viernes, 2 de junio de 2017

JÓVENES



LA IMPORTANCIA DEL RECONOCIMIENTO DEL OTRO (PAPA FRANCISCO)

Cuando es un adolescente quien no es o no se siente amado; entonces puede nacer la violencia. Detrás de tantas formas de odio social y de vandalismo, se esconde con frecuencia un corazón que no ha sido reconocido.
No existen los niños malos, como tampoco existen los adolescentes del todo malvados, existen personas infelices. ¿Y qué nos puede hacer felices más que la experiencia de dar y recibir amor? La vida del ser humano es un intercambio de miradas: alguien que al mirarnos, nos arranca una primera sonrisa, y en la sonrisa que ofrecemos gratuitamente a quien está encerrado en la tristeza. Y así es cómo abrimos el camino. Intercambio de miradas: mirarse a los ojos….y así se abren las puertas del corazón.

El primer paso que Dios realiza en nosotros, es un amor que nos anticipa de manera incondicional. Dios siempre ama primero. Dios no nos ama porque nosotros tememos motivos que despierten su amor. Dios nos ama porque Él mismo es amor y el amor por su propia naturaleza tiende a difundirse, a darse.
Dios no vincula su benevolencia a nuestra conversión: aunque ésta sea una consecuencia del amor de Dios. San Pablo lo dice de manera perfecta: “Dios demuestra su amor hacia nosotros, en el hecho de que aunque éramos todavía pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5,8).

Mientras aún éramos pecadores. Un amor incondicional. Estábamos lejos, como el hijo pródigo de la parábola: “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vió, tuvo compasión….” (Lc 15,20). Por amor hacia nosotros, Dios realizó un éxodo de sí mismo, para venir a nuestro encuentro, en esta tierra, dónde insensato que Él transitara. Dios nos amaba aun cuando estábamos equivocados.
¿Quién de nosotros ama de esta manera, a no ser quien es madre o padre? Una madre sigue amando a su hijo aunque éste hijo esté en la cárcel. Yo recuerdo tantas madres, haciendo la fila para entrar en la cárcel, en la primera diócesis dónde estuve: tantas madres. Y no se avergonzaban. El hijo estaba en la cárcel, pero era su hijo.

Y sufrían tantas humillaciones en la antesala, antes de entrar, pero “es hijo mío”. “¡Pero señora, su hijo es un delincuente! – “Es hijo mío”- Sólo este amor de madre y de padre, nos hace comprender cómo es el amor de Dios.

Una madre, no pide que no se aplique la justicia de los hombres, porque todo error necesita redimirse, pero una madre nunca deja nunca de sufrir por el propio hijo. Lo ama a pesar de saber que es pecador.

Dios hace lo mismo con nosotros: somos sus hijos amados. ¿Pero puede ser que Dios tenga algún hijo al que no ame? No. Todos somos hijos amados de Dios. No hay ninguna maldición sobre nuestra vida, lo único es la benévola palabra de Dios, que ha sacado nuestra existencia de la nada. La verdad de todo está en esa relación de amor que une al Padre con el Hijo mediante el Espíritu Santo, relación en la cual, nosotros somos recibidos mediante la gracia.

En Él, en Cristo Jesús, hemos sido queridos, amados, deseados. Es Él quien ha impreso en nosotros una belleza primordial que ningún pecado, ninguna decisión equivocada podrá nunca borrar enteramente.

Nosotros, ante los ojos de Dios, somos siempre pequeños manantiales hechos para salpicar el agua buena. Lo dijo Jesús a la samaritana: “ El agua que yo te daré, se hará en ti una corriente de agua, de la que fluye la vida eterna”. (Jn. 4,14)
Para cambiar el corazón de una persona infeliz, ¿cuál es la medicina? ¿Cuál es la medicina para cambiar el corazón de una persona que no es feliz? (responden ‘el amor’) ¡Más fuerte! (‘¡el amor!’)

¡Muy despiertos!, muy despiertos, ¡todos están muy despiertos! ¿Y cómo hacemos sentir a una persona que la amamos? Hace falta sobretodo abrazarla. Hacerle sentir que es deseada, que es importante, y dejará de estar triste.


El amor llama al amor, de un modo mucho más fuerte de cuanto el odio llama a la muerte. Jesús no murió y resucitó para si mismo, sino por nosotros, para que nuestros pecados sean perdonados. Así que es tiempo de Resurrección para todos: tiempo de levantar a los pobres de la desesperanza, sobre todo a aquellos que yacen en el sepulcro mucho más que tres días.


El Papa Francisco y su mensaje a la juventud

“El Papa Francisco y su mensaje a la juventud”. Consideramos importante reflexionar en torno a este tema porque nos permite entender y comprender que la presencia de los jóvenes es fundamental en la Iglesia y en la sociedad debido a que, a decir del Papa, ellos representan luz y esperanza ante un mundo que acarrea descontento y desconsuelo producto de múltiples factores sociales, económicos y políticos, más aún en los pueblos que viven con mucha pobreza e injusticia.

Asimismo, enfatiza el Papa, no basta la presencia de los jóvenes, ellos no deben buscar ser la cola de la historia o mirarla desde un balcón, deben ser protagonistas, deben jugar para adelante, deben patear para adelante, deben participar en la historia construyendo una sociedad más justa y fraterna. Si su participación es constante, entonces se podrá notar un conjunto de aportes y dinámicas en los procesos sociales y políticos que ayudarán a construir una sociedad más humana y con equidad.

El Papa Francisco, a través de sus mensajes, desea y anima a que los jóvenes contagien ese dinamismo a la Iglesia y al mundo para que no se queden balconeando la historia. Por eso, señala que la Iglesia, abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas, desea ofrecer su colaboración a toda iniciativa que pueda significar un verdadero desarrollo de cada persona y de toda la persona. La relevancia de sus mensajes a los jóvenes de todos los pueblos del mundo marca caminos y pistas que dan sentido a los compromisos y desafíos que encaran en cada momento.

De los discursos del Papa: Ser discípulos, Hagan lío – Salir a luchar, No licúen la fe, La cruz de Cristo. De esta manera veremos cómo los jóvenes interpretan estos mensajes del Papa y cómo los viven en sus distintas realidades.




TODOS LOS ADOLESCENTES PASAN POR UNA CRISIS?

No necesariamente, aunque con frecuencia esto ocurre no significa que la adolescencia sea sinónimo de ello. Algunos jóvenes pueden pasar por esa etapa sin dar indicios de crisis alguna y llegar a una estructuración de su personalidad a través de nuevos mecanismos de conducta que por el método de ensayo y error van delineando su propia identidad.
La adolescencia es un proceso en el que el joven no es niño pero tampoco es adulto, es una etapa donde empieza a descubrir que el mundo es un espacio mucho más amplio que el hogar, el colegio y las personas con las que comparte en esos espacios, es un confrontarse consigo mismo y con todo lo que había aprendido respecto al amplio panorama de posibilidades que ahora tiene en frente suyo, es momento para empezar a ensayar la autonomía y la autodeterminación.  Para algunos llega a ser traumático el no saber cómo adaptarse, el miedo que le producen todos los cambios que ahora empieza a tener no solamente en su cuerpo sino también en su propio entorno, dado que crece el nivel de exigencia que le hacen en su entorno conocido y además quiere abrirse a un espacio de vida mucho más amplio que no conoce aunque anhela pero que no está seguro de cómo enfrentar.


En este proceso de búsqueda de identidad aparecen los cambios de comportamiento, cambios en su gusto por la música, nuevas formas de vestir, se hacen fanáticos de algún artista o deportista, etc.  Todos esos son escalones para llegar a la meta final, de allí que sea común que inicien con mucho entusiasmo proyectos que después no terminen, dado que están explorando alternativas a cada momento, de ahí la importancia de acompañar este proceso sin entorpecerlo. Es común que los jóvenes busquen confidentes en personas que no son sus padres pero al hacerlo deben buscar que esas personas a las que acudan sean ayudas idóneas, que tengas experiencias positivas de vida y sirvan de modelos a los cuales se quisiera llegar a parecer, de sobra está decir que si el modelo al que se elige es un drogadicto, un vago, alguien sin aspiraciones, etc, no servirá como ejemplo pues seguramente no es esa la meta a la que se aspira.