgen.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la práctica de Pio XII de recitar el Ángelus al mediodía rescató esa tradición entre los fieles. Luego Juan XIII decidió colocar la oración antes de la bendición apostólica, costumbre que hasta hoy continúa vigente entre le Obispo de Roma y los fieles romanos y peregrinos.













Una devoción es una práctica de fe personal, que no es obligatoria y que se practica comúnmente por un grupo de personas que se siente identificada con esa práctica concreta. Si bien cada devoción busca fortalecer la fe y mejorar la vida de oración, el no realizarla no significa que se incurra en una falta grave o negligente.
Seguramente las primeras que expondremos hoy te serán muy familiares. Déjanos tus comentarios y cuéntanos si las pones en práctica. En próximas entregas vamos a ir contándote el origen de algunas de ellas y conoceremos otras devociones.
El rezo del Ángelus.

Los Triduos.

El Rosario.

La Hora Santa.

El Vía Crucis.

Novenas.

Las coronillas.

Consagraciones.









TRIDUO


Del latín tridŭum espacio de tres días.

Los triduos son momentos en los que durante tres días consecutivos se realizan celebraciones, oraciones o memorias  en los que se contempla siempre una misma intención por ese espacio de tiempo.

Los triduos tuvieron su origen a partir de la celebración del Triduo Pascual.
El Triduo Sacro, también llamado Triduo Pascual, en el que se celebra la Pasión, Muerte, Sepultura y Resurrección del Señor, tiene su origen en el desglose de la primitiva y única celebración pascual cristiana que tenía lugar la noche del sábado al domingo de Pascua con la iniciación de los nuevos cristianos; entonces se celebraba el misterio de la muerte y vida que encierra esta fiesta, y la misma hora de la liturgia, de la noche al día, servía de ambientación.
Posterior a esto surgen los triduos como forma, ya sea de pedir una gracia especial, o para honrar al santo en alguna fiesta suya.

EL SANTO ROSARIO

El rezo del Santo Rosario surge aproximadamente en el año 800 cuando se creó el salterio de los laicos. En esa época los monjes rezaban los 150 salmos, pero como la mayoría de los laicos no sabían leer, se les enseñó a rezar 150 Padres nuestros. Después se formaron otros tres salterios que incluían 150 Aves Marías, 150 alabanzas en honor de Jesús y 150 alabanzas en honor de María.

En el año 1365 se combinaron los cuatro salterios. Se dividieron las 150 Aves Marías en 15 decenas y se puso un Padre nuestro al inicio de cada una de ellas. En 1500 se estableció, para cada decena, la meditación de un hecho de la vida de Jesús o María, y así surgió el Rosario de quince misterios. En el año 2002 el Papa San Juan Pablo II introdujo los misterios luminosos. Con ello, se cuentan actualmente 20 misterios en el Santo Rosario.

La palabra Rosario significa "Corona de Rosas". La Virgen María ha revelado a muchas personas que cada vez que rezan un Ave María le entregan una rosa y por cada Rosario completo le entregan una corona de rosas. Así como la rosa es la reina de las flores, el Rosario es la rosa de todas las devociones y, por lo tanto, es la más importante.

El Santo Rosario es considerado como la oración perfecta porque se meditan los principales misterios o hechos de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su Santísima Madre. Estos están distribuidos en los misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos.

El Rosario está compuesto por dos elementos: oración mental y oración verbal. La primera consiste en la meditación de los cuatro misterios. La oración verbal consiste en recitar las veinte decenas (Rosario completo) o cinco decenas del Ave María encabezadas por un Padre Nuestro.
Es una oración simple, humilde como María y que podemos rezar con ella. Con el Ave María la invitamos a que rece por nosotros. Al unir su oración a la nuestra, esta se hace más poderosa porque la Virgen siempre recibe lo que ella pide.

Por otro lado en cada una de sus apariciones, nos invita a rezar el Rosario como un arma poderosa en contra del maligno, para traernos la verdadera paz.

La Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma milagrosa: la Virgen se apareció a Santo Domingo de Guzmán y se lo entregó como un arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Además, le encomendó la tarea de propagar su devoción.

Esta cobró fuerza en la cristiandad tras la Batalla de Lepanto en 1571. Los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta de la amenaza inminente. El Papa Pío V pidió ayuda pero no le hicieron mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión musulmana se hizo certera.

El 17 de septiembre de 1569 el Papa pidió que se rezase el Santo Rosario. Para salvar a la cristiandad se formó la Liga Santa, conformada por los Estados Papales, el Reino de España, la República de Venecia, la República de Génova, el Ducado de Saboya y la Orden de Malta.

El 7 de octubre de 1571 la Liga Cristiana, comandada por Don Juan de Austria, se enfrentó a la flota musulmana en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. Antes del combate las tropas cristianas rezaron devotamente el Santo Rosario para vencer a un enemigo superior en número y buques de guerra.

La batalla de Lepanto duró muchas horas pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos. Mientras el combate naval transcurría, en Roma el Papa Pío V rezaba el Rosario en su capilla. De repente el Papa salió y, por aparente inspiración, anunció con gran calma a todos los presentes que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos.

Semanas más tarde llegó el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quien, desde un principio, atribuyó el triunfo de la Liga Cristiana a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario.

Como agradecimiento a la Virgen María, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanías de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario, que se celebra actualmente el 7 de octubre.

La Batalla de Lepanto no fue la única vez donde la devoción al rezo del Santo Rosario se manifestó con poder. Un siglo más tarde, los turcos sitiaron Viena, la capital de Austria. Las fuerzas del enemigo eran superiores y si conquistaban la ciudad Europa caía. Ante esta posible desgracia, el emperador rogó a Nuestra Señora del Rosario que los protegiera.

Hubo una sangrienta batalla y cuando todo parecía perdido, llegó el rey de Polonia, Jan Sobieski, el 12 de septiembre de 1716, día de la fiesta del Santo Nombre de María, al mando de un ejército cristiano y derrotó a los turcos.

También el 5 de agosto de 1716, el príncipe Eugenio de Saboya, comandante de los ejércitos cristianos, venció a los turcos. En aquel entonces ese día se celebraba la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves.

El Papa Clemente atribuyó la victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.



Novena a San Juan Bosco

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TRIDUO A DON BOSCO -- DÍA 1


Triduo a don_bosco_dia_1


TRIDUO A DON BOSCO DÍA 2


TRIDUO A DON BOSCO DÍA 2 


TRIDUO A DON BOSCO DÍA 3