LA IMPORTANCIA
DEL RECONOCIMIENTO DEL OTRO (PAPA FRANCISCO)
Cuando es un adolescente quien no es
o no se siente amado; entonces puede nacer la violencia. Detrás de tantas
formas de odio social y de vandalismo, se esconde con frecuencia un corazón que
no ha sido reconocido.
No existen los niños malos, como
tampoco existen los adolescentes del todo malvados, existen personas infelices.
¿Y qué nos puede hacer felices más que la experiencia de dar y recibir amor? La
vida del ser humano es un intercambio de miradas: alguien que al mirarnos, nos
arranca una primera sonrisa, y en la sonrisa que ofrecemos gratuitamente a
quien está encerrado en la tristeza. Y así es cómo abrimos el camino.
Intercambio de miradas: mirarse a los ojos….y así se abren las puertas del
corazón.
El primer paso que Dios realiza en
nosotros, es un amor que nos anticipa de manera incondicional. Dios siempre ama
primero. Dios no nos ama porque nosotros tememos motivos que despierten su
amor. Dios nos ama porque Él mismo es amor y el amor por su propia naturaleza
tiende a difundirse, a darse.
Dios no vincula su benevolencia a
nuestra conversión: aunque ésta sea una consecuencia del amor de Dios. San
Pablo lo dice de manera perfecta: “Dios demuestra su amor hacia nosotros, en el
hecho de que aunque éramos todavía pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom.
5,8).
Mientras aún éramos pecadores. Un
amor incondicional. Estábamos lejos, como el hijo pródigo de la parábola:
“Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vió, tuvo compasión….” (Lc 15,20).
Por amor hacia nosotros, Dios realizó un éxodo de sí mismo, para venir a
nuestro encuentro, en esta tierra, dónde insensato que Él transitara. Dios nos
amaba aun cuando estábamos equivocados.
¿Quién de nosotros ama de esta
manera, a no ser quien es madre o padre? Una madre sigue amando a su hijo
aunque éste hijo esté en la cárcel. Yo recuerdo tantas madres, haciendo la fila
para entrar en la cárcel, en la primera diócesis dónde estuve: tantas madres. Y
no se avergonzaban. El hijo estaba en la cárcel, pero era su hijo.
Y sufrían tantas humillaciones en la
antesala, antes de entrar, pero “es hijo mío”. “¡Pero señora, su hijo es un
delincuente! – “Es hijo mío”- Sólo este amor de madre y de padre, nos hace
comprender cómo es el amor de Dios.
Una madre, no pide que no se aplique
la justicia de los hombres, porque todo error necesita redimirse, pero una
madre nunca deja nunca de sufrir por el propio hijo. Lo ama a pesar de saber
que es pecador.
Dios hace lo mismo con nosotros:
somos sus hijos amados. ¿Pero puede ser que Dios tenga algún hijo al que no
ame? No. Todos somos hijos amados de Dios. No hay ninguna maldición sobre
nuestra vida, lo único es la benévola palabra de Dios, que ha sacado nuestra
existencia de la nada. La verdad de todo está en esa relación de amor que une
al Padre con el Hijo mediante el Espíritu Santo, relación en la cual, nosotros
somos recibidos mediante la gracia.
En Él, en Cristo Jesús, hemos sido
queridos, amados, deseados. Es Él quien ha impreso en nosotros una belleza
primordial que ningún pecado, ninguna decisión equivocada podrá nunca borrar
enteramente.
Nosotros, ante los ojos de Dios, somos
siempre pequeños manantiales hechos para salpicar el agua buena. Lo dijo Jesús
a la samaritana: “ El agua que yo te daré, se hará en ti una corriente de agua,
de la que fluye la vida eterna”. (Jn. 4,14)
Para cambiar el corazón de una
persona infeliz, ¿cuál es la medicina? ¿Cuál es la medicina para cambiar el
corazón de una persona que no es feliz? (responden ‘el amor’) ¡Más fuerte!
(‘¡el amor!’)
¡Muy despiertos!, muy despiertos,
¡todos están muy despiertos! ¿Y cómo hacemos sentir a una persona que la amamos?
Hace falta sobretodo abrazarla. Hacerle sentir que es deseada, que es
importante, y dejará de estar triste.
El amor llama al amor, de un modo
mucho más fuerte de cuanto el odio llama a la muerte. Jesús no murió y resucitó
para si mismo, sino por nosotros, para que nuestros pecados sean perdonados.
Así que es tiempo de Resurrección para todos: tiempo de levantar a los pobres
de la desesperanza, sobre todo a aquellos que yacen en el sepulcro mucho más
que tres días.
El Papa Francisco y su mensaje a la juventud
“El Papa Francisco y su mensaje a la juventud”. Consideramos
importante reflexionar en torno a este tema porque nos permite entender y
comprender que la presencia de los jóvenes es fundamental en la Iglesia y en la
sociedad debido a que, a decir del Papa, ellos representan luz y esperanza ante
un mundo que acarrea descontento y desconsuelo producto de múltiples factores
sociales, económicos y políticos, más aún en los pueblos que viven con mucha
pobreza e injusticia.
Asimismo, enfatiza el Papa, no basta la presencia de los
jóvenes, ellos no deben buscar ser la cola de la historia o mirarla desde un
balcón, deben ser protagonistas, deben jugar para adelante, deben patear para
adelante, deben participar en la historia construyendo una sociedad más justa y
fraterna. Si su participación es constante, entonces se podrá notar un conjunto
de aportes y dinámicas en los procesos sociales y políticos que ayudarán a
construir una sociedad más humana y con equidad.
El Papa Francisco, a través de sus mensajes, desea y anima a que
los jóvenes contagien ese dinamismo a la Iglesia y al mundo para que no se
queden balconeando la historia. Por eso, señala que la Iglesia, abogada de
la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales
y económicas, desea ofrecer su colaboración a toda iniciativa que
pueda significar un verdadero desarrollo de cada persona y de toda
la persona. La relevancia de sus mensajes a los jóvenes de todos los pueblos
del mundo marca caminos y pistas que dan sentido a los compromisos y desafíos
que encaran en cada momento.
De los discursos del Papa: Ser discípulos, Hagan lío – Salir a
luchar, No licúen la fe, La cruz de Cristo. De esta manera veremos cómo los
jóvenes interpretan estos mensajes del Papa y cómo los viven en sus distintas
realidades.
TODOS LOS
ADOLESCENTES PASAN POR UNA CRISIS?
No necesariamente, aunque con
frecuencia esto ocurre no significa que la adolescencia sea sinónimo de ello.
Algunos jóvenes pueden pasar por esa etapa sin dar indicios de crisis alguna y
llegar a una estructuración de su personalidad a través de nuevos mecanismos de
conducta que por el método de ensayo y error van delineando su propia
identidad.
La adolescencia es un proceso en
el que el joven no es niño pero tampoco es adulto, es una etapa donde empieza a
descubrir que el mundo es un espacio mucho más amplio que el hogar, el colegio
y las personas con las que comparte en esos espacios, es un confrontarse
consigo mismo y con todo lo que había aprendido respecto al amplio panorama de
posibilidades que ahora tiene en frente suyo, es momento para empezar a ensayar
la autonomía y la autodeterminación.
Para algunos llega a ser traumático el no saber cómo adaptarse, el miedo
que le producen todos los cambios que ahora empieza a tener no solamente en su
cuerpo sino también en su propio entorno, dado que crece el nivel de exigencia
que le hacen en su entorno conocido y además quiere abrirse a un espacio de
vida mucho más amplio que no conoce aunque anhela pero que no está seguro de
cómo enfrentar.
En este proceso de búsqueda de
identidad aparecen los cambios de comportamiento, cambios en su gusto por la
música, nuevas formas de vestir, se hacen fanáticos de algún artista o
deportista, etc. Todos esos son escalones
para llegar a la meta final, de allí que sea común que inicien con mucho
entusiasmo proyectos que después no terminen, dado que están explorando
alternativas a cada momento, de ahí la importancia de acompañar este proceso
sin entorpecerlo. Es común que los jóvenes busquen confidentes en personas que
no son sus padres pero al hacerlo deben buscar que esas personas a las que
acudan sean ayudas idóneas, que tengas experiencias positivas de vida y sirvan
de modelos a los cuales se quisiera llegar a parecer, de sobra está decir que
si el modelo al que se elige es un drogadicto, un vago, alguien sin
aspiraciones, etc, no servirá como ejemplo pues seguramente no es esa la meta a
la que se aspira.