jueves, 30 de marzo de 2017
viernes, 10 de marzo de 2017
MARÍA EN LA IGLESIA
18:53
La Virgen María
Madre de Jesús. Los evangelios sólo aportan, respecto a María, los datos fundamentales y algunas anécdotas. Consta que antes y después del nacimiento de Jesús vivió en Nazaret, pequeña ciudad de Galilea, y que, según la ley, estuvo casada con el artesano San José, descendiente de la casa del Rey David. María acompañó a Jesús de Nazareth durante su ministerio de un lugar a otro, junto con las mujeres que le acompañaron desde Galilea y los "cuatro hermanos de Jesús": Santiago, José, Simón y Judas, hijos de María y Cleofás.
Tanto María como los cuatro hermanos fueron rodeados de una atmósfera de veneración que siguió en aumento, puesto que María cumplía de modo convincente las condiciones propias de los ciudadanos del reino. Como ejemplo del recuerdo que los primeros discípulos conservaban de María se encuentran las palabras que se colocan en boca de Isabel: "Bienaventurada tú que has creído" (Lc. 1,45). Tiene también un recuerdo vivo la frase de San Lucas: "María conservaba todos esos recuerdos, meditándolos en su corazón" (Lc. 2, 19).
María estuvo al pie de la cruz y fue testigo de la resurrección. Su mención en el cenáculo (Act. 1,14) junto con los doce apóstoles, las demás mujeres y los "hermanos de Jesús", es el inicio de una presencia viva y constante en el seno del cristianismo primitivo. La comunidad de Jerusalén honró también a María como "Madre del Señor", título con el que hacían participar a María de la gloria de Jesús e iniciaban con ello el proceso de reflexión teológica en torno a lo que ha venido a llamarse "las glorias de María".
Desde el punto de vista de la fe cristiana, la figura de la Virgen María tiene una relevancia singular y creciente a lo largo de los siglos. Por lo que se refiere al Antiguo Testamento, la tradición ha señalado numerosos textos en los que se encuentran anuncios proféticos sobre María. Un pasaje que ha tenido suma trascendencia es la profecía del Emmanuel (Is. 7,14). En ella el profeta Isaías anuncia como signo divino el alumbramiento por parte de una doncella (hebrero almah y griego parthénos), en el que la iglesia ve el anuncio de la Madre del Mesías y de su virginidad.
En el Nuevo Testamento, las narraciones de la infancia de los Evangelios de San Mateo y San Lucas recogen las enseñanzas acerca de la concepción virginal y el nacimiento de Jesús, transmitidas en la primitiva comunidad cristiana. Narra San Mateo que María concibió virginalmente al Mesías, cumpliéndose así la profecía del Emmanuel. "Habiendo concebido por obra del Espíritu Santo, da a luz (continúa diciendo el envangelista) a un hijo a quien se pone por nombre Jesús, Salvador" (Mt. 1, 20-25).
En San Lucas la concepción virginal y la maternidad mesiánica y divina de María se describen en el marco narrativo de la Anunciación como obra del Espíritu Santo (Lc, 1, 26-35). San Lucas presenta a la Virgen como figura central del evangelio de la infancia, unida, por tanto, al nacimiento de Cristo; y vuelve a subrayar su presencia en los hechos de los apóstoles al narrar la vida naciente de la iglesia. San Juan Evangelista describe su presencia en Caná, interviniendo activamente en el primero de los milagros realizados por Jesucristo, y al pie de la cruz.
Algunos autores cristianos reflexionaron sobre la significación de María en el conjunto del misterio de la salvación y en su relación con Cristo, su hijo. Así, San Ignacio de Antioquía (siglo II) indagó en el misterio de Jesús nacido de María, mientras que San Justino defendió la concepción virginal de María y San Ireneo propuso un paralelismo entre las figuras de Eva-María y Adán-Cristo.
También a mediados del siglo II aparecieron unos textos apócrifos (como el Protoevangelio de Santiago) donde se contaba la vida de María, desde la de sus padres Joaquín y Ana hasta después del nacimiento de Jesús. En otros textos (Transitus) se explicaba la muerte de María y su asunción en cuerpo y alma a los cielos.
Desde los siglos IV-V se consideró a María como el modelo perfecto de fe y santidad a imitar por las vírgenes cristianas, según la doctrina previamente elaborada por los grandes doctores de la Iglesia (San Atanasio, San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín de Hipona). En el año 431, el Concilio de Éfeso reconoció a María como Madre de Dios, confirmando así la creencia de muchos fieles que ya desde mucho antes intercedían ante ella.
Para los Padres de la Iglesia era un tema de discusión la perpetua virginidad de María y su santidad personal. Progresivamente llegó a imponerse la idea de una virginidad "antes del parto, en el parto y después del parto" y de una total exención de pecado. La perpetua virginidad quedó definida en el concilio de Letrán (649 a.C.) y en la epístola dogmática del papa Agatón (680 a.C.). El concilio de Trento, por su parte, sancionó en 1547 su total exención del pecado.
Después de siglos de discusión entre las escuelas, la Iglesia fue llegando a la conclusión de que María había sido redimida en atención a los méritos de Cristo, pero que, desde el primer instante de su ser, se había visto libre de la mancha original. Éste es el dogma de la Inmaculada Concepción definido por Pio XI en 1845. En la bula Munificentissimus Deus, Pio XII definió en 1950 el dogma de la glorificación o Asunción, según el cual María fue asumida en cuerpo y alma al cielo después de su muerte sin conocer la corrupción del sepulcro.
Aclaraciones para los hermanos separados: Los católicos y la Virgen María
¿Por qué los católicos adoran a María? Solamente se debe adorar a Dios.
Primero que nada, hay que decir que los católicos no adoramos a la Virgen María. El culto que le profesamos no es adoración, puesto que ésta corresponde únicamente a Dios. Los católicos veneramos a Santa María, porque Ella es la mujer a quien Dios escogió para que fuera la Madre de Cristo. Es decir, María no es una persona cualquiera, es la Madre del mismo Dios. Recordemos el pasaje de la visitación:
"Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno. »" (Lc 1, 41-42)
Isabel llama a María "Bendita tú entre las mujeres", y la llama de este modo por inspiración del Espíritu Santo, del cual se llena luego de escuchar el saludo de María. Y la Virgen misma dice en los siguientes versículos:
"Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada." (Lc 1, 46-48)
María es bienaventurada por el hecho de haber sido escogida por Dios para llevar al Salvador en su seno, y por ello los católicos la hemos llamado así durante "todas las generaciones". El respeto y veneración que le profesamos los católicos a la Santísima Virgen tiene, por lo tanto, bases bíblicas sólidas.
María no es madre de Dios, es solamente madre de Cristo. No puede ser madre de Dios porque Dios es infinito y eterno, y María no.
Isabel, en el pasaje de la visitación, llama a María "La madre de mi Señor" (Lc 1, 43). Ciertamente, el Señor es Jesús, quien es Dios mismo. Si aceptamos que María es verdadera y real madre del Señor Jesús, entonces Ella es, por tanto, verdadera y real Madre de Dios, puesto que el Señor Jesús es Dios mismo. Pretender que María es madre "solamente" del cuerpo físico del Señor es absurdo. El Señor Jesús es una persona completa. Pretender separar su divinidad y su humanidad es absurdo, y es una herejía conocida como nestorianismo, que dice que hay dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina (el hijo de Dios) y otra humana (el hijo de María). La herejía fue condenada y la doctrina aclarada en el Concilio de Éfeso en el año 431.
Lógicamente, la divinidad del Señor Jesús no proviene de María, pero no por esto ella deja de ser verdaderamente Su Madre. Lo mismo sucede con nosotros: el alma inmortal que cada uno de nosotros posee proviene directamente de Dios, pero eso no significa que mi madre no sea verdadera madre mía. Hay que recordar que fue voluntad del Señor el haberse encarnado en una mujer, y que esa Mujer fuese su Madre. Dios no necesitaba una Madre, pero quiso actuar así en su plan de Salvación, y por su Voluntad María fue elegida como Madre de Dios "porque ninguna cosa es imposible para Dios" (Lc 1, 37)
A María se le llama "intercesora", lo cual es antibíblico, según 1 Tim 2, 5 que dice "Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús"
La Iglesia Católica nunca ha enseñado que María ocupe el lugar del Señor Jesús, todo lo contrario. La Iglesia ha proclamado siempre que Cristo es el único camino para llegar al Padre, y que sólo por Él es que somos reconciliados. Por ello, y en este sentido, Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, el único en el cual Dios y el hombre son reconciliados.
Sin embargo, hay otro sentido de la palabra "mediador". Por ejemplo, si le pides a alguien que ore por ti, entonces esa persona está "mediando" o "intercediendo" por ti ante Dios. En este sentido, cualquiera puede interceder ante Dios por otra persona, y esto en nada oscurece o disminuye la mediación y la reconciliación traída por Jesucristo, todo lo contrario. Y es en este sentido que decimos que Santa María es intercesora, y lo es por excelencia, ya que es la que más estuvo unida al Verbo Encarnado, siendo su propia Madre.
¿Hay algún ejemplo en el cual Santa María haya intercedido por alguien más en los Evangelios? La respuesta la encontramos en el pasaje de las bodas de Caná:
"Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos." (Jn 2, 1-11)
El pasaje no es una simple anécdota del Evangelio, es el primer milagro del Señor Jesús. Juan dice que fue ahí donde Él empezó sus señales y manifestó su gloria. María se dirige al Señor, expresándole su preocupación por los novios con las palabras "No tienen vino", y espera de Él una intervención que la resuelva. La aparente negativa de Jesús no es sino eso, aparente. María, que confía en su Hijo, le deja toda la iniciativa a Él, dirigiéndose a los sirvientes e invitándolos a hacer lo que Él les diga. Y su confianza es recompensada. El Señor obra el milagro, transformando el agua en vino. La intervención de Santa María en el primer milagro de su Hijo no es accidental. El pasaje de las bodas de Caná pone de relieve el papel cooperador de María en la misión del Señor Jesús.
María tuvo otros hijos. En la Biblia se habla claramente de los "hermanos de Jesús" (Mt 12, 46; Mt 13, 55; Mc 3, 31, etc.)
La palabra griega que se utiliza para designar a los hermanos de Jesús es "adelphos", y tiene distintos significados: hermano de sangre, compañeros, compatriotas, etc. Ninguno de los Evangelios menciona otros hijos de María como tales. Por otro lado, la respuesta de Santa María al ángel "«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»" (Lc 1, 34) cuando él le anuncia que va a concebir un hijo, no pueden entenderse si María no hubiera tenido la intención de permanecer virgen, pues en ese momento ya estaba desposada con José (Lc 1, 27). "Conocer" en este caso significa tener relaciones sexuales íntimas. Si María hubiese pensado en tener relaciones con José, el hecho de que el ángel le anuncie que va a tener un hijo le habría parecido consecuencia natural de su matrimonio, con lo cual no hubiera dado esa respuesta.
El Evangelio también dice que Jesús es el hijo primogénito de María (Lc 2, 7) y algunos pretenden ver en esto una prueba de que María tenía otros hijos. Sin embargo, la palabra "primogénito" solamente hace referencia al primer nacido, y no de si tiene o no tiene hermanos.
María no fue virgen después del parto. En Lc 1, 25 se lee "Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.", lo que implica que después de que María dio a luz a Jesús tuvo relaciones con José.
El verbo "hasta" en este caso, quiere resaltar el simple hecho de que José no tuvo relaciones con María antes de que ella diese a luz a Jesús. No implica de ningún modo que José tuviera relaciones con María luego del nacimiento de Cristo.
MARÍA EN LA IGLESIA
Para entender la
Biblia y lo que enseña acerca de María (la madre de Jesucristo), es necesario
entender los tipos bíblicos.
Un tipo es un evento
verdadero, persona o institución en el Antiguo Testamento que presagia o
prefigura algo del Nuevo Testamento.
LA BIBLIA ENSEÑA QUE ADÁN, EL PRIMER HOMBRE, FUE EL TIPO
DE JESUCRISTO
Jesucristo es
verdadero Dios y verdadero hombre. Adán fue sólo un hombre. Sin embargo, la Biblia
dice que Adán fue un tipo de aquel que habría de venir, Jesucristo.
Romanos 5, 14: “Pero
la muerte reinó desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no habían
pecado, a semejanza de la transgresión de Adán, que es el tipo del que había de
venir [Jesús]”.
¿Cómo fue Adán el
tipo de Jesús? La respuesta está mejor resumida en el siguiente pasaje.
Romanos, 5, 19: “Pues
como, por la desobediencia de un solo hombre, muchos se constituyeron en
pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos se constituirán en
justos”.
Adán sumergió al
mundo en el pecado; Cristo vino a redimir al mundo del pecado de Adán. Adán
pecó por su desobediencia en el árbol de la ciencia del bien y del mal; Cristo
redimió al mundo por su obediencia y sacrificio en el árbol de la cruz. Esa es
la razón de por qué la Biblia dice que Cristo es el nuevo o segundo o último
Adán. Él vino a deshacer lo que hizo Adán. Él se convirtió en la cabeza de la
nueva y redimida raza de quienes viven sobrenaturalmente en Cristo, mientras
que Adán, el primer hombre, fue la cabeza de la humanidad que cayó en el
pecado.
LA BIBLIA ENSEÑA QUE JESUCRISTO ES EL SEGUNDO ADÁN
1 Corintios 15, 45:
“Que por eso está escrito: ‘El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente’;
el último Adán, espíritu vivificante”.
Hay muchos tipos
bíblicos. Recuerde que todos esos eventos, personas y cosas fueron eventos
reales, personas y cosas que también prefiguraron algo que ocurriría después.
He aquí algunos ejemplos:
El Arca de Noé y el
Gran Diluvio prefiguraban la salvación por el bautismo y la Iglesia.
(haga clic en la
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El Arca de Noé y el
Gran Diluvio prefiguraban la salvación por el bautismo y la Iglesia.
1 Cor. 10, 12 – La
Biblia enseña que el paso por el Mar Rojo (Éxodo 14) es prefigura del bautismo.
1 Pedro 3, 19-21 – La
Biblia enseña que el Arca de Noé y el Gran Diluvio prefiguraban la salvación
por el bautismo y la Iglesia.
1 Cor. 5, 7 – La
Biblia enseña que el Cordero Pascual que era sacrificado (Éxodo 12) es
prefigura de Cristo, el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Juan
1, 29).
Heb. 8, 8-9 – La
Biblia enseña que el sistema del Antiguo Testamento era una “sombra” o figura
del Nuevo Testamento.
Mateo 12, 40 – La
Biblia enseña que los tres días que Jonás pasó en el vientre de la ballena son
prefigura de la Resurrección de Cristo después de tres días de su muerte.
Se podrían dar muchos
otros ejemplos de tipos bíblicos. Es importante comprender que el cumplimiento
de un tipo (llamado “antitipo”) es mayor que el tipo. Jesucristo es
infinitamente mayor que Adán; el Nuevo Testamento es mayor que el Antiguo; la
Resurrección es mayor que las tribulaciones de Jonás, etc. Teniendo esto en
mente, debemos ahora considerar los tipos de María, la madre de Jesucristo. Hay
muchos tipos de María. Además de otras evidencias bíblicas, estos tipos
proporcionan innegables pruebas bíblicas de la enseñanza católica acerca de
María. Los siguientes puntos serán sin duda nuevos y sorprendentes para muchos
no católicos.
ASÍ COMO CRISTO ES EL NUEVO ADÁN, MARÍA ES LA NUEVA EVA
Como ya se ha
mencionado, Adán fue un tipo (prefigura) de Jesucristo. Hubo también una
singular mujer que se involucró con Adán, el primer hombre, en la caída del
mundo en el pecado. Ella fue Eva, la primera mujer. Fue la transgresión de Adán
lo que constituyó el pecado original. Pero Eva estuvo vinculada de manera
fundamental e inextricable a los acontecimientos que condujeron al pecado
original. La mujer (Eva) pecó y fue la que condujo a Adán al pecado.
Génesis 3, 1-6: “Pero
la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Dios el Señor,
dijo a la mujer: ‘¿Con que os ha mandado Dios que no comáis de los árboles
todos del paraíso?’ Y respondió la mujer a la serpiente: ‘Del fruto de los
árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso
nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir.
Y dijo la serpiente a la mujer: ‘No, no moriréis; es que sabe Dios que el día
que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del
bien y del mal’. Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse,
hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él sabiduría, y tomó ella de su
fruto y comió, y dio también de él a su marido, que también con ella comió”.
Así como la mujer
(Eva) estuvo íntimamente involucrada en los eventos que condujeron al pecado
original, hay una mujer que está íntimamente involucrada en los eventos que
condujeron a la Redención. Esa mujer es María, la madre de Jesucristo. Ella es
la nueva Eva.
Hay numerosos claros
paralelismos en la Biblia entre Eva y María. Esto demuestra que María es la
nueva Eva, así como Cristo es el nuevo Adán.
EVA SE COMUNICÓ CON,
CREYÓ Y OBEDECIÓ A UN ÁNGEL CAÍDO (LA SERPIENTE) –
MARÍA SE COMUNICÓ
CON, CREYÓ Y OBEDECIÓ A UN ÁNGEL BUENO (GABRIEL)
Génesis 3, 4-6: “Y
dijo la serpiente a la mujer: No, no moriréis… y [Eva] tomó de su fruto y
comió…”.
Lucas 1, 26-38: “…
fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea… a una
Virgen… y el nombre de la Virgen era María. Y presentándose a ella le dijo:
Salve, llena de gracia, el Señor es contigo… El ángel le dijo: No temáis,
María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y
darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús… Dijo María: He aquí la
sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel”.
Eva se acercó a la
serpiente (el diablo), un ángel caído. Eva creyó en sus palabras mentirosas y
desobedeció a Dios. Eva pecó e hizo que su marido pecara, sumergiendo al mundo
en la muerte.
Gabriel, un ángel
bueno, se presentó a María. María creyó en su mensaje de salvación; que ella
era bendita entre las mujeres, llena de gracia, y daría a luz al Salvador.
María obedeció a Dios, ella consintió en la concepción de Jesucristo en su
seno, y permitió que Él viniera y redimiera al mundo del pecado de Adán.
Incluso en la Iglesia
muy antigua, estos paralelos bíblicos fueron reconocidos como identificando a
María como la nueva Eva, al igual que Jesucristo es el nuevo Adán. San Irineo
fue un famoso Padre apostólico del siglo II. Él contrasta la primera Eva con la
segunda Eva (María).
San Irineo, Contra
las Herejías, Libro III, cap. 22, 185 d.C.: “En conformidad con este diseño,
María la Virgen fue obediente, diciendo: He aquí la esclava del Señor; hágase
en mí según tu palabra (Lucas, 1, 38). Pero Eva fue desobediente; porque ella
no obedeció cuando aún era virgen… Y así fue también que el nudo de la
desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María. Porque lo que la
virgen Eva tenía atado, por incredulidad, fue lo que la Virgen María desató por
la fe”.
EVA FUE LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES – MARÍA, COMO
MADRE DE JESÚS, ES LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES, E INCLUSO DE LA VIDA MISMA
Génesis 3, 20: “El
hombre llamó Eva a su mujer, por ser la madre de todos los vivientes”.
Eva fue llamada la
“madre de todos los vivientes” porque todos los que los que han vivido
descienden de ella. María es también la madre de todos los vivientes, pero
incluso de una forma mayor. María es la madre de Jesucristo, quien es la vida
misma y en quien se encuentra toda la vida.
Juan 1, 4: “En Él
estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Mateo 1, 16: “María,
de la cual nació Jesús…”.
Juan 14, 6: “Jesús le
dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”.
Jesús es la vida.
María es, por lo tanto, literalmente la madre de la Vida misma. Es claro el
paralelismo con Eva, la madre de todos los vivientes. La diferencia es que
María es la madre de la Vida que es infinitamente mayor que la existencia
humana. Quienes viven y mueren en su Hijo tienen acceso a la vida eterna en Él
y en llegar a ser nuevas criaturas.
2 Corintios 5, 17:
“De hecho que el que es de Cristo se ha hecho criatura nueva”.
El cumplimiento
(María es la madre de todos los vivientes) es nuevamente mayor que el tipo (Eva
como madre de todos los vivientes).
EVA FUE CREADA SIN PECADO – LA NUEVA EVA, MARÍA, TAMBIÉN
TUVO QUE SER CREADA SIN PECADO
Hemos visto que la
Biblia indica que María es la nueva Eva. Entonces la pregunta es: ¿en qué
estado fue creada el alma de Eva? Génesis 2 dice que Eva era libre de todo
pecado. Toda la creación era perfecta hasta la caída de la humanidad. Tanto
Adán como Eva fueron creados en estado de justicia original. Ellos no perdieron
el estado de perfección original, en el cual eran libres de todo pecado, hasta
que cometieron el pecado original, como nos narra Génesis 3.
Si Dios creó a la
primera mujer (la primera Eva) sin ningún pecado, entonces Él podía ciertamente
crear la segunda (y mayor) Eva (la santísima Virgen María) sin ningún pecado.
Eso fue exactamente lo que Él hizo. Él tuvo que hacerlo como una cuestión de
proporción y justicia porque ella sería el primer miembro de la humanidad
redimida.
DEFINICIÓN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Papa Pío IX,
Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854: “Declaramos, proclamamos y definimos
que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada
inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su
concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a
los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios
y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles”.
Algunos equivocadamente
piensan que la Inmaculada Concepción se refiere a la concepción milagrosa de
Jesús en el vientre de la Virgen María. Ello no es correcto. Jesús, de hecho,
fue concebido sin ningún pecado en el vientre de María, pero la Inmaculada
Concepción se refiere a la concepción de María en el vientre de su madre. Desde
el primer instante de su creación, ella fue preservada de toda mancha del
pecado original, el que heredan todos los otros miembros de la raza humana
(excepto Jesús).
Dios la preservó libre
de todo pecado en previsión de los méritos de salvación de Jesucristo. Este
privilegio le fue concedido a María porque ella habría de ser el arca pura y
sin maldición que portaría al Dios santo. Para que pudiera llevar a la santidad
infinita, María tuvo que ser santa desde el primer instante de su creación.
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
18:02
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
DEVOCIÓN DE LOS CINCO PRIMROS SÁBADOS DE MES
La Santísima Virgen, en el
año 1917, se aparece en Fátima, Portugal a tres humildes pastorcitos de 10, 9 y
7 años: Lucía, Francisco y Jacinta y les da una serie de mensajes proféticos.,
entre ellos la Devoción al Inmaculado Corazón de María.
Desde muy antiguo la Santa
Iglesia, ha considerado el sábado un día dedicado a intensificar la devoción
Cristiana a la Santísima Virgen, Madre de Dios y nuestra amantísima Madre. Mucha
gente consagraba el primer sábado del mes a la Virgen por esta intención y para
reparar por las blasfemias y ultrajes en contra de ella por parte de los
pecadores y de los falsos maestros.
ORIGEN DE LA DEVOCIÓN
Mensaje del 13 de junio de
1917 en Fátima (2da. aparición)
Cuenta Lucía en sus
“Memorias” que, al ver a la Virgen María ese día, le pidió que los llevara al
cielo con Ella.
La Santísima Virgen le
respondió con palabras llenas de amor y de gran importancia para todos
nosotros:
– “Si, a Jacinta y a
Francisco me los llevo pronto, pero tú te quedas en el mundo un tiempo más
porque Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar.
Él quiere establecer en el
mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado.
A aquellos que abracen esta
devoción les prometo la salvación y serán predilectas de Dios estas almas, como
flores puestas por Mi para adornar su trono”.
– “¿Y me quedo yo sola?”
preguntó con tristeza Lucía.
– “No, hija, yo nunca te
abandonaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá
hasta Dios”.
ANUNCIOS DE MARÍA AL MUNDO
Mensaje del 13 de julio de
1917 en Fátima (3ra. aparición)
Por designio divino la
Santísima Virgen da al mundo, a través de los pastorcitos, una serie de
mensajes proféticos que se han ido cumpliendo a su debido tiempo:
–el fin próximo de la
primera guerra mundial (1914-1918),
–la caída de Rusia en manos
del comunismo ateo con todas sus nefastas consecuencias, la venida de la segunda
guerra mundial, etc.
Del tercer secreto de
Fátima, dos de sus partes se refieren a la serie de anuncios hechos al mundo de
los que sólo están por cumplirse fundamentalmente dos:
– por un lado la conversión
de Rusia, hoy a todas luces dándose y,
– por el otro, María nos
dice algo realmente esperanzador: “Finalmente, Mi Corazón Inmaculado
triunfará”.
Y esto va a suceder porque
Dios lo quiere así.
LUCÍA PIDE AUTORIZACIÓN PARA
DAR A CONOCER ESTA DEVOCIÓN
Mensaje del 17 de diciembre
de 1927 en Tuy, España
Lucía cuenta que fue esa
noche junto al Sagrario a decirle a Jesús como debía contestar la pregunta que
le habían hecho:
“¿El origen de la devoción
al Corazón Inmaculado de María estaba incluido o no, en el secreto que la
Santísima Virgen le había confiado?”.
Jesús, con voz clara, le
hizo oír estas palabras:
“Hija mía, escribe lo que te
piden; y escribe también todo cuanto te reveló la Santísima Virgen en la
aparición en que habló de esta devoción.
En cuanto al resto del
secreto, continúa en silencio”.
LA COMUNIÓN REPARADORA DE
LOS PRIMEROS SÁBADOS
También en la aparición del
13 de julio la Virgen María le dijo a Lucía:
“Vendré a pedir la comunión
reparadora de los primeros sábados”.
MARÍA CUMPLE LA PROMESA DE
LOS CINCO SÁBADOS
Mensaje del 10 de diciembre
de 1925 (Pontevedra, España)
En este día María cumple la
promesa hecha a Lucía, quien nos lo cuenta así:
“Ese día estando en mi
habitación en Pontevedra, España, se me apareció la Santísima Virgen y, al
lado, como suspendido en una nube luminosa, el Niño.
La Santísima Virgen me ponía
la mano sobre mi hombro derecho y, al mismo tiempo, me mostraba un corazón cercado
de espinas que tenía en la mano.”
Entonces dijo el Niño:
“Ten compasión del corazón
de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos le
clavan continuamente sin que haya nadie que haga un acto de reparación para
arrancárselas”.
Y en seguida dijo la
Santísima Virgen:
“Mira, hija mía, mi corazón
cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con
blasfemias e ingratitudes, tú, al menos, procura consolarme y di que:
Todos aquellos que durante
cinco meses seguidos, en el primer sábado, se confiesen y reciban la Santa
Comunión, recen el Santo Rosario y me hagan 15 minutos de compañía meditando en
los misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirlos
en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación”.
DIFICULTADES PARA CONFESARSE
EL MISMO SÁBADO
Mensaje del 15 de febrero de
1926 (Pontevedra, España)
Ese día se le aparece de
nuevo el Niño Jesús y Lucía le habla de las dificultades que algunas personas
tenían para confesarse los días sábados, preguntándole si no podía valer la
confesión dentro de los ocho días.
–Jesús le respondió:
“Sí, puede ser, y hasta de
muchos más días, con tal que, cuando me reciban, estén en gracia y tengan la
intención de desagraviar al Corazón Inmaculado de María”.
Ella preguntó:
“-¿Jesús mío, y los que se
olviden de poner esta intención?”
– Jesús le respondió:
“Pueden ponerla en la
confesión siguiente, aprovechando la primera ocasión que tuvieren para
confesarse”.
POR QUÉ SON CINCO LOS SÁBADOS
Mensaje del 29 al 30 de mayo
de 1930 (Tuy, España)
Cuando Sor Lucía refería a
su confesor el pedido de la Virgen, éste le dijo: ¿Por qué 5 y no 9 como los
primeros viernes, o 7 como los dolores de la Virgen?
Cuenta Lucía que estando en
la Iglesia con el Señor en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930 y hablando con
Él de dicha pregunta, se sintió de manera imprevista invadida más íntimamente
de la presencia divina y he aquí lo que le fue revelado:
“Hija mía, el motivo es el
siguiente: son cinco las principales clases de blasfemias cometidas contra el
Inmaculado Corazón de María:
1) Las blasfemias contra la
Inmaculada Concepción
2) Las blasfemias contra su
Virginidad
3) Las blasfemias contra su
Maternidad Divina, negándose al mismo tiempo reconocerla como Madre de los
hombres.
4) Las blasfemias de
aquellos que públicamente tratan de infundir en los corazones de los niños la
indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia esta Madre Inmaculada.
5) Las ofensas de aquellos
que la ultrajan directamente en sus Sagradas Imágenes”.
“He aquí el motivo por el
cual el Corazón Inmaculado de María me ha sugerido pedir esta pequeña
reparación y en consideración a Ella, conmover mi misericordia para perdonar a
las almas que han tenido la desgracia de ofenderla”.
RESUMEN
A- Promesa de María:
Asistirnos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la
salvación de nuestra alma.
B- Condiciones: Durante 5
primeros sábados de mes seguidos:
1- Confesarse (dentro del
plazo anteriormente mencionado)
2- Recibir la Santa Comunión
en Gracia de Dios
3- Rezo del Santo Rosario
4- Meditación durante 15
minutos de los misterios del Rosario (uno o más)
C- Importante: Recordar que
debemos realizar la Confesión, la Comunión, el rezo del Santo Rosario y la
meditación de los misterios en REPARACIÓN POR LOS PECADOS QUE SE COMETEN CONTRA
EL CORAZÓN INMACULADO DE MARIA.
ESPÍRITU DE REPARACIÓN
Todos estos actos de la
devoción, deben hacerse con la intención de reparar las ofensas cometidas en
contra del Inmaculado Corazón de María.
Aquellos que la ofenden
cometen una ofensa doble: ofenden a su Divino Hijo, y ponen en peligro su
salvación.
Esta reparación pone énfasis
en nuestra responsabilidad hacia los pecadores que no oran y no hacen
reparación por sus pecados.
Esta devoción nos presenta
una responsabilidad social y nos recuerda que para ir a Dios debemos amar a
nuestros semejantes y tratar de salvar sus almas.
También nos enseña una forma
excelente de hacerlo, a través del espíritu de reparación al Inmaculado Corazón
de María.
Hay quienes se preocupan de
que se les puede olvidar en cada uno de los cinco sábados ofrecer por la
intención de reparación.
Pero esto se puede evitar
haciendo la resolución de ofrecer esta reparación desde el primer sábado que se
empieza.
“Dios mío yo creo, adoro,
espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, y
no te aman” (el Ángel a los pastorcitos de Fátima)
IMPORTANCIA DE ESTA DEVOCIÓN
En febrero de 1926 se le
apareció el Niño Jesús preguntándole si había difundido la devoción a su
Santísima Madre.
Lucía le contó las
dificultades que tenía en llevar a cabo esta misión. Jesús le respondió que con
su gracia bastaba.
En Fátima, la Virgen misma
desea recomendar esta devoción, especificando “cinco primeros sábados
consecutivos” enriqueciendo esta práctica con la promesa de salvación.
En última instancia, es Dios quien es ofendido
por cada pecado. Por esta razón, es Dios también quien es el objeto último de
cada acto de reparación de los cristianos.
Nosotros no podemos
comprender propiamente el mensaje celestial dado en Fátima en este punto
esencial de reparación si no lo hacemos reparando directamente al Inmaculado
Corazón de María.
Es nuestro Señor mismo quien
nos dice:
“Ten compasión del Corazón
de tu Santísima Madre.
Está cercado de las espinas
que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un
acto de reparación para sacárselas”.
La predestinación de María
en su Maternidad Divina, su colaboración activa en toda la obra de redención,
su misión de ser madre espiritual de toda la Iglesia y de cada persona redimida
por la preciosa sangre de Cristo, constituye una de las leyes básicas de la
divina providencia para la aplicación efectiva de la redención en cada alma.
Por lo tanto, la devoción a
su Inmaculado Corazón debe ser intensificada y extendida.
Consecuentemente quien
ofenda a nuestra Madre, ya sea por blasfemia, por negación de su grandeza en su
misión de corredención, o por tratar de despreciar la devoción a Nuestra Señora
en la Iglesia o en las almas, al mismo tiempo ofende a Dios y a Su Providencia.
Un cristiano que comprende
cuan vil son este tipo de ofensas trata de hacer reparación intensificando su
devoción personal y sus esfuerzos para que el Reino del Corazón de María se
establezca.
Así responde el amor.
Ambos aspectos de la
reparación cristiana: primero directamente a Dios y subordinadamente al corazón
de María, son manifestaciones complementarias de una misma realidad y un mismo
espíritu.
FRUTOS DE ESTA DEVOCIÓN
En toda verdadera devoción a
Nuestra Señora (y la devoción a su Inmaculado Corazón es expresión perfecta de
la verdadera devoción) hay siempre una invitación efectiva a regresar los
corazones a Cristo Salvador.
Cuando se trata de aquellos
que han perdido la gracia, es una llamada a la conversión, a la vida de gracia
y a la salvación eterna.
Cuando se trata de almas que
viven en la gracia de Dios, la verdadera devoción a María, les da un fuerte
impulso por avanzar por la vía de santidad y crea en ellos un espíritu de
apostolado cristiano.
Esta es una ley constante en
la vitalidad de la Iglesia.
Ya sean Instituciones
Marianas, Santuarios Marianos, movimientos y peregrinaciones Marianas, siempre
han sido una llamada irresistible desde el corazón maternal de María, a un
regreso de estas almas a Cristo.
La práctica de los cinco
primeros sábados en reparación, corresponde a este nuevo capitulo de la
santificación y de la eterna salvación de los redimidos.
PROMESA DE SALVACIÓN
Aquellos que practiquen esta
devoción de los cinco primeros sábados, Nuestra Señora prometió:
“Yo os asistiré a la hora de
vuestra muerte con las gracias necesarias de salvación”.
Ella no promete la salvación
eterna, sino las gracias necesarias para la salvación.
Hay muchos testimonios de
almas que son especialmente devotas del Corazón de María, que reciben un
conocimiento del cielo de que la hora de su partida está cerca. No es
precisamente un anuncio de la muerte, pero si una nueva y gentil preocupación
por recibir con más dignidad los sacramentos, con una intención mas pura en
todas sus acciones y se intensifica la caridad y la dedicación al apostolado.
El Corazón de María va
perfeccionando las almas de sus hijos hasta llegar a su encuentro decisivo con
su Divino Salvador.
¡Inmaculado Corazón de
María, sed la salvación del alma mía…. y del mundo entero!
El inmaculado corazón de María su historia y significado
La devoción al Inmaculado
Corazón de María, junto con la del Sagrado Corazón de Jesús, fue promovida por
San Juan Eudes en el siglo 17.
El Papa Pío VII y Pío IX
sugirieron su celebración como Purísimo Corazón de María. En 1944, el Papa
Pío extendió esta devoción a toda la Iglesia fijando la celebración del
Inmaculado Corazón de María el 22 de agosto, ocho días después de la Asunción.
Con la renovación litúrgica,
se le restó importancia a esta fiesta para dársela a las principales fiestas
marianas y, se cambió la fecha para un día después de la fiesta del Sagrado
Corazón de Jesús.
San Juan Eudes, decía que el
Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas y
excelencias que la adornan y que la hacen estar por encima de todas las
creaturas; por ser hija predilecta de Dios Padre, madre muy amada de Jesús
y esposa fiel del Espíritu Santo. Y que ese santísimo Corazón de María es
fuente de todas las virtudes que practicó.
También San Antonio María Claret,
fundador de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, profesó un inmenso
amor a esta advocación. Quiso que sus misioneros, salieran por todo el
mundo extendiendo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Fue un profeta de
Fátima, porque en Fátima la Virgen personalmente nos manifestó que Dios quería
salvar al mundo, por medio de su Inmaculado Corazón.
La fiesta del Inmaculado
Corazón de María sigue a la del Sagrado Corazón de Jesús. El corazón expresa y
es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el
Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la riqueza de esa vida
interior de la Virgen: “María conservaba estas cosas en su corazón”
El corazón de María conservaba
como un tesoro el anuncio del Ángel sobre su Maternidad divina; guardó para
siempre todas las cosas que tuvieron lugar en la noche de Belén, o la adoración
de los pastores ante el pesebre, y la presencia, un poco más tarde, de los
Magos con sus dones,… y la profecía del anciano Simeón, y las preocupaciones
del viaje a Egipto.
Más tarde, el corazón de María
sufrió por la pérdida de Jesús en Jerusalén a los doce años de edad, según lo
relata San Lucas en el evangelio de hoy. Pero María conservaba todas estas
cosas en el corazón….
Jamás olvidaría los
acontecimientos que rodearon a la muerte de su Hijo en la Cruz, ni las palabras
que le oyó decir: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Y al mirar a Juan ella
nos vio a todos nosotros. Vio a todos los hombres. Desde aquel momento nos amó
con su Corazón de madre, con el mismo Corazón que amó a Jesús.
Pero María ejerció su
maternidad desde antes que se consumase la redención en el Calvario, pues Ella
es madre nuestra desde que prestó su colaboración a la salvación de los hombres
en la Anunciación.
En el relato de las bodas de
Cana, San Juan nos revela un rasgo verdaderamente maternal del Corazón de
María: su atenta disposición a las necesidades de los demás. Un corazón
maternal es siempre un corazón atento, vigilante.
La devoción al Corazón de
María no es una devoción más. Nos lleva a aprender a tratar a nuestra
Madre con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a
sus madres en todo momento: no sólo se dirigen a ellas cuando están en
gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que le salen al
paso. Las madres les ayudan a resolver los problemas más insignificantes. Y
ellas – las madres – lo han aprendido de nuestra Madre del Cielo.
Hoy queremos encontrarnos con
María, con nuestra madre. Si recurrimos confiados a ella, ella nos va a decir
qué debemos hacer y sentiremos su amor por nosotros. Ese mismo amor que Jesús
tiene por cada uno de nosotros. y ella nos dirá que nos quiere, que nos quiere
con toda su alma.
Pidamos a Dios que preparó en
el Corazón de María, una morada digna al Espíritu Santo, que haga que nosotros,
por intercesión de la Santísima Virgen lleguemos a ser templos dignos de
su gloria.
Los corazones de Jesús y María
son representados de esta manera, iluminados, ardiendo con las llamas del amor,
para ilustrar su amor divino por la humanidad.
El Inmaculado Corazón de María
lleva además de las llamas del amor divino, símbolos del camino que purificó su
corazón. Las siete heridas y la espada que lo traspasa son referencias bíblicas
a los sufrimientos que soportó como madre de Jesús.
Representa además sus alegrías
y sus tristezas, sus virtudes y perfección, y su amor virginal por Dios el
Padre, su amor maternal por Jesús, el Hijo y su amor compasivo por todos los
seres humanos. Las rosas blancas representan la pureza de su corazón.
Conexión a las escrituras
La
imagen de la espada que traspasa su corazón representa la profecía que le fue
dada a María en el Templo durante la presentación de Jesús de que su corazón
sería traspasado por una espada.
Ya que a
María se le relaciona con las menciones de la sabiduría en el antiguo
testamento, el fuego de su inmaculado corazón representa esta cualidad divina.
Se le
relaciona también con el Evangelio de Juan que presenta a María al pie de la
cruz durante la crucifixión de Jesús. San Agustín explicó esto como la
aportación de María a la redención de la humanidad por medio de la caridad, una
cualidad de su corazón inmaculado.
Consagración
al Sagrado Corazón de María
Oh Corazón
Inmaculado de María, por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de Jesús,
eres la escuela viviente de total consagración y dedicación a Su Corazón.
En tu
Corazón, Oh Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin divisiones, al
Corazón de Jesús; a obedecerle con diligencia y exactitud; servirle con
generosidad y a cooperar activa y responsablemente en los designios de Su
Corazón.
Deseamos
consagrarnos totalmente a tu Corazón Inmaculado y Doloroso que
es el camino perfecto y seguro de llegar al Corazón de Jesús. Tu Corazón, es
también refugio seguro de gracia y santidad, donde nos vamos liberando y
sanando de todas nuestras oscuridades y miserias.
Deseamos
pertenecer a tu Corazón, Oh Virgen Santísima,
sin reservas y en total disponibilidad de amor a la voluntad de Dios, que se
nos manifestará a través de tu mediación maternal.
La virtud
de esta consagración, Oh Inmaculado Corazón,
te pedimos que nos guardes y protejas de todo peligro espiritual y físico. Qué
nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu como arde tu Corazón.
Que unidos
a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo para el mundo, y ungidos
por el poder del Espíritu Santo, seamos instrumentos para dar a un mundo tan
árido y frío, el amor, la alegría y la paz del Corazón de Jesús.
Inmaculado
Corazón de María
María,
Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que
arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y
que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La
Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al
Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones
de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
La
Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su
Madre.
Por
ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María. Esto
se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera
consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al
domingo del Corpus Christi.
Santa
María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor
maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que
nos ayude a conformarnos con su Hijo Jesús.
Venerar
su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico
sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes.
Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás.
El
Corazón de Nuestra Madre nos muestra claramente la respuesta a los impulsos de
sus dinamismos fundamentales, percibidos, por su profunda pureza, en el
auténtico sentido. Al escoger los caminos concretos entre la variedad de las
posibilidades, que como a toda persona se le ofrece, María, preservada de toda
mancha por la gracia, responde ejemplar y rectamente a la dirección de tales
dinamismos, precisamente según la orientación en ellos impresa por el Plan de
Dios.
Ella,
quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a
esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda
de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que
exige el encuentro pleno con Dios Amor.
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