martes, 29 de septiembre de 2015
La madre de Jesús
10:22
SANTA MARÍA-LA MADRE DE JESÚS
El Catecismo de la Iglesia Católica nos habla acerca de la Santísima Virgen y esto es lo que nos dice…
Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo...
484 La Anunciación a María inaugura "la plenitud de los tiempos"(Ga 4, 4), es decir, el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará "corporalmente la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9). La respuesta divina a su "¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?" (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti" (Lc 1, 35).
485 La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo (cf. Jn 16, 14-15). El Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él que es "el Señor que da la vida", haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya.
486 El Hijo único del Padre, al ser concebido como hombre en el seno de la Virgen María es "Cristo", es decir, el ungido por el Espíritu Santo (cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35), desde el principio de su existencia humana, aunque su manifestación no tuviera lugar sino progresivamente: a los pastores (cf. Lc 2,8-20), a los magos (cf. Mt 2, 1-12), a Juan Bautista (cf. Jn 1, 31-34), a los discípulos (cf. Jn 2, 11). Por tanto, toda la vida de Jesucristo manifestará "cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10, 38).
II... Nació de la Virgen María
487 Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo.
La predestinación de María
488 "Dios envió a su Hijo" (Ga 4, 4), pero para "formarle un cuerpo" (cf. Hb 10, 5) quiso la libre cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de su Hijo a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, a "una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27):
«El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida» (LG 56; cf. 61).
489 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del Maligno (cf. Gn 3, 15) y la de ser la madre de todos los vivientes (cf. Gn 3, 20). En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf. Gn 18, 10-14; 21,1-2). Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil (cf. 1 Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel (cf. 1 S 1), Débora, Rut, Judit, y Ester, y muchas otras mujeres. María "sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación" (LG 55).
La Inmaculada Concepción
490 Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante" (LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de gracia" (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.
491 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:
«... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: DS, 2803).
492 Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido [...] con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor" (cf. Ef 1, 4).
493 Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" (Panaghia), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo" (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.
"Hágase en mí según tu palabra...”
494 Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María respondió por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que "nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 37-38). Así, dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención (cf. LG 56):
«Ella, en efecto, como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar "el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a María "Madre de los vivientes" y afirman con mayor frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por María"». (LG. 56; cf. Adversus haereses, 3, 22, 4).
La maternidad divina de María
495 Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús"(Jn 2, 1; 19, 25; cf. Mt 13, 55, etc.), María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo (cf Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios [Theotokos] (cf. Concilio de Éfeso, año 649: DS, 251).
La virginidad de María
496 Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10-64), la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue concebido absque semine ex Spiritu Sancto (Concilio de Letrán, año 649; DS, 503), esto es, sin semilla de varón, por obra del Espíritu Santo. Los Padres ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra:
Así, san Ignacio de Antioquía (comienzos del siglo II): «Estáis firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios según la voluntad y el poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen [...] Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato [...] padeció verdaderamente, como también resucitó verdaderamente» (Epistula ad Smyrnaeos, 1-2).
497 Los relatos evangélicos (cf. Mt 1, 18-25; Lc 1, 26-38) presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas (cf. Lc 1, 34): "Lo concebido en ella viene del Espíritu Santo", dice el ángel a José a propósito de María, su desposada (Mt 1, 20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isaías: "He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo" (Is 7, 14) según la versión griega de Mt 1, 23.
Anécdotas y enseñanzas
9:16
DON BOSCO - ANÉCDOTAS Y ENSEÑANZAS
UN PEDACITO DE CIELO
LO ARREGLA TODO
Un día fue a visitar al Padre Cottolengo el Padre Juan
Bosco.
- Padre Cottolengo - dijo el joven Bosco -
vengo a pedirle un consejo: ¿qué remedio debo recomendar a las personas que
vienen a contar que están aburridas de la vida, desesperadas y llenas de mal
genio por la pobreza, por las enfermedades o por el mal trato que les dan los
demás?
- ;Mira, Bosco - respondió Cottolengo. El mal
de aburrimiento y de la desesperación es el mal moderno más común de todos.
Para combatirlo, nos ha mandado Dios un gran remedio siempre antiguo y siempre
nuevo: pensar en el cielo que nos espera. No olvides nunca que: un pedacito de
cielo lo arregla todo.
Se fue Don Bosco a practicar el consejo recibido de tan
popular apóstol, y pronto empezó a notar los maravillosos resultados. Llegaban
a su despacho individuos malhumorados, que no saludaban a ninguno de los que
estaban en la sala esperando turno para ser atendidos; personas consumidas por
la tristeza y carcomidas por la angustia. El Padre Bosco, recordando que un
pedacito de cielo lo arregla todo, les hablaba de cómo hay que vivir como
resucitados, con la alegría del cielo que nos espera, de esa alegría que
gozaremos en plenitud dentro de poco tiempo…
Aquellas personas cambiaban de semblante. Parecían renacer
de nuevo…
OBEDECE Y TE BASTA
- ¿Por qué haces esto? ¿Quieres morirte de
frío?
- No. No moriré de
frío. Jesús, en la cueva de Belén y en la cruz, estaba menos cubierto que yo.
Desde entonces le prohibió formalmente hacer ninguna
penitencia sin su permiso.
Domingo quedó triste. Don Bosco le insistió:
- La penitencia que
el Señor quiere de ti es la obediencia. Obedece y te basta.
- ¿De verdad que no me permite ninguna
penitencia?
- Sí. Te permito la penitencia de soportar
con paciencia los insultos con que te ofendan, aceptar con resignación el
calor, el frío, el viento, la lluvia, el cansancio y todas las incomodidades de
la salud que Dios te mande.
- Pero esto se sufre por necesidad.
- Lo que tengas que
sufrir por necesidad, ofrécelo a Dios y se convertirá en virtud y mérito.
EL SACRIFICIO DE LA MISA
Mamá Margarita, la madre de Don Bosco, mientras su hijo se
preparaba para ser ordenado sacerdote, le decía:
- ;Acuérdate
Juanito que empezar a decir Misa es empezar a sufrir.
ÉXITO SIN CASTIGOS
Don Bosco tenía mucho éxito con los jóvenes y ejercía en
ellos una gran influencia.
¿A qué se debe? Él mismo cuenta:
- No recuerdo haber
empleado nunca un castigo propiamente dicho. Por la gracia de Dios, siempre he
podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aún mis
menores deseos.
Un domingo por la mañana, un acróbata ambulante dio una
función pública y los niños no acudieron a la iglesia. Don Bosco desafió al
acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente
con los chicos a la misa.
Los jóvenes decían:
- Ese es el Padre
que está siempre alegre, el Padre de los cuentos lindos.
SABÍAS QUE ...
·
En el año
1880, se celebró en Turín, la
EXPOSICION UNIVERSAL. El oratorio
de valdocco participó en la
exposición presentando un PABELLÓN, totalmente dedicado a la
imprenta. Según las crónicas de la
época, fue uno de los
pabellones más visitados
por el público en
general y por personalidades, de
alto rango. Tal es
así que un sencillo sacerdote
llamado AQUILES RATTI,
visito el pabellón
del Oratorio, pero lo que a lo
mejor no sabías es que
ese sacerdote con el paso del tiempo
se llamaría EL
PAPA PIO XI.
· ¿Sabías
que a Don Bosco no lo enterraron en Turín, como hubiera sido lo normal, sino que lo enterraron en el colegio salesiano de VALSALICE?
· Sabías que los primeros
jóvenes que fundaron la congregación salesiana juntamente con Don Bosco, tenían edades
comprendidas entre los 17 años y
los 26?
Don Bosco en esa fecha
tenía 39 años.
· Sabias
que una de las primeras enfermedades de Don Bosco, exactamente la
del año 1845, era enfermedad
de pulmón y
que era heredada
de la familia de su Madre
Margarita?.
· Has oído alguna vez , que la frase que
Don Bosco dijo “ Grandes funerales
en la corte?, se refería a la
muerte de la reina madre de Víctor Manuel, rey
de Italia y la de su esposa la reina
Adelaida?
· Los
valdenses son protestantes que
quisieron atentar varias
veces contra la vida de Don Bosco, pero sabías
que siempre salió ileso
porque lo defendía
un perro llamado
EL GRIS?.
. Sabías que cuando Don Bosco
comenzó a trabajar con los jóvenes, en Turín había
7000 jóvenes menores de 10 años
que trabajaban de sol a sol , como albañiles, carpinteros,
limpiachimeneas y que
eran los esclavos de la
incipiente era industrial y explotados
por dueños sin
corazón?
· Sabías
que Don Bosco padeció muchas
enfermedades a lo largo de su
vida? Padecía de los ojos
desde los años 1846, de los pulmones, cuando escupe sangre, hinchazón en los pies y en los
tobillos, palpitaciones de corazón dolor
agudo de cabeza y dolor
profundo en el sacro , que le
impide a veces estar sentado
o de pie. Un médico de Marsella,
lo vió y dijo de
él: ” a los 65 años su cuerpo es
un paño imposible de remendar”.
· Sabias
que desde el año 1875
hasta el año de su muerte
Don Bosco mandó 10 expediciones
misioneras y 150
salesianos como misioneros?
· Has oído hablar alguna vez de la Compañía de San Luis, de la Compañía de la Inmaculada
y de la Compañía de San José?
Pues eran los nombres de los
grupos de fe que Don Bosco
fundó y que
son parecidos a nuestro grupos
actuales.
· Conoces
el hecho de que Don Bosco estuvo
en Barcelona en la Iglesia de la
Merced, patrona de la ciudad
y allí un
grupo de señores de la ciudad le regalaron
el monte del Tibidabo , para que construyera un templo en honor del Corazón de Jesús?
· Sabias
que Don Bosco es coetáneo del Concilio Vaticano I, y que en
el sueño de Don Bosco de las dos
columnas , se refería a
los sufrimientos y penalidades del Papa Pio IX, en la
toma de la ciudad de Roma y por
lo que se dispersaron los Obispos, sin terminar el Concilio?
LA CONFESIÓN
Don
Bosco fue un apóstol de la confesión y leía las conciencias por un don especial
que Dios le dio:
“Confesaba
en las iglesias, confesaba en las casas, y confesaba en todas partes.
Había
obtenido del Papa Pío IX autorización para confesar quocumque Ecclesiae loco,
es decir, en todas partes. ¿Quién puede contar el número de almas restituidas a
la gracia de Dios por su celo sacerdotal? En el tren, en carruaje, en el campo,
detrás de un arenal o de un cercado y aun en la ciudad, cuando el caso lo
requería, confesaba. Ocurría a veces que alguna persona le rogaba que entrase
en la iglesia más cercana para oírla en confesión, y entonces el confesionario
inmediatamente se veía cercado de penitentes.
Desde
1842, esto es, desde el año en que recibió facultad para confesar, se había
formado este propósito: Cuando sea llamado para oír las confesiones de los
fieles, si hay prisa, interrumpiré el rezo y aún haré más breve la preparación
y la acción de gracias de la misa, a fin de prestarme a ejercitar este sagrado
ministerio. Y como se lo propuso, así lo cumplió”
REFIERE
DON FRANCISCO CERRUTI HABER OÍDO DE DON BOSCO MISMO EL HECHO SIGUIENTE
“Un
día fue a buscarme una señora y me rogó con grande empeño que fuese a visitar
a cierto enfermo próximo a morirse. Tratábase de una persona muy importante en
la masonería, que se había negado a recibir a cuantos sacerdotes intentaron
confesarlo, y sólo a duras penas consintió en que llamaran a Don Bosco. Yo fui
allá; pero apenas entré en la habitación y cerré la puerta me dijo reuniendo
todas las fuerzas que le quedaban:
¿Viene
usted como amigo o como sacerdote? ¡Ay de usted si llega a nombrarme siquiera
la palabra confesión!
Y
mostró dos revólveres que tenía, uno en cada lado de la cama. Me los apuntó al
pecho y continuó: Recuerde bien que en el momento en que me hable de confesión
uno de estos revólveres lo dispararé contra usted y el otro contra mí; sólo me
quedan pocos días de vida.
Le respondí que estuviese tranquilo y que no le hablaría de confesión sin su permiso. Le pregunté sobre su enfermedad y el parecer de los médicos. Después desvié la conversación sobre puntos de Historia y me detuve en contarle la muerte de Voltaire.
Acabada la narración, añadí:
Tocante
al fin de Voltaire creen algunos que se ha condenado; no lo digo yo, o al menos
no me atrevo a asegurarlo, porque sé que la misericordia de Dios es infinita.
¿Cómo?
¿Hay todavía esperanza para Voltaire? Entonces tenga la bondad de confesarme.
Me
acerqué a él, lo preparé y lo confesé. Cuando le di la absolución prorrumpió en
copioso llanto, exclamando que jamás había gozado de tanta paz en su vida como
en aquel momento. Hizo todas las retractaciones que se le pidieron. Al día
siguiente, recibió el santo viático, pero antes llamó a su habitación a todos
los de la casa y públicamente pidió perdón del escándalo que les había dado.
Después del viático mejoró bastante, vivió todavía dos o tres meses, que empleó
en rezar y pedir con frecuencia perdón por sus escándalos y en recibir varias
veces con gran edificación a Jesús sacramentado.
Debes
saber (acabó diciendo Don Bosco) que aquel señor era de un grado muy elevado en
la masonería. Demos gracias por todo al Señor”
Este
es su sueño mas famoso
Sus tres grandes amores son Jesús Sacramentado, María Auxiliadora y el Sumo Pontífice, quienes fueron protagonistas en uno de sus más famosos sueños proféticos:
Don
Bosco vio que una gran barca (la Iglesia) navegaba en un mar tempestuoso
piloteada por el Romano Pontífice, y a su alrededor muchísimas navecillas
pequeñas (los cristianos). De pronto aparecieron un sinnúmero de naves enemigas
armadas de cañones (el ateísmo, la corrupción, la incredulidad, el secularismo,
etc., etc.) y empezó una tremenda batalla.
A
los cañones enemigos se unen las olas violentas y el viento tempestuoso. Las
naves enemigas cercan y rodean completamente a la Nave Grande de la Iglesia y a
todas las navecillas pequeñas de los cristianos. Y cuando ya el ataque es tan
pavoroso que todo parece perdido, emergen desde el fondo del mar dos inmensas y
poderosas columnas (o pilares). Sobre la primera columna está la Sagrada
Eucaristía, y sobre la otra la imagen de la Virgen Santísima.
La
nave del Papa y las navecillas de los cristianos se acercan a los dos pilares y
asegurándose de ellos ya no tienen peligro de hundirse. Luego, desde las dos
columnas sale un viento fortísimo que aleja o hunde a las naves enemigas, y en
cambio a las naves amigas les arregla todos sus daños.
Todo
el ejército enemigo se retira derrotado, y los cristianos con el Santo Padre a
la cabeza entonan un Himno de Acción de Gracias a Jesús Sacramentado y a María
Auxiliadora. El sueño es detallado e incluye a varios papas...
«La
Iglesia deberá pasar tiempos críticos y sufrir graves daños, pero al fin el
Cielo mismo intervendrá para salvarla. Después vendrá la paz y habrá en la
Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento».
Estimamos
que la visión de los pilares es muy actual. Corresponde a la visión del S.S.
Juan Pablo II para la Iglesia. Nosotros debemos estar en sintonía
espiritual con el Papa y cooperar con el de todo corazón para que la barca, la
Iglesia, avance hacia los pilares.
En una ocasión, antes de empezar la celebración de la Eucaristía, Don Bosco, vio que el sacristán retiraba a empujones de la sacristía a un joven de no muy buen aspecto. Don Bosco intercedió por él para que no lo echara. Terminada la celebración, Don Bosco se le acercó y le preguntó su nombre, él le respondió: “Bartolomé Garelli” , supo que el muchacho no había recibido la primera comunión, que era pobre, no tenía padres y no sabía nada del catecismo, al preguntarle si quería aprenderlo, el muchacho respondió que no porque era ya grande y se burlarían, Don Bosco, interesado siempre en hacer sentir a sus jóvenes amados le pregunta “y sabes silbar?” con ese pequeño gesto, se ganó su confianza y empezó a enseñar a partir de ese día a Bartolomé, al domingo siguiente, el joven llegó con 20 muchachos más.
OBEDECE Y TE BASTA
Uno de los jóvenes que estudió con Don Bosco fue Santo Domingo Savio. Este niño gustaba de hacer sacrificios al Señor por el bien de las almas y aunque Don Bosco le decía que no hacía falta que martirizara su cuerpo pasando necesidades, lo descubrió en algún momento durmiendo en pleno invierno cubierto solamente con una colcha a lo que Don Bosco le preguntó si quería morir de frio pero Domingo le dijo que eso no pasaría, que en el granero de Belén el niño Jesús había estado abrigado con menos. Don Bosco le prohibió hacer esta clase de penitencias sin contar con su aprobación, a lo que Domingo quedó muy triste.
Don Bosco le enseñó que la penitencia que él debía seguir era la de sufrir con paciencia las incomodidades: frio, calor, insultos, cansancios, etc, pues lo que se sufre por necesidad, si se ofrece a Dios se convierte en mérito y en virtud.
En 1880 el Oratorio de Don Bosco de Valdocco, participó en una Exposición, presentando un pabellón que en su totalidad se destinó para la imprenta. Dicho pabellón tuvo gran acogida y entre las diversas personalidades importantes que lo visitaron, estuvo también un sacerdote llamado Aquiles Ratti, quién más adelante sería el Papa Pio XI.
La vida de Don Bosco giraba primeramente en torno a Dios y a la Santísima Virgen. Él supo vivir lo que era gastarse y desgastarse por amor al Señor, razón por la que a lo largo de su vida padeció enfermedades debido al exceso de trabajo y poco descanso. Estuvo enfermo de los pulmones, de los ojos, sus tobillos se inflamaban con frecuencia, sufría fuertes dolores de cabeza y palpitaciones en su corazón y a veces el fuerte dolor en el sacro le molestaba mucho para estar sentado o de pie. En Marsella, el médico que a veces lo trataba decía que, a sus 65 años, Don Bosco tenía el cuerpo como un paño difícil de remendar. Más esto nunca fue obstáculo para cumplir comprometidamente su labor evangelizadora y entre muchos ejemplos, citamos que desde 1875 hasta el año de su muerte, en 1888, Don Bosco logró enviar 10 expediciones misioneras con unos 150 salesianos.
Don Bosco siempre fue un hombre de fe sólida, sus amores más grandes eran Jesús Eucaristía, la Santísima Virgen y el Papa. Llevó a cabo importantes obras como colegios e iglesias y se preocupó por difundir las buenas lecturas, empezando pos sus hojas de “Recuerdos para los católicos”, luego el folleto “Avisos a los católicos” y su acogida fue tal que llegó a producir más de 200.000 ejemplares. Luego publicó libros a los que llamó “Lecturas católicas”. Todo esto lo llevó a ser muy perseguido por enemigos de su fe pero en los peores momentos, aparecía inexplicablemente de la nada un perro gris que lo defendía y que incluso, a veces, le impedía tomar ciertos caminos o salir de su casa, protegiéndolo.
Un hecho extraordinario de la vida del santo. (El Gris)
Un perro, no menos extraordinario, jugó un papel muy importante en la vida de San Juan Bosco. Muchos hechos misteriosos y extraños se dieron a lugar con este enigmatico canino que aparecía sigilosamente en medio de las dificultades o cuando al venerable santo le estaba por suceder algo terriblemente malo.
Se cuenta que una noche de otoño de 1853, Juan Bosco, iba por una calle de mala fama de Turín. De pronto apareció un perro que empezó a seguirlo. El sacerdote miró sorprendido a ese animal que nunca había visto. Se acercó a él y lo acarició. El perro se estuvo quieto un momento y después se alejó. A partir de entonces, cada vez que el sacerdote se encontraba solo por la noche en un sitio peligroso, lo acompañaría aquel perro llegado de ninguna parte que después desaparecería sin dejar rastros.. Don Bosco le puso el nombre de “Grigio”, es decir “Gris”.
En efecto, el animal era de ese color. De tamaño grande, tenía el hocico fino, orejas rectas, pelaje abundante y la cola totalmente levantada.
Acudía en el momento más oportuno
- En aquella época, las persecuciones contra Don Bosco venían de los valdenses, unos heréticos cuyo último bastión fue el Piamonte y que rechazaban el culto de los santos, el sacerdocio y la mayoría de los sacramentos. Una noche un hombre disparó contra Don Bosco Habiendo fallado se lanzó sobre su víctima. Pero "Gris" estaba allí; Saltó sobre aquel malvado y lo obligó a huir.
- En otra oportunidad Otra vez, Juan Bosco iba caminando, y unos cuantos pasos detrás se acercaban dos individuos. Sintiendo el peligro dio media vuelta, pero antes de que pudiera gritar se le echaron encima los y le cubrieron la cabeza con una bolsa. Apareciendo de la nada, "Gris" se puso a ladrar y tiró al suelo a uno de los hombres al que inmovilizó agarrándole la garganta con los colmillos, mientras el otro huía. Don Bosco le hizo comprender al perro que soltara al bribón que también huyó corriendo.
- Otra noche, al sacerdote lo atacó un malandrín armado con una estaca. Juan Bosco, que no conseguía escapar, le tuvo que dar una trompada muy fuerte. El malhechor lanzó un grito y de los matorrales cercanos empezaron a salir todos sus cómplices. El sacerdote se sintió perdido. Pero Gris apareció una vez más. Y se puso a dar vueltas alrededor de él, enseñando los colmillos:
- Por favor, gritó uno de los hombres, Llame a su perro, ¿no ve que va a morderme?
¿Y que quiere Ud. que haga?, dijo Don Bosco
- Perdónenos, Sr. Cura, somos unos pobres tipos; nos han dado mil francos....
¿Y por esa cantidad me habrían matado?
- Llame a su perro, por favor
Primero prométanme que me dejarán tranquilo a partir de ahora.
- Se lo juramos por la Virgen
"Gris", ven. ¡Bravo me has salvado la vida!.
¿Y que quiere Ud. que haga?, dijo Don Bosco
- Perdónenos, Sr. Cura, somos unos pobres tipos; nos han dado mil francos....
¿Y por esa cantidad me habrían matado?
- Llame a su perro, por favor
Primero prométanme que me dejarán tranquilo a partir de ahora.
- Se lo juramos por la Virgen
"Gris", ven. ¡Bravo me has salvado la vida!.
En una ocasión, el Gris se puso a gruñirle a Don Bosco.
Una noche, el cura quería salir y "Gris" se lo impidió. Durante media hora le cerró el paso obligándolo a quedarse en casa. Un cuarto de hora más tarde, llegó un vecino para advertirle, que había escuchado una conversación donde se había enterado de que le preparaban una emboscada... ¿Cómo pudo saberlo el perro?
Otra noche, el perro llegó al Patronato. Se acercó al Cura, puso el hocico en la mesa donde aquel estaba cenando y volvió a salir. Juan Bosco comprendió. Un amigo lo había traído más pronto de lo previsto. Inquieto porque no lo había visto regresar, Gris quiso asegurarse de que realmente estaba allí.
El perro, nunca le aceptó comida a Don Bosco, ni por supuesto ningún cobijo. En cuánto a los niños estos podían acariciarlo y hacerle cuantas travesuras se le ocurrieran; dejaba que le tiraran de los pelos o de las orejas. Cuando desaparecieron las persecuciones contra Don Bosco, el Gris dejó de presentarse.
domingo, 27 de septiembre de 2015
Modalidades
12:45
Clásicamente
oración se define como " la elevación de la mente y el corazón hacia
Dios". Jesús hace esto, radicalmente, siendo completamente honesto.
En su libro Paso
Hacia la libertad, Martin Luther King relata cómo una noche, después de recibir
una amenaza de muerte, él se asustó, se entregó al miedo, y, no muy diferente a
Jesús en Getsemaní, literalmente, se derrumbó en el suelo con miedo, con
soledad, con impotencia – y en oración. El confesó que su oración esa noche fue
toda una súplica a Dios para que le permitiera encontrar una forma honorable de
escapar, sin embargo Dios pidió algo más de él. He aquí sus palabras finales a
Dios en oración:
"Aunque ahora
tengo miedo. Las personas me están buscando por liderazgo, y si me presento ante
ellos sin fuerza y valor?, ellos también se tambalearán. Estoy al final de mis
poderes. No me queda nada. He llegado hasta el punto donde no puedo afrontarlo
solo." Luego añade: "En ese momento sentí la presencia de Dios como
nunca lo había experimentado antes." Un ángel le encontró.
Cuando oramos
sinceramente, cualquiera que sea nuestro dolor, un ángel de Dios siempre nos
encontrará.
"No sabemos
orar como conviene", decía san Pablo en la carta a los Romanos. Nadie
podría enseñarnos a orar como Jesús y, por eso, le suplicamos como sus
discípulos: "Señor, enséñanos a orar". El Espíritu viene en nuestra
ayuda. Y nos enseña a través de personas inspiradas, que nos comunican su
experiencia de oración y nos muestran el camino.
El Evangelio nos
enseña qué es lo que pide el Señor:
Llega la hora
-dice- en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad. Porque Dios es espíritu y, por esto, tales son los adoradores que
busca.
Nosotros somos los
verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes, ya que, orando en espíritu,
ofrecemos el sacrificio espiritual de la oración, la ofrenda adecuada y
agradable a Dios, la que él pedía, la que él preveía.
Esta ofrenda:
Ofrecida de corazón
Alimentada con la
fe
Cuidada con la
verdad
Íntegra por la
inocencia
Limpia por la
castidad
Coronada con el
amor
Es la que debemos
llevar al altar de Dios, con el acompañamiento solemne de las buenas obras, en
medio de salmos e himnos, seguros de que con ella alcanzaremos de Dios
cualquier cosa que le pidamos.
La oración escuchada
¿Qué podrá negar
Dios, en efecto, a una oración que procede del espíritu y de la verdad, si es
él quien la exige? Hemos leído, oído y creído los argumentos que demuestran su
gran eficacia.
En tiempos pasados, la oración liberaba:
Del fuego
De las bestias
De la falta de
alimento,
y sin embargo no
había recibido aún de Cristo su forma propia.
¡Cuánta más
eficacia no tendrá, pues, la oración cristiana! Ciertamente:
No hace venir el
rocío angélico en medio del fuego,
Ni cierra la boca
de los leones,
Ni transporta a los
hambrientos la comida de los segadores (como en aquellos casos del antiguo
Testamento);
No impide
milagrosamente el sufrimiento,
sino que, sin
evitarles el dolor a los que sufren,
los fortalece con
la resignación,
con su fuerza les
aumenta la gracia para que vean, con los ojos de la fe, el premio reservado a
los que sufren por el nombre de Dios.
En el pasado, la oración:
Hacía venir
calamidades
Aniquilaba los
ejércitos enemigos
Impedía la lluvia
necesaria.
Ahora, por el contrario,
La oración del
justo aparta la ira de Dios,
Vela en favor de
los enemigos,
Suplica por los
perseguidores.
¿Qué tiene de
extraño que haga caer el agua del cielo, si pudo impetrar que de allí bajara
fuego?
La oración es lo
único que tiene poder sobre Dios; pero Cristo no quiso que sirviera para operar
mal alguno, sino que toda la eficacia que él le ha dado ha de servir para el
bien.
Por esto, su finalidad es:
Servir de sufragio
a las almas de los difuntos
Robustecer a los
débiles
Curar a los
enfermos
Liberar a los
posesos
Abrir las puertas
de las cárceles
Deshacer las
ataduras de los inocentes.
La oración sirve también
Para perdonar los
pecados
Para apartar las
tentaciones
Para hacer que
cesen las persecuciones
Para consolar a los
abatidos
Para deleitar a los
magnánimos
Para guiar a los
peregrinos
Para mitigar las
tempestades
Para impedir su
actuación a los ladrones
Para alimentar a
los pobres
Para llevar por
buen camino a los ricos
Para levantar a los
caídos, para sostener a los que van a caer
Para hacer que
resistan los que están en pie.
El cosmos en oración
Oran los mismos
ángeles
Ora toda la
creación
Oran los animales
domésticos y los salvajes, y doblan las rodillas y, cuando salen de sus
establos o guaridas, levantan la vista hacia el cielo y con la boca, a su
manera, hacen vibrar el aire.
También las aves,
cuando despiertan, alzan el vuelo hacia el cielo y extienden las alas, en lugar
de las manos, en forma de cruz y dicen algo que asemeja una oración.
¿Qué más podemos
añadir acerca de la oración? El mismo Señor en persona oró; a él sea el honor y
el poder por los siglos de los siglos.
Anteriormente les contamos algunas modalidades de oración, hoy vamos a conocer otras y en nuestra próxima entrega aprenderemos acerca de los tipos de oración.
Oración de Ofrecimiento:
Es una forma de orar en la que se ofrece al Señor prescindir de algo que no conviene pero que se ama mucho o a lo que se está muy apegado por amor a Él y deseo de no ofenderle. También se le puede ofrecer llevar a cabo un acto o gesto que cuesta mucho trabajo pero que se hará en Su nombre solamente por agradarlo. Otra forma es ofrendar una situación, ya sea para ponerla en Sus manos aceptándola aunque sea difícil o bien para honrarlo a Él por las bendiciones que dicha situación ha traído. Es así como se le puede ofrecer la llegada de un hijo, lograr los grados del bachillerato o de la universidad, la resignación frente a la muerte de un ser querido, obtener el empleo deseado, etc, ofreciendo todo a Él como dueño y creador de cuanto existe.
En la publicación anterior les contamos acerca de algunas modalidades de oración, hoy vamos a explicarles en qué consiste cada una.
I. La bendición y la adoración
La oración de
bendición busca explícitamente la bendición de Dios, es decir, que su bendición
venga sobre nosotros. Al bendecir, es la palabra de Dios Creador la que viene
sobre nosotros, por ejemplo, en el caso de Abraham «Yo haré de ti un gran
pueblo, te bendeciré y haré famoso tu nombre (…) Por ti serán benditas todas
las naciones de la tierra» (Gn 12,2-3), y de esta bendición son herederos
también sus descendientes (Gn 22,18).
Durante la
celebración litúrgica, la bendición se recibe desde la dimensión de la trinidad
manifiesta en ese Dios Padre que crea, Dios Hijo que salva y Dios Espíritu
Santo que fortalece y derrama sobre nosotros los dones de Dios.
Cuando pedimos la
bendición queremos ser protegidos, consagrados, puestos al cuidado de nuestro Señor,
de ahí que sea común que quienes se aman se bendigan entre sí, además vemos
también la importancia y el poder de la bendición impartida por el sacerdote en
virtud del poder sacerdotal que en él habita.
Vamos ahora a
conocer lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica acerca de la oración
de bendición.
“2626 La bendición
expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios
con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se
unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios:
porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que
es la fuente de toda bendición.
2627 Dos formas
fundamentales expresan este movimiento: o bien la oración asciende llevada por
el Espíritu Santo, por medio de Cristo hacia el Padre (nosotros le bendecimos
por habernos bendecido; cf Ef 1, 3-14; 2 Co 1, 3-7; 1 P 1, 3-9); o bien implora
la gracia del Espíritu Santo que, por medio de Cristo, desciende de junto al
Padre (es Él quien nos bendice; cf 2 Co 13, 13; Rm 15, 5-6. 13; Ef 6, 23-24).”
En el caso de la
oración de adoración, nos reconocemos como seres totalmente dependientes del
Señor, en ella exaltamos su gran poder porque de Él ha brotado todo cuanto
existe, hasta nosotros mismos. Es una oración de total entrega en la que lo
reconocemos como Dueño y Señor de nuestra vida. El mismo Jesús nos dio un
ejemplo de esto cuando fue tentado por Satanás en la respuesta que le dio:” Adorarás
al Señor tu Dios y a Él sólo servirás” (Mt. 4, 10) (de Dt 6,13-14). Tenemos
entonces que la oración de Adoración, sin desmeritar a las otras formas de
oración, es la más elevada, porque en ella nos reconocemos como posesión de
Dios, creaturas y criaturas Suyas, en el primer caso porque fuimos creados por
Él y en la segunda porque seguimos siendo protegidos por Él y en ésta medida,
siendo ÉL NUESTRO Dueño y Señor, debemos aspirar a vivir conforme a Su Santa
Voluntad.
Es muy común que
cuando empezamos a orar lleguemos primero a las peticiones y tal vez a la
acción de gracias o viceversa, pero pocas veces recordamos quién es nuestro
señor, si pensáramos en la oración de Adoración y la pusiéramos en práctica con
mayor frecuencia entenderíamos la grandeza, el poder de Dios y estaríamos más
confiados y menos desesperanzados o temerosos frente a las dificultades.
Ahora, apoyados en
el Catecismo de la Iglesia Católica, ampliemos lo anterior.
2628 La adoración
es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador.
Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho (cf Sal 95, 1-6) y la
omnipotencia del Salvador que nos libera del mal. Es la acción de humillar el
espíritu ante el “Rey de la gloria” (Sal 14, 9-10) y el silencio respetuoso en
presencia de Dios “siempre [...] mayor” (San Agustín, Enarratio in Psalmum 62,
16).
La adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de
humildad y da seguridad a nuestras súplicas.
II. La oración de petición
En ella expresamos
a Dios nuestra profunda confianza en Él, nos reconocemos como seres limitados y
necesitados que humildemente acuden a ese Padre amoroso, un buen ejemplo es el
PADRE NUESTRO. En él se inicia con una oración de adoración: “Padre Nuestro que
estás en el cielo, santificado sea Tu Nombre” pero, a continuación, sigue y
culmina con oración de petición. En esta clase de oración manifestamos al Señor
situaciones concretas en las que queremos que intervenga.
Pedir auxilio,
manifestar un deseo, alcanzar el perdón, etc.
Algunas citas
bíblicas que nos respaldan son:
Todo cuanto
pidiereis en la oración, si tenéis fe, lo alcanzaréis. Mt 21, 22; Mc 11, 24.
En verdad os digo,
que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo concederá. Jn 16, 23.
Si alguno de
vosotros se halla falto de sabiduría, pídala a Dios y le será otorgada, pues a
todos da con largueza y sin reproche. Sant 1, 5.
Pedid y recibiréis,
dice, llamad y se os abrirá (Mt 7, 7
La oración de
petición nos acerca en confianza al Señor porque sabemos que Él tomará nuestra
oración y obrará en ella con sabiduría y justicia.
En el Catecismo de
la Iglesia Católica encontramos:
“2629 El
vocabulario neotestamentario sobre la oración de súplica está lleno de matices:
pedir, reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso
“luchar en la oración” (cf Rm 15, 30; Col 4, 12). Pero su forma más habitual,
por ser la más espontánea, es la petición: Mediante la oración de petición
mostramos la conciencia de nuestra relación con Dios: por ser criaturas, no
somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro
fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos
apartamos de nuestro Padre. La petición ya es un retorno hacia Él.
2630 El Nuevo
Testamento no contiene apenas oraciones de lamentación, frecuentes en el
Antiguo Testamento. En adelante, en Cristo resucitado, la oración de la Iglesia
es sostenida por la esperanza, aunque todavía estemos en la espera y tengamos
que convertirnos cada día. La petición cristiana brota de otras profundidades,
de lo que san Pablo llama el gemido: el de la creación “que sufre dolores de
parto” (Rm 8, 22), el nuestro también en la espera “del rescate de nuestro
cuerpo. Porque nuestra salvación es objeto de esperanza” (Rm 8, 23-24), y, por
último, los “gemidos inefables” del propio Espíritu Santo que “viene en ayuda
de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26).
2631 La petición de
perdón es el primer movimiento de la oración de petición (cf el publicano: “Oh
Dios ten compasión de este pecador” Lc 18, 13). Es el comienzo de una oración
justa y pura. La humildad confiada nos devuelve a la luz de la comunión con el
Padre y su Hijo Jesucristo, y de los unos con los otros (cf 1 Jn 1, 7-2, 2):
entonces “cuanto pidamos lo recibimos de Él” (1 Jn 3, 22). Tanto la celebración
de la Eucaristía como la oración personal comienzan con la petición de perdón.
2632 La petición
cristiana está centrada en el deseo y en la búsqueda del Reino que viene,
conforme a las enseñanzas de Jesús (cf Mt 6, 10. 33; Lc 11, 2. 13). Hay una
jerarquía en las peticiones: primero el Reino, a continuación lo que es
necesario para acogerlo y para cooperar a su venida. Esta cooperación con la
misión de Cristo y del Espíritu Santo, que es ahora la de la Iglesia, es objeto
de la oración de la comunidad apostólica (cf Hch 6, 6; 13, 3). Es la oración de
Pablo, el apóstol por excelencia, que nos revela cómo la solicitud divina por
todas las Iglesias debe animar la oración cristiana (cf Rm 10, 1; Ef 1, 16-23;
Flp 1, 9-11; Col 1, 3-6; 4, 3-4. 12). Al orar, todo bautizado trabaja en la
Venida del Reino.
2633 Cuando se
participa así en el amor salvador de Dios, se comprende que toda necesidad
pueda convertirse en objeto de petición. Cristo, que ha asumido todo para
rescatar todo, es glorificado por las peticiones que ofrecemos al Padre en su
Nombre (cf Jn 14, 13). Con esta seguridad, Santiago (cf St 1, 5-8) y Pablo nos
exhortan a orar en toda ocasión (cf Ef 5, 20; Flp 4, 6-7; Col 3, 16-17; 1 Ts 5,
17-18).”
Es aquella en la
que oramos por los demás, en ésta clase de oración salimos de nosotros mismos
para pensar en el prójimo y nos convertimos en intercesores ante Dios de sus
necesidades. En el Nuevo Testamento, Cristo se nos muestra como el intercesor
por excelencia, al morir por nuestras culpas, Jesús se hizo mediador entre los
hombres y Dios y por ello la oración cristiana está llamada a ser intercesora
de unos por otros “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre.” (1 Timoteo 2:5). “¿Quién es el que condenará?
Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a
la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” (Romanos 8:34).
Todos estamos
llamados a ser intercesores ante Dios por nuestros hermanos y recordemos que no
solamente debemos orar por nuestros seres queridos, el mérito mayor está en
orar por quienes nos lastiman, por quienes nos rechazan, orar por los enemigos.
El Papa Francisco constantemente pide que oremos por él, éste es un claro
ejemplo de la importancia de la oración de intercesión.
En el Catecismo de
la Iglesia Católica encontramos “2634 La intercesión es una oración de petición
que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único
intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en
particular (cf Rm 8, 34; 1 Jn 2, 1; 1 Tm 2. 5-8). Es capaz de “salvar
perfectamente a los que por Él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para
interceder en su favor” (Hb 7, 25). El propio Espíritu Santo “intercede por
nosotros [...] y su intercesión a favor de los santos es según Dios” (Rm 8,
26-27).
2635 Interceder,
pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a
la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana
participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la
intercesión, el que ora busca “no su propio interés sino [...] el de los demás”
(Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal (cf. San Esteban rogando por
sus verdugos, como Jesús: cf Hch 7, 60; Lc 23, 28. 34).
2636 Las primeras
comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de participación (cf
Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2 Co 9, 14). El apóstol Pablo les hace participar así
en su ministerio del Evangelio (cf Ef 6, 18-20; Col 4, 3-4; 1 Ts 5, 25); él
intercede también por las comunidades (cf 2 Ts 1, 11; Col 1, 3; Flp 1, 3-4). La
intercesión de los cristianos no conoce fronteras: “por todos los hombres, por
[...] todos los constituidos en autoridad” (1 Tm 2, 1), por los perseguidores
(cf Rm 12, 14), por la salvación de los que rechazan el Evangelio (cf Rm 10,
1).”
IV La oración de acción de gracias
En esta forma de
oración agradecemos al Señor por muchas razones, entre ellas: El ser
escuchados, su amor, su protección, su cercanía, su obrar en nosotros, en los
otros, etc.
Jesús dice: ´Yo te
alabo, Padre, Señor del cielo y tierra, porque ocultaste estas cosas a los
sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos...´ (Mt 11, 5). Con la
expresión ´Te alabo´, Jesús quiere significar la gratitud por el don de la
revelación de Dios, porque ´nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien
el Hijo quisiere revelárselo´ (Mt 11, 27). Al orar en acción de gracias,
estamos siendo conscientes del don de Dios en nosotros, de su cercanía y
entrega a ese Pueblo que Él ama. En varios pasajes Jesús nos muestra varias
oraciones de este tipo: ´Padre te doy
gracias porque me has escuchado´ (Jn 11, 41). En la multiplicación de los panes
(junto a Cafarnaún) ´Jesús tomó los panes y, dando gracias, dio a los que
estaban recostados, e igualmente de los peces...´ (Jn 6, 11).
Finalmente, en la
institución de la Eucaristía, Jesús, antes de pronunciar las palabras de la
institución sobre el pan y el vino ´dio gracias´ (Lc 22, 17; cfr., también Mc
14,23; Mt 26, 27).
En varios libros de
la Biblia como los Salmos, Eclesiástico y en la propia celebración eucarística,
se habla específicamente de la acción de gracias, San Pablo le decía a los efesios” Den gracias
a Dios por todo porque esta es la voluntad de Dios”(1 Ts.5, 16-18). El
Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “2637 La acción de gracias
caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta
y se convierte cada vez más en lo que ella es. En efecto, en la obra de
salvación, Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para
consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para
su gloria. La acción de
gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza.
2638 Al igual que
en la oración de petición, todo acontecimiento y toda necesidad pueden
convertirse en ofrenda de acción de gracias. Las cartas de san Pablo comienzan
y terminan frecuentemente con una acción de gracias, y el Señor Jesús siempre
está presente en ella. “En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en
Cristo Jesús, quiere de vosotros” (1 Ts 5, 18). “Sed perseverantes en la
oración, velando en ella con acción de gracias” (Col 4, 2).
V Oración de alabanza
Esta forma de
oración nace de quien vive confiado en Dios, que se acoge a Él y lo reconoce en
todos los acontecimientos. Al orar en alabanza al Señor, el centro es Dios
mismo, es entrar en una fuerte intimidad con Él, olvidarse de las necesidades
para solamente reconocerlo presente, grandioso, acogiéndonos a Su Voluntad en
actitud de adoración y glorificación.
En los Salmos vemos
muchos ejemplos de por qué orar de ésta manera. “Reconocer la grandeza y
poderío de nuestro Dios. (Salmo 66:1-4) Lo más difícil para el hombre natural
es reconocer que él hizo todas las cosas y por lo tanto merece que todos le
adoremos y nos postremos delante de Él. (Salmo 95:5-7). Es necesario Creer que
Jesús es el Señor para adorarle. (Juan 9:38)
Citamos del
Catecismo: “2639 La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más
directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que
hace, sino por lo que Él es. Participa en la bienaventuranza de los corazones
puros que le aman en la fe antes de verle en la gloria. Mediante ella, el
Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de
Dios (cf. Rm 8, 16), da testimonio del Hijo único en quien somos adoptados y
por quien glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de
oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente y su término: “un solo Dios,
el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros” (1 Co
8, 6).
2640 San Lucas
menciona con frecuencia en su Evangelio la admiración y la alabanza ante las
maravillas de Cristo, y las subraya también respecto a las acciones del
Espíritu Santo que son los Hechos de los Apóstoles: la comunidad de Jerusalén
(cf Hch 2, 47), el tullido curado por Pedro y Juan (cf Hch 3, 9), la
muchedumbre que glorificaba a Dios por ello (cf Hch 4, 21), y los gentiles de
Pisidia que “se alegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Señor” (Hch
13, 48).
2641 “Recitad entre
vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro
corazón al Señor” (Ef 5, 19; Col 3, 16). Como los autores inspirados del Nuevo
Testamento, las primeras comunidades cristianas releen el libro de los Salmos
cantando en él el Misterio de Cristo. En la novedad del Espíritu, componen
también himnos y cánticos a partir del acontecimiento inaudito que Dios ha
realizado en su Hijo: su encarnación, su muerte vencedora de la muerte, su
resurrección y su ascensión a su derecha (cf Flp 2, 6-11; Col 1, 15-20; Ef 5,
14; 1 Tm 3, 16; 6, 15-16; 2 Tm 2, 11-13). De esta “maravilla” de toda la
Economía de la salvación brota la doxología, la alabanza a Dios (cf Ef 1, 3-14;
Rm 16, 25-27; Ef 3, 20-21; Judas 24-25).
MODALIDADES PRINCIPALES SEGÚN NUESTRO CATECISMO CATÓLICO
I. La bendición y la adoración
II. La oración de petición
III. La oración de intercesión
IV. La oración de acción de gracias
V. La oración de alabanza
En nuestra próxima entrega te explicaremos un poco acerca de éstas modalidades de oración y publicaremos algunas de ellas.
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