miércoles, 7 de octubre de 2015

Carisma


RASGOS QUE DEFINEN ESTE “ROSTRO SALESIANO”:

1. La caridad pastoral
Se trata de un impulso apostólico que mueve a buscar a Dios y a llevar su mensaje (el Evangelio) a las personas, especialmente, a los jóvenes. La caridad pastoral es el centro y la síntesis de la espiritualidad salesiana.


2. La gracia de unidad

La gracia de la unidad tiene otros nombres que ayudan a entender su significado: interioridad apostólica, dimensión contemplativa de la vida, síntesis vital, único movimiento de amor a Dios y a los jóvenes, liturgia de la vida… Consiste en vivir la gracia de la unificación de la persona tanto en su relación con Dios como en el servicio a las personas.


3. El estilo de oración

Desde la manera de orar de Don Bosco, la oración salesiana tiene estas características:
- en su inspiración: está motivada por el deseo de llevar el evangelio a la vida de los jóvenes.
- en su estilo: es juvenil, popular, gozosa, creativa, sencilla, unida a la vida.
- en las formas: va a lo esencial: Palabra de Dios, Eucaristía, Penitencia, Presencia de María Auxiliadora.


4. La misión juvenil y popular

Amor de predilección por los jóvenes: Los jóvenes no son simples beneficiarios de una actividad; son la vocación del salesiano. “Me basta que seáis jóvenes para amaros” decía Don Bosco.
El pueblo es el ambiente natural y ordinario donde se hace la opción juvenil, el lugar social y humano donde se busca y se encuentra a la juventud.


5. El optimismo y el gozo de la esperanza

“Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres” decía Domingo Savio, alumno de Don Bosco, a un compañero nuevo en el Oratorio. Partiendo del Cristo Resucitado, este optimismo se traduce en:
- tener fe en la victoria del bien: para ello, hay que saber conectar con la cuerda sensible del corazón.
- estar abiertos a los valores humanos: más que lamentarse, el salesiano capta los valores del mundo y trata de darles cauce adecuado de cara a la educación de la fe.
- educar en las alegrías cotidianas: la educación trata de aprender a saborear con sencillez las múltiples alegrías humanas que Dios ha puesto en nuestro camino.


6. La ascesis de la bondad

El amor, en la educación, es pedagogía; pero no sólo. El amor es… ¡TODO! Cuando esto se da (el sentirse llamado lo garantiza) el joven es amado y se da cuenta de ello; y desde esta experiencia, el joven da, lo da todo, se da. Esto exige del educador salesiano una ascesis continua y profunda para dar cabida, en la propia existencia, al joven y su anhelo de Dios.


7. El trabajo y la templanza

Ser consecuente con el “ser salesiano” lleva consigo el ser un gran trabajador… como lo fue Don Bosco. Al mismo tiempo, la tarea de la educación impone una actitud de libertad “de” y “para”. Este proceso de liberación exige, para que la melodía suene armónica, que el educador esté siempre ¡templado!, afinado. El trabajo y la templanza constituyen el campo de la ascesis salesiana.


8. El espíritu de iniciativa

Una de las manifestaciones del celo propio de la “caridad pastoral” es el espíritu de iniciativa. Es una labor de discernimiento espiritual que propicia el lanzamiento generoso, desde la confianza en El Señor, a la misión evangélica dentro de las múltiples posibilidades que ofrece la vida concreta.


9. El arraigo en el misterio de Cristo y la vida en manos de María

El “hombre nuevo” al que tiende la educación promovida por Don Bosco y por sus hijos, es el hombre nuevo proclamado por Jesucristo. Estar arraigado en Cristo es la alegría más íntima que puede tener un miembro de la Familia Salesiana. En el misterio cristiano aparece María, en su relación vital con su Hijo; Ella, desde ahí, nos enseña el camino que conduce hacia ÉL; es Educadora: Inmaculada y Auxiliadora


10. El sentido de Iglesia

Del amor a Cristo nace inseparablemente el amor a su iglesia
El salesiano se ve a sí mismo como miembro vivo de la Iglesia viva: ¡ni más… ni menos!
Desde el sentido fuerte de Iglesia universal vive la pertenencia activa a la Iglesia local trabajando en comunión con todos: seglares, sacerdotes, religiosos.
El amor y la fidelidad al sucesor de Pedro es una muestra clara del amor a la Iglesia.


11. Vinculación Salesiana de esta Hermandad

Como Corporación nacida del mismo seno de la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos, la Hermandad ha manifestado desde su fundación su marcado carácter salesiano.
El impulso apostólico, el servicio a las personas, la sencillez de las celebraciones, el deseo de estar presente entre los jóvenes y las familias humildes, el trabajo, la iniciativa y la profunda devoción mariana son aspectos de la espiritualidad salesiana que han calado hondamente en la cofradía.

La presencia constante en las actividades de la Familia Salesiana y la permanente asistencia a los encuentros inspectoriales de hermandades salesianas han sido reflejo de esta profunda vinculación carismática.






Don Bosco dedicó su vida a atender a los jóvenes, especialmente a los más pobres, que vivían en la calle y que eran explotados en trabajos donde su vida corría peligro. Él les ofreció un ambiente donde podían educarse y sentirse seguros, como si fuese una gran familia. Este es el carisma de la Familia Salesiana. Si vemos en el diccionario que significa carisma, encontramos esta definición:

“Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad; capacidad especial de algunas personas para atraer o fascinar“.

Entonces, ¿cúal es el carisma salesiano?

San Juan Bosco basó toda su obra en dos grandes pilares: La Eucaristía y María Auxiliadora; y fue a ellos a quienes pidió que les ayudasen para poder luchar por sus “chicos”, como él les llamaba. Con sus acciones y su ejemplo, fue mostrando su carisma, mismo que plasmó en la Congregación que fundaría años más tarde y que, hoy en día, sigue trabajando en todo el mundo por la juventud.

El Carisma Salesiano se basa en la propuesta de santidad como una alegría profunda en lo cotidiano, es decir que, sin importar lo que hagamos, hay que hacerlo con alegría; aún los momentos difíciles debemos estar alegres porque somos amados por Dios y Él está siempre con nosotros. Don Bosco repetía constantemente: “Para nosotros la santidad consiste en estar siempre alegres“.

Además de ello, otra de las características del Carisma Salesiano es la cordialidad y el ambiente familiar en que se desarrolla su labor basada en el Sistema Preventivo, apoyado en la razón, la religión y la amabilidad. Con ello busca dar confianza a los jóvenes para que disipen sus miedos y abran sus corazones para poder sembrar valores en ellos. Crear un espacio en donde se pueda convivir en total libertad, seguridad y alegría.

Todo esto lo podemos ver reflejado en los Salesianos que hoy en día siguen luchando incansablemente por la salvación de las almas (Da mihi animas coetera tolle) alrededor del mundo y que, confiando en María Auxiliadora ponen cada día en práctica el ejemplo de Don Bosco.

“El carisma salesiano es la peculiar forma de vida de los Salesianos, fruto de la consagración al Señor por medio de la profesión religiosa y que se expresa a través de la misión a favor de los jóvenes, especialmente los más pobres, abandonados y en situación de riesgo psico-social, realizada por las comunidades con una pedagogía y espiritualidad propias, la del Sistema Preventivo. 

En su calidad de «carisma» es un don del Espíritu y, como tal, está al servicio de la Iglesia, de su vida y de su misión. Este carisma se puede vivir por consagrados y laicos, sacerdotes y laicos, adultos y jóvenes, pero queda caracterizado siempre por su inspiración en Don Bosco, en sus grandes convicciones (los jóvenes, la educación, el sistema preventivo), por la pasión del «Da mihi animas», que era el programa de Don Bosco, por la devoción a María Auxiliadora.” (Don Pascual Chávez- Ex Rector Mayor de los Salesianos)

El Carisma Salesiano es la vivencia espiritual del sentir de Don Bosco y del don de Dios para la Iglesia desde la conexión que brinda el tener un mismo corazón y una misma alma para vivir en fraternidad la misión en favor de todos los destinatarios del mensaje Evangelizador en el lenguaje de amor y acogida instituido por Don Bosco.