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Este blog es un espacio de encuentro para que conozcamos más acerca de nuestra fe, nos formemos en valores cristianos y nos enriquezcamos con la oración y la lectura del Evangelio. En él tendrás la posibilidad de compartir tus intenciones de oración e interceder por las intenciones de otros..

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martes, 29 de septiembre de 2015

La madre de Jesús

SANTA MARÍA-LA MADRE DE JESÚS

El Catecismo de la Iglesia Católica nos habla acerca de la Santísima Virgen y esto es lo que nos dice…
Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo...

484 La Anunciación a María inaugura "la plenitud de los tiempos"(Ga 4, 4), es decir, el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará "corporalmente la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9). La respuesta divina a su "¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?" (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti" (Lc 1, 35).
485 La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo (cf. Jn 16, 14-15). El Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él que es "el Señor que da la vida", haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya.
486 El Hijo único del Padre, al ser concebido como hombre en el seno de la Virgen María es "Cristo", es decir, el ungido por el Espíritu Santo (cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35), desde el principio de su existencia humana, aunque su manifestación no tuviera lugar sino progresivamente: a los pastores (cf. Lc 2,8-20), a los magos (cf. Mt 2, 1-12), a Juan Bautista (cf. Jn 1, 31-34), a los discípulos (cf. Jn 2, 11). Por tanto, toda la vida de Jesucristo manifestará "cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10, 38).

II... Nació de la Virgen María
487 Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo.
La predestinación de María
488 "Dios envió a su Hijo" (Ga 4, 4), pero para "formarle un cuerpo" (cf. Hb 10, 5) quiso la libre cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de su Hijo a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, a "una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27):
«El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida» (LG 56; cf. 61).
489 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del Maligno (cf. Gn 3, 15) y la de ser la madre de todos los vivientes (cf. Gn 3, 20). En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf. Gn 18, 10-14; 21,1-2). Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil (cf. 1 Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel (cf. 1 S 1), Débora, Rut, Judit, y Ester, y muchas otras mujeres. María "sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación" (LG 55).

La Inmaculada Concepción


490 Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante" (LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de gracia" (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.
491 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:
«... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: DS, 2803).
492 Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido [...] con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor" (cf. Ef 1, 4).
493 Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" (Panaghia), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo" (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.

"Hágase en mí según tu palabra...”


494 Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María respondió por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que "nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 37-38). Así, dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención (cf. LG 56):

«Ella, en efecto, como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar "el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a María "Madre de los vivientes" y afirman con mayor frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por María"». (LG. 56; cf. Adversus haereses, 3, 22, 4).

La maternidad divina de María

495 Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús"(Jn 2, 1; 19, 25; cf. Mt 13, 55, etc.), María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo (cf Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios [Theotokos] (cf. Concilio de Éfeso, año 649: DS, 251).

La virginidad de María

496 Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10-64), la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue concebido absque semine ex Spiritu Sancto (Concilio de Letrán, año 649; DS, 503), esto es, sin semilla de varón, por obra del Espíritu Santo. Los Padres ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra:

Así, san Ignacio de Antioquía (comienzos del siglo II): «Estáis firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios según la voluntad y el poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen [...] Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato [...] padeció verdaderamente, como también resucitó verdaderamente» (Epistula ad Smyrnaeos, 1-2).
497 Los relatos evangélicos (cf. Mt 1, 18-25; Lc 1, 26-38) presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas (cf. Lc 1, 34): "Lo concebido en ella viene del Espíritu Santo", dice el ángel a José a propósito de María, su desposada (Mt 1, 20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isaías: "He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo" (Is 7, 14) según la versión griega de Mt 1, 23.


Anécdotas y enseñanzas

DON BOSCO - ANÉCDOTAS Y ENSEÑANZAS

UN PEDACITO DE CIELO LO ARREGLA TODO


Un día fue a visitar al Padre Cottolengo el Padre Juan Bosco.

 -    Padre Cottolengo - dijo el joven Bosco - vengo a pedirle un consejo: ¿qué remedio debo recomendar a las personas que vienen a contar que están aburridas de la vida, desesperadas y llenas de mal genio por la pobreza, por las enfermedades o por el mal trato que les dan los demás?

 -    ;Mira, Bosco - respondió Cottolengo. El mal de aburrimiento y de la desesperación es el mal moderno más común de todos. Para combatirlo, nos ha mandado Dios un gran remedio siempre antiguo y siempre nuevo: pensar en el cielo que nos espera. No olvides nunca que: un pedacito de cielo lo arregla todo.

Se fue Don Bosco a practicar el consejo recibido de tan popular apóstol, y pronto empezó a notar los maravillosos resultados. Llegaban a su despacho individuos malhumorados, que no saludaban a ninguno de los que estaban en la sala esperando turno para ser atendidos; personas consumidas por la tristeza y carcomidas por la angustia. El Padre Bosco, recordando que un pedacito de cielo lo arregla todo, les hablaba de cómo hay que vivir como resucitados, con la alegría del cielo que nos espera, de esa alegría que gozaremos en plenitud dentro de poco tiempo…

Aquellas personas cambiaban de semblante. Parecían renacer de nuevo…


 OBEDECE Y TE BASTA



 No le fue fácil a Don Bosco hacer comprender la auténtica vivencia de la fe a Domingo. Pese a los consejos y prohibiciones claras, en una ocasión descubrió que Domingo dormía en pleno invierno sólo con la colcha. Le preguntó:

 -    ¿Por qué haces esto? ¿Quieres morirte de frío?

-    No. No moriré de frío. Jesús, en la cueva de Belén y en la cruz, estaba menos cubierto que yo.

Desde entonces le prohibió formalmente hacer ninguna penitencia sin su permiso.

Domingo quedó triste. Don Bosco le insistió:

-    La penitencia que el Señor quiere de ti es la obediencia. Obedece y te basta.

 -    ¿De verdad que no me permite ninguna penitencia?

 -    Sí. Te permito la penitencia de soportar con paciencia los insultos con que te ofendan, aceptar con resignación el calor, el frío, el viento, la lluvia, el cansancio y todas las incomodidades de la salud que Dios te mande.

 -    Pero esto se sufre por necesidad.

-    Lo que tengas que sufrir por necesidad, ofrécelo a Dios y se convertirá en virtud y mérito.


 EL SACRIFICIO DE LA MISA



Mamá Margarita, la madre de Don Bosco, mientras su hijo se preparaba para ser ordenado sacerdote, le decía:

-    ;Acuérdate Juanito que empezar a decir Misa es empezar a sufrir.


 ÉXITO SIN CASTIGOS

Don Bosco tenía mucho éxito con los jóvenes y ejercía en ellos una gran influencia.
¿A qué se debe? Él mismo cuenta:

-    No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho. Por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aún mis menores deseos.

Un domingo por la mañana, un acróbata ambulante dio una función pública y los niños no acudieron a la iglesia. Don Bosco desafió al acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente con los chicos a la misa.

Los jóvenes decían:

-    Ese es el Padre que está siempre alegre, el Padre de los cuentos lindos.


SABÍAS QUE ...

 ·        En  el  año  1880, se celebró  en Turín, la EXPOSICION  UNIVERSAL.  El oratorio  de valdocco participó  en la exposición  presentando  un PABELLÓN, totalmente dedicado  a la  imprenta.  Según las crónicas  de la  época, fue  uno de los pabellones  más  visitados  por  el público     en  general  y por  personalidades,  de  alto  rango.  Tal es  así   que un sencillo  sacerdote  llamado AQUILES  RATTI, visito  el  pabellón  del Oratorio, pero  lo que a lo mejor  no sabías  es  que ese sacerdote  con el paso del  tiempo   se  llamaría  EL  PAPA PIO XI.

·        ¿Sabías  que  a Don Bosco  no lo enterraron en Turín, como hubiera sido  lo normal, sino  que lo enterraron en el colegio  salesiano de VALSALICE?

·        Sabías que los  primeros  jóvenes  que  fundaron la congregación  salesiana juntamente  con Don Bosco, tenían edades comprendidas  entre los 17  años  y los  26?  Don Bosco  en esa  fecha  tenía  39  años.

·       Sabias  que una de las primeras enfermedades de Don Bosco, exactamente la del  año 1845, era  enfermedad  de  pulmón  y  que  era  heredada  de la familia  de su Madre Margarita?.

·        Has oído  alguna vez , que la frase  que  Don Bosco   dijo “ Grandes  funerales  en la corte?, se refería   a la muerte  de  la reina madre de Víctor  Manuel, rey  de Italia   y  la de su esposa  la reina  Adelaida?

·        Los  valdenses  son protestantes   que  quisieron atentar  varias veces  contra  la vida de Don Bosco, pero  sabías   que  siempre salió  ileso  porque  lo  defendía  un    perro  llamado  EL GRIS?.

.         Sabías que cuando  Don Bosco  comenzó  a trabajar  con los jóvenes, en Turín  había  7000  jóvenes menores de 10  años  que trabajaban de sol a sol , como albañiles, carpinteros, limpiachimeneas  y  que  eran  los esclavos de la incipiente era industrial y explotados  por  dueños  sin   corazón?

·        Sabías   que Don Bosco  padeció  muchas  enfermedades  a lo largo de su vida?  Padecía  de los ojos  desde los años 1846, de los pulmones, cuando escupe  sangre, hinchazón en los pies y en los tobillos, palpitaciones  de corazón  dolor  agudo de cabeza  y  dolor  profundo  en el sacro , que le impide a veces  estar  sentado  o de pie.   Un médico de Marsella, lo vió    y  dijo de  él: ” a los 65 años   su  cuerpo es  un  paño imposible  de remendar”.

·        Sabias   que desde  el  año 1875  hasta  el año de  su muerte  Don Bosco  mandó 10 expediciones misioneras  y  150  salesianos  como misioneros?

·          Has oído  hablar alguna vez  de la Compañía de San Luis,  de la Compañía de  la Inmaculada  y de la Compañía de San José?  Pues  eran los nombres de los grupos  de fe  que Don Bosco  fundó  y  que  son parecidos  a nuestro  grupos  actuales.

·        Conoces  el hecho de que Don Bosco estuvo  en Barcelona  en la Iglesia de la Merced, patrona de  la  ciudad   y  allí  un  grupo de   señores de la ciudad le  regalaron  el monte del Tibidabo , para que construyera un templo  en honor del Corazón de Jesús?


·           Sabias  que Don Bosco es coetáneo del Concilio Vaticano I, y  que  en el sueño de Don Bosco  de las dos columnas , se  refería   a   los sufrimientos  y penalidades  del Papa Pio IX,  en la  toma de la ciudad de Roma  y por lo que  se  dispersaron los Obispos, sin terminar  el Concilio?


LA CONFESIÓN

Don Bosco fue un apóstol de la confesión y leía las conciencias por un don especial que Dios le dio:

“Confesaba en las iglesias, confesaba en las casas, y confesaba en todas partes.
Había obtenido del Papa Pío IX autorización para confesar quocumque Ecclesiae loco, es decir, en todas partes. ¿Quién puede contar el número de almas restituidas a la gracia de Dios por su celo sacerdotal? En el tren, en carruaje, en el campo, detrás de un arenal o de un cercado y aun en la ciudad, cuando el caso lo requería, confesaba. Ocurría a veces que alguna persona le rogaba que entrase en la iglesia más cercana para oírla en confesión, y entonces el confesionario inmediatamente se veía cercado de penitentes.
Desde 1842, esto es, desde el año en que recibió facultad para confesar, se había formado este propósito: Cuando sea llamado para oír las confesiones de los fieles, si hay prisa, interrumpiré el rezo y aún haré más breve la preparación y la acción de gracias de la misa, a fin de prestarme a ejercitar este sagrado ministerio. Y como se lo propuso, así lo cumplió”

REFIERE DON FRANCISCO CERRUTI HABER OÍDO DE DON BOSCO MISMO EL HECHO SIGUIENTE

“Un día fue a buscarme una señora y me rogó con grande empeño que fuese a visitar a cierto enfermo próximo a morirse. Tratábase de una persona muy importante en la masonería, que se había negado a recibir a cuantos sacerdotes intentaron confesarlo, y sólo a duras penas consintió en que llamaran a Don Bosco. Yo fui allá; pero apenas entré en la habitación y cerré la puerta me dijo reuniendo todas las fuerzas que le quedaban:

¿Viene usted como amigo o como sacerdote? ¡Ay de usted si llega a nombrarme siquiera la palabra confesión!
Y mostró dos revólveres que tenía, uno en cada lado de la cama. Me los apuntó al pecho y continuó: Recuerde bien que en el momento en que me hable de confesión uno de estos revólveres lo dispararé contra usted y el otro contra mí; sólo me quedan pocos días de vida.

Le respondí que estuviese tranquilo y que no le hablaría de confesión sin su permiso. Le pregunté sobre su enfermedad y el parecer de los médicos. Después desvié la conversación sobre puntos de Historia y me detuve en contarle la muerte de Voltaire.

Acabada la narración, añadí:

Tocante al fin de Voltaire creen algunos que se ha condenado; no lo digo yo, o al menos no me atrevo a asegurarlo, porque sé que la misericordia de Dios es infinita.
¿Cómo? ¿Hay todavía esperanza para Voltaire? Entonces tenga la bondad de confesarme.

Me acerqué a él, lo preparé y lo confesé. Cuando le di la absolución prorrumpió en copioso llanto, exclamando que jamás había gozado de tanta paz en su vida como en aquel momento. Hizo todas las retractaciones que se le pidieron. Al día siguiente, recibió el santo viático, pero antes llamó a su habitación a todos los de la casa y públicamente pidió perdón del escándalo que les había dado. Después del viático mejoró bastante, vivió todavía dos o tres meses, que empleó en rezar y pedir con frecuencia perdón por sus escándalos y en recibir varias veces con gran edificación a Jesús sacramentado.
Debes saber (acabó diciendo Don Bosco) que aquel señor era de un grado muy elevado en la masonería. Demos gracias por todo al Señor”

LOS DOS PILARES DE NUESTRA FE 



Este es su sueño mas famoso

Sus tres grandes amores son Jesús Sacramentado, María Auxiliadora y el Sumo Pontífice, quienes fueron protagonistas en uno de sus más famosos sueños proféticos:

Don Bosco vio que una gran barca (la Iglesia) navegaba en un mar tempestuoso piloteada por el Romano Pontífice, y a su alrededor muchísimas navecillas pequeñas (los cristianos). De pronto aparecieron un sinnúmero de naves enemigas armadas de cañones (el ateísmo, la corrupción, la incredulidad, el secularismo, etc., etc.) y empezó una tremenda batalla.

A los cañones enemigos se unen las olas violentas y el viento tempestuoso. Las naves enemigas cercan y rodean completamente a la Nave Grande de la Iglesia y a todas las navecillas pequeñas de los cristianos. Y cuando ya el ataque es tan pavoroso que todo parece perdido, emergen desde el fondo del mar dos inmensas y poderosas columnas (o pilares). Sobre la primera columna está la Sagrada Eucaristía, y sobre la otra la imagen de la Virgen Santísima.
La nave del Papa y las navecillas de los cristianos se acercan a los dos pilares y asegurándose de ellos ya no tienen peligro de hundirse. Luego, desde las dos columnas sale un viento fortísimo que aleja o hunde a las naves enemigas, y en cambio a las naves amigas les arregla todos sus daños.
Todo el ejército enemigo se retira derrotado, y los cristianos con el Santo Padre a la cabeza entonan un Himno de Acción de Gracias a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora. El sueño es detallado e incluye a varios papas...
«La Iglesia deberá pasar tiempos críticos y sufrir graves daños, pero al fin el Cielo mismo intervendrá para salvarla. Después vendrá la paz y habrá en la Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento».


Estimamos que la visión de los pilares es muy actual. Corresponde a la visión del S.S. Juan Pablo II para la Iglesia.  Nosotros debemos estar en sintonía espiritual con el Papa y cooperar con el de todo corazón para que la barca, la Iglesia, avance hacia los pilares.

En una ocasión, antes de empezar la celebración de la Eucaristía, Don Bosco, vio que el sacristán retiraba a empujones de la sacristía a un joven de no muy buen aspecto. Don Bosco intercedió por él para que no lo echara. Terminada la celebración, Don Bosco se le acercó y le preguntó su nombre, él le respondió: “Bartolomé Garelli” , supo que el muchacho no había recibido la primera comunión, que era pobre, no tenía padres y no sabía nada del catecismo, al preguntarle si quería aprenderlo, el muchacho respondió que no porque era ya grande y se burlarían, Don Bosco, interesado siempre en hacer sentir a sus jóvenes amados le pregunta “y sabes silbar?” con ese pequeño gesto, se ganó su confianza y empezó a enseñar a partir de ese día a Bartolomé, al domingo siguiente, el joven llegó con 20 muchachos más.


OBEDECE Y TE BASTA



Uno de los jóvenes que estudió con Don Bosco fue Santo Domingo Savio. Este niño gustaba de hacer sacrificios al Señor por el bien de las almas y aunque Don Bosco le decía que no hacía falta que martirizara su cuerpo pasando necesidades, lo descubrió en algún momento durmiendo en pleno invierno cubierto solamente con una colcha a lo que Don Bosco le preguntó si quería morir de frio pero Domingo le dijo que eso no pasaría, que en el granero de Belén el niño Jesús había estado abrigado con menos. Don Bosco le prohibió hacer esta clase de penitencias sin contar con su aprobación, a lo que Domingo quedó muy triste.


Don Bosco le enseñó que la penitencia que él debía seguir era la de sufrir con paciencia las incomodidades: frio, calor, insultos, cansancios, etc, pues lo que se sufre por necesidad, si se ofrece a Dios se convierte en mérito y en virtud.










En 1880 el Oratorio de Don Bosco de Valdocco, participó en una Exposición, presentando un pabellón que en su totalidad se destinó para la imprenta. Dicho pabellón tuvo gran acogida y entre las diversas personalidades importantes que lo visitaron, estuvo también un sacerdote llamado Aquiles Ratti, quién más adelante sería el Papa Pio XI.




La vida de Don Bosco giraba primeramente en torno a Dios y a la Santísima Virgen. Él supo vivir lo que era gastarse y desgastarse por amor al Señor, razón por la que a lo largo de su vida padeció enfermedades debido al exceso de trabajo y poco descanso. Estuvo enfermo de los pulmones, de los ojos, sus tobillos se inflamaban con frecuencia, sufría fuertes dolores de cabeza y palpitaciones en su corazón y a veces el fuerte dolor en el sacro le molestaba mucho para estar sentado o de pie. En Marsella, el médico que a veces lo trataba decía que, a sus 65 años, Don Bosco tenía el cuerpo como un paño difícil de remendar. Más esto nunca fue obstáculo para cumplir comprometidamente su labor evangelizadora y entre muchos ejemplos, citamos que desde 1875 hasta el año de su muerte, en 1888, Don Bosco logró enviar 10 expediciones misioneras con unos 150 salesianos.

Don Bosco siempre fue un hombre de fe sólida, sus amores más grandes eran Jesús Eucaristía, la Santísima Virgen y el Papa. Llevó a cabo importantes obras como colegios e iglesias y se preocupó por difundir las buenas lecturas, empezando pos sus hojas de “Recuerdos para los católicos”, luego el folleto “Avisos a los católicos” y su acogida fue tal que llegó a producir más de 200.000 ejemplares. Luego publicó libros a los que llamó “Lecturas católicas”. Todo esto lo llevó a ser muy perseguido por enemigos de su fe pero en los peores momentos, aparecía inexplicablemente de la nada un perro gris que lo defendía y que incluso, a veces, le impedía tomar ciertos caminos o salir de su casa, protegiéndolo.


Un hecho extraordinario de la vida del santo. (El Gris)

Un perro, no menos extraordinario, jugó un papel muy importante en la vida de San Juan Bosco. Muchos hechos misteriosos y extraños se dieron a lugar con este enigmatico canino que aparecía sigilosamente en medio de las dificultades o cuando al venerable santo le estaba por suceder algo terriblemente malo.
Se cuenta que una noche de otoño de 1853, Juan Bosco, iba por una calle de mala fama de Turín. De pronto apareció un perro que empezó a seguirlo. El sacerdote miró sorprendido a ese animal que nunca había visto. Se acercó a él y lo acarició. El perro se estuvo quieto un momento y después se alejó. A partir de entonces, cada vez que el sacerdote se encontraba solo por la noche en un sitio peligroso, lo acompañaría aquel perro llegado de ninguna parte que después desaparecería sin dejar rastros.. Don Bosco le puso el nombre de “Grigio”, es decir “Gris”.
En efecto, el animal era de ese color. De tamaño grande, tenía el hocico fino, orejas rectas, pelaje abundante y la cola totalmente levantada.

Acudía en el momento más oportuno
  • En aquella época, las persecuciones contra Don Bosco venían de los valdenses, unos heréticos cuyo último bastión fue el Piamonte y que rechazaban el culto de los santos, el sacerdocio y la mayoría de los sacramentos. Una noche un hombre disparó contra Don Bosco Habiendo fallado se lanzó sobre su víctima. Pero "Gris" estaba allí; Saltó sobre aquel malvado y lo obligó a huir.
  • En otra oportunidad Otra vez, Juan Bosco iba caminando, y unos cuantos pasos detrás se acercaban dos individuos. Sintiendo el peligro dio media vuelta, pero antes de que pudiera gritar se le echaron encima los y le cubrieron la cabeza con una bolsa. Apareciendo de la nada, "Gris" se puso a ladrar y tiró al suelo a uno de los hombres al que inmovilizó agarrándole la garganta con los colmillos, mientras el otro huía. Don Bosco le hizo comprender al perro que soltara al bribón que también huyó corriendo.
  • Otra noche, al sacerdote lo atacó un malandrín armado con una estaca. Juan Bosco, que no conseguía escapar, le tuvo que dar una trompada muy fuerte. El malhechor lanzó un grito y de los matorrales cercanos empezaron a salir todos sus cómplices. El sacerdote se sintió perdido. Pero Gris apareció una vez más. Y se puso a dar vueltas alrededor de él, enseñando los colmillos:
- Por favor, gritó uno de los hombres, Llame a su perro, ¿no ve que va a morderme?
¿Y que quiere Ud. que haga?, dijo Don Bosco
- Perdónenos, Sr. Cura, somos unos pobres tipos; nos han dado mil francos....
¿Y por esa cantidad me habrían matado?
- Llame a su perro, por favor
Primero prométanme que me dejarán tranquilo a partir de ahora.
- Se lo juramos por la Virgen
"Gris", ven. ¡Bravo me has salvado la vida!.

En una ocasión, el Gris se puso a gruñirle a Don Bosco.

Una noche, el cura quería salir y "Gris" se lo impidió. Durante media hora le cerró el paso obligándolo a quedarse en casa. Un cuarto de hora más tarde, llegó un vecino para advertirle, que había escuchado una conversación donde se había enterado de que le preparaban una emboscada... ¿Cómo pudo saberlo el perro?
Otra noche, el perro llegó al Patronato. Se acercó al Cura, puso el hocico en la mesa donde aquel estaba cenando y volvió a salir. Juan Bosco comprendió. Un amigo lo había traído más pronto de lo previsto. Inquieto porque no lo había visto regresar, Gris quiso asegurarse de que realmente estaba allí.
El perro, nunca le aceptó comida a Don Bosco, ni por supuesto ningún cobijo. En cuánto a los niños estos podían acariciarlo y hacerle cuantas travesuras se le ocurrieran; dejaba que le tiraran de los pelos o de las orejas. Cuando desaparecieron las persecuciones contra Don Bosco, el Gris dejó de presentarse.



domingo, 27 de septiembre de 2015

Modalidades

Clásicamente oración se define como " la elevación de la mente y el corazón hacia Dios". Jesús hace esto, radicalmente, siendo completamente honesto.

En su libro Paso Hacia la libertad, Martin Luther King relata cómo una noche, después de recibir una amenaza de muerte, él se asustó, se entregó al miedo, y, no muy diferente a Jesús en Getsemaní, literalmente, se derrumbó en el suelo con miedo, con soledad, con impotencia – y en oración. El confesó que su oración esa noche fue toda una súplica a Dios para que le permitiera encontrar una forma honorable de escapar, sin embargo Dios pidió algo más de él. He aquí sus palabras finales a Dios en oración:

"Aunque ahora tengo miedo. Las personas me están buscando por liderazgo, y si me presento ante ellos sin fuerza y valor?, ellos también se tambalearán. Estoy al final de mis poderes. No me queda nada. He llegado hasta el punto donde no puedo afrontarlo solo." Luego añade: "En ese momento sentí la presencia de Dios como nunca lo había experimentado antes." Un ángel le encontró.

Cuando oramos sinceramente, cualquiera que sea nuestro dolor, un ángel de Dios siempre nos encontrará.

"No sabemos orar como conviene", decía san Pablo en la carta a los Romanos. Nadie podría enseñarnos a orar como Jesús y, por eso, le suplicamos como sus discípulos: "Señor, enséñanos a orar". El Espíritu viene en nuestra ayuda. Y nos enseña a través de personas inspiradas, que nos comunican su experiencia de oración y nos muestran el camino.

El Evangelio nos enseña qué es lo que pide el Señor:

Llega la hora -dice- en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque Dios es espíritu y, por esto, tales son los adoradores que busca.

Nosotros somos los verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes, ya que, orando en espíritu, ofrecemos el sacrificio espiritual de la oración, la ofrenda adecuada y agradable a Dios, la que él pedía, la que él preveía.

Esta ofrenda:

Ofrecida de corazón
Alimentada con la fe
Cuidada con la verdad
Íntegra por la inocencia
Limpia por la castidad
Coronada con el amor
Es la que debemos llevar al altar de Dios, con el acompañamiento solemne de las buenas obras, en medio de salmos e himnos, seguros de que con ella alcanzaremos de Dios cualquier cosa que le pidamos.

La oración escuchada

¿Qué podrá negar Dios, en efecto, a una oración que procede del espíritu y de la verdad, si es él quien la exige? Hemos leído, oído y creído los argumentos que demuestran su gran eficacia.

En tiempos pasados, la oración liberaba:
Del fuego
De las bestias
De la falta de alimento,
y sin embargo no había recibido aún de Cristo su forma propia.

¡Cuánta más eficacia no tendrá, pues, la oración cristiana! Ciertamente:
No hace venir el rocío angélico en medio del fuego,
Ni cierra la boca de los leones,
Ni transporta a los hambrientos la comida de los segadores (como en aquellos casos del antiguo Testamento);
No impide milagrosamente el sufrimiento,
sino que, sin evitarles el dolor a los que sufren,
los fortalece con la resignación,
con su fuerza les aumenta la gracia para que vean, con los ojos de la fe, el premio reservado a los que sufren por el nombre de Dios.

En el pasado, la oración:
Hacía venir calamidades
Aniquilaba los ejércitos enemigos
Impedía la lluvia necesaria.

Ahora, por el contrario,
La oración del justo aparta la ira de Dios,
Vela en favor de los enemigos,
Suplica por los perseguidores.
¿Qué tiene de extraño que haga caer el agua del cielo, si pudo impetrar que de allí bajara fuego?
La oración es lo único que tiene poder sobre Dios; pero Cristo no quiso que sirviera para operar mal alguno, sino que toda la eficacia que él le ha dado ha de servir para el bien.

Por esto, su finalidad es:
Servir de sufragio a las almas de los difuntos
Robustecer a los débiles
Curar a los enfermos
Liberar a los posesos
Abrir las puertas de las cárceles
Deshacer las ataduras de los inocentes.

La oración sirve también
Para perdonar los pecados
Para apartar las tentaciones
Para hacer que cesen las persecuciones
Para consolar a los abatidos
Para deleitar a los magnánimos
Para guiar a los peregrinos
Para mitigar las tempestades
Para impedir su actuación a los ladrones
Para alimentar a los pobres
Para llevar por buen camino a los ricos
Para levantar a los caídos, para sostener a los que van a caer
Para hacer que resistan los que están en pie.

El cosmos en oración

Oran los mismos ángeles
Ora toda la creación
Oran los animales domésticos y los salvajes, y doblan las rodillas y, cuando salen de sus establos o guaridas, levantan la vista hacia el cielo y con la boca, a su manera, hacen vibrar el aire.
También las aves, cuando despiertan, alzan el vuelo hacia el cielo y extienden las alas, en lugar de las manos, en forma de cruz y dicen algo que asemeja una oración.

¿Qué más podemos añadir acerca de la oración? El mismo Señor en persona oró; a él sea el honor y el poder por los siglos de los siglos.


Anteriormente les contamos algunas modalidades de oración, hoy vamos a conocer otras y en nuestra próxima entrega aprenderemos acerca de los tipos de oración.



Oración de Ofrecimiento: 

Es una forma de orar en la que se ofrece al Señor prescindir de algo que no conviene pero que se ama mucho o a lo que se está muy apegado por amor a Él y deseo de no ofenderle. También se le puede ofrecer llevar a cabo un acto o gesto que cuesta mucho trabajo pero que se hará en Su nombre solamente por agradarlo. Otra forma es ofrendar una situación, ya sea para ponerla en Sus manos aceptándola aunque sea difícil o bien para honrarlo a Él por las bendiciones que dicha situación ha traído. Es así como se le puede ofrecer la llegada de un hijo, lograr los grados del bachillerato o de la universidad, la resignación frente a la muerte de un ser querido, obtener el empleo deseado, etc, ofreciendo todo a Él como dueño y creador de cuanto existe.





En la publicación anterior les contamos acerca de algunas modalidades de oración, hoy vamos a explicarles en qué consiste cada una.

I. La bendición y la adoración

La oración de bendición busca explícitamente la bendición de Dios, es decir, que su bendición venga sobre nosotros. Al bendecir, es la palabra de Dios Creador la que viene sobre nosotros, por ejemplo, en el caso de Abraham «Yo haré de ti un gran pueblo, te bendeciré y haré famoso tu nombre (…) Por ti serán benditas todas las naciones de la tierra» (Gn 12,2-3), y de esta bendición son herederos también sus descendientes (Gn 22,18).

Durante la celebración litúrgica, la bendición se recibe desde la dimensión de la trinidad manifiesta en ese Dios Padre que crea, Dios Hijo que salva y Dios Espíritu Santo que fortalece y derrama sobre nosotros los dones de Dios.

Cuando pedimos la bendición queremos ser protegidos, consagrados, puestos al cuidado de nuestro Señor, de ahí que sea común que quienes se aman se bendigan entre sí, además vemos también la importancia y el poder de la bendición impartida por el sacerdote en virtud del poder sacerdotal que en él habita.

Vamos ahora a conocer lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica acerca de la oración de bendición.

“2626 La bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición.

2627 Dos formas fundamentales expresan este movimiento: o bien la oración asciende llevada por el Espíritu Santo, por medio de Cristo hacia el Padre (nosotros le bendecimos por habernos bendecido; cf Ef 1, 3-14; 2 Co 1, 3-7; 1 P 1, 3-9); o bien implora la gracia del Espíritu Santo que, por medio de Cristo, desciende de junto al Padre (es Él quien nos bendice; cf 2 Co 13, 13; Rm 15, 5-6. 13; Ef 6, 23-24).”

En el caso de la oración de adoración, nos reconocemos como seres totalmente dependientes del Señor, en ella exaltamos su gran poder porque de Él ha brotado todo cuanto existe, hasta nosotros mismos. Es una oración de total entrega en la que lo reconocemos como Dueño y Señor de nuestra vida. El mismo Jesús nos dio un ejemplo de esto cuando fue tentado por Satanás en la respuesta que le dio:” Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás” (Mt. 4, 10) (de Dt 6,13-14). Tenemos entonces que la oración de Adoración, sin desmeritar a las otras formas de oración, es la más elevada, porque en ella nos reconocemos como posesión de Dios, creaturas y criaturas Suyas, en el primer caso porque fuimos creados por Él y en la segunda porque seguimos siendo protegidos por Él y en ésta medida, siendo ÉL NUESTRO Dueño y Señor, debemos aspirar a vivir conforme a Su Santa Voluntad.

Es muy común que cuando empezamos a orar lleguemos primero a las peticiones y tal vez a la acción de gracias o viceversa, pero pocas veces recordamos quién es nuestro señor, si pensáramos en la oración de Adoración y la pusiéramos en práctica con mayor frecuencia entenderíamos la grandeza, el poder de Dios y estaríamos más confiados y menos desesperanzados o temerosos frente a las dificultades.

Ahora, apoyados en el Catecismo de la Iglesia Católica, ampliemos lo anterior.
2628 La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho (cf Sal 95, 1-6) y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el “Rey de la gloria” (Sal 14, 9-10) y el silencio respetuoso en presencia de Dios “siempre [...] mayor” (San Agustín, Enarratio in Psalmum 62, 16). 

La adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas.


II. La oración de petición

En ella expresamos a Dios nuestra profunda confianza en Él, nos reconocemos como seres limitados y necesitados que humildemente acuden a ese Padre amoroso, un buen ejemplo es el PADRE NUESTRO. En él se inicia con una oración de adoración: “Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea Tu Nombre” pero, a continuación, sigue y culmina con oración de petición. En esta clase de oración manifestamos al Señor situaciones concretas en las que queremos que intervenga. 

Pedir auxilio, manifestar un deseo, alcanzar el perdón, etc.

Algunas citas bíblicas que nos respaldan son:

Todo cuanto pidiereis en la oración, si tenéis fe, lo alcanzaréis. Mt 21, 22; Mc 11, 24.
En verdad os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo concederá. Jn 16, 23.
Si alguno de vosotros se halla falto de sabiduría, pídala a Dios y le será otorgada, pues a todos da con largueza y sin reproche. Sant 1, 5.
Pedid y recibiréis, dice, llamad y se os abrirá (Mt 7, 7

La oración de petición nos acerca en confianza al Señor porque sabemos que Él tomará nuestra oración y obrará en ella con sabiduría y justicia.

En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos:

“2629 El vocabulario neotestamentario sobre la oración de súplica está lleno de matices: pedir, reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso “luchar en la oración” (cf Rm 15, 30; Col 4, 12). Pero su forma más habitual, por ser la más espontánea, es la petición: Mediante la oración de petición mostramos la conciencia de nuestra relación con Dios: por ser criaturas, no somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos apartamos de nuestro Padre. La petición ya es un retorno hacia Él.

2630 El Nuevo Testamento no contiene apenas oraciones de lamentación, frecuentes en el Antiguo Testamento. En adelante, en Cristo resucitado, la oración de la Iglesia es sostenida por la esperanza, aunque todavía estemos en la espera y tengamos que convertirnos cada día. La petición cristiana brota de otras profundidades, de lo que san Pablo llama el gemido: el de la creación “que sufre dolores de parto” (Rm 8, 22), el nuestro también en la espera “del rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es objeto de esperanza” (Rm 8, 23-24), y, por último, los “gemidos inefables” del propio Espíritu Santo que “viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26).

2631 La petición de perdón es el primer movimiento de la oración de petición (cf el publicano: “Oh Dios ten compasión de este pecador” Lc 18, 13). Es el comienzo de una oración justa y pura. La humildad confiada nos devuelve a la luz de la comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo, y de los unos con los otros (cf 1 Jn 1, 7-2, 2): entonces “cuanto pidamos lo recibimos de Él” (1 Jn 3, 22). Tanto la celebración de la Eucaristía como la oración personal comienzan con la petición de perdón.

2632 La petición cristiana está centrada en el deseo y en la búsqueda del Reino que viene, conforme a las enseñanzas de Jesús (cf Mt 6, 10. 33; Lc 11, 2. 13). Hay una jerarquía en las peticiones: primero el Reino, a continuación lo que es necesario para acogerlo y para cooperar a su venida. Esta cooperación con la misión de Cristo y del Espíritu Santo, que es ahora la de la Iglesia, es objeto de la oración de la comunidad apostólica (cf Hch 6, 6; 13, 3). Es la oración de Pablo, el apóstol por excelencia, que nos revela cómo la solicitud divina por todas las Iglesias debe animar la oración cristiana (cf Rm 10, 1; Ef 1, 16-23; Flp 1, 9-11; Col 1, 3-6; 4, 3-4. 12). Al orar, todo bautizado trabaja en la Venida del Reino.

2633 Cuando se participa así en el amor salvador de Dios, se comprende que toda necesidad pueda convertirse en objeto de petición. Cristo, que ha asumido todo para rescatar todo, es glorificado por las peticiones que ofrecemos al Padre en su Nombre (cf Jn 14, 13). Con esta seguridad, Santiago (cf St 1, 5-8) y Pablo nos exhortan a orar en toda ocasión (cf Ef 5, 20; Flp 4, 6-7; Col 3, 16-17; 1 Ts 5, 17-18).”

III. La oración de intercesión

Es aquella en la que oramos por los demás, en ésta clase de oración salimos de nosotros mismos para pensar en el prójimo y nos convertimos en intercesores ante Dios de sus necesidades. En el Nuevo Testamento, Cristo se nos muestra como el intercesor por excelencia, al morir por nuestras culpas, Jesús se hizo mediador entre los hombres y Dios y por ello la oración cristiana está llamada a ser intercesora de unos por otros “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (1 Timoteo 2:5). “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” (Romanos 8:34).

Todos estamos llamados a ser intercesores ante Dios por nuestros hermanos y recordemos que no solamente debemos orar por nuestros seres queridos, el mérito mayor está en orar por quienes nos lastiman, por quienes nos rechazan, orar por los enemigos. El Papa Francisco constantemente pide que oremos por él, éste es un claro ejemplo de la importancia de la oración de intercesión.

En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos “2634 La intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular (cf Rm 8, 34; 1 Jn 2, 1; 1 Tm 2. 5-8). Es capaz de “salvar perfectamente a los que por Él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor” (Hb 7, 25). El propio Espíritu Santo “intercede por nosotros [...] y su intercesión a favor de los santos es según Dios” (Rm 8, 26-27).

2635 Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca “no su propio interés sino [...] el de los demás” (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal (cf. San Esteban rogando por sus verdugos, como Jesús: cf Hch 7, 60; Lc 23, 28. 34).

2636 Las primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de participación (cf Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2 Co 9, 14). El apóstol Pablo les hace participar así en su ministerio del Evangelio (cf Ef 6, 18-20; Col 4, 3-4; 1 Ts 5, 25); él intercede también por las comunidades (cf 2 Ts 1, 11; Col 1, 3; Flp 1, 3-4). La intercesión de los cristianos no conoce fronteras: “por todos los hombres, por [...] todos los constituidos en autoridad” (1 Tm 2, 1), por los perseguidores (cf Rm 12, 14), por la salvación de los que rechazan el Evangelio (cf Rm 10, 1).”

IV La oración de acción de gracias


En esta forma de oración agradecemos al Señor por muchas razones, entre ellas: El ser escuchados, su amor, su protección, su cercanía, su obrar en nosotros, en los otros, etc.

Jesús dice: ´Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos...´ (Mt 11, 5). Con la expresión ´Te alabo´, Jesús quiere significar la gratitud por el don de la revelación de Dios, porque ´nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo quisiere revelárselo´ (Mt 11, 27). Al orar en acción de gracias, estamos siendo conscientes del don de Dios en nosotros, de su cercanía y entrega a ese Pueblo que Él ama. En varios pasajes Jesús nos muestra varias oraciones de este tipo:  ´Padre te doy gracias porque me has escuchado´ (Jn 11, 41). En la multiplicación de los panes (junto a Cafarnaún) ´Jesús tomó los panes y, dando gracias, dio a los que estaban recostados, e igualmente de los peces...´ (Jn 6, 11). 

Finalmente, en la institución de la Eucaristía, Jesús, antes de pronunciar las palabras de la institución sobre el pan y el vino ´dio gracias´ (Lc 22, 17; cfr., también Mc 14,23; Mt 26, 27).

En varios libros de la Biblia como los Salmos, Eclesiástico y en la propia celebración eucarística, se habla específicamente de la acción de gracias,  San Pablo le decía a los efesios” Den gracias a Dios por todo porque esta es la voluntad de Dios”(1 Ts.5, 16-18). El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “2637 La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte cada vez más en lo que ella es. En efecto, en la obra de salvación, Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para 
su gloria. La acción de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza.

2638 Al igual que en la oración de petición, todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias. Las cartas de san Pablo comienzan y terminan frecuentemente con una acción de gracias, y el Señor Jesús siempre está presente en ella. “En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” (1 Ts 5, 18). “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col 4, 2).

V Oración de alabanza


Esta forma de oración nace de quien vive confiado en Dios, que se acoge a Él y lo reconoce en todos los acontecimientos. Al orar en alabanza al Señor, el centro es Dios mismo, es entrar en una fuerte intimidad con Él, olvidarse de las necesidades para solamente reconocerlo presente, grandioso, acogiéndonos a Su Voluntad en actitud de adoración y glorificación.

En los Salmos vemos muchos ejemplos de por qué orar de ésta manera. “Reconocer la grandeza y poderío de nuestro Dios. (Salmo 66:1-4) Lo más difícil para el hombre natural es reconocer que él hizo todas las cosas y por lo tanto merece que todos le adoremos y nos postremos delante de Él. (Salmo 95:5-7). Es necesario Creer que Jesús es el Señor para adorarle. (Juan 9:38)

Citamos del Catecismo: “2639 La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la gloria. Mediante ella, el Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (cf. Rm 8, 16), da testimonio del Hijo único en quien somos adoptados y por quien glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente y su término: “un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros” (1 Co 8, 6).

2640 San Lucas menciona con frecuencia en su Evangelio la admiración y la alabanza ante las maravillas de Cristo, y las subraya también respecto a las acciones del Espíritu Santo que son los Hechos de los Apóstoles: la comunidad de Jerusalén (cf Hch 2, 47), el tullido curado por Pedro y Juan (cf Hch 3, 9), la muchedumbre que glorificaba a Dios por ello (cf Hch 4, 21), y los gentiles de Pisidia que “se alegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Señor” (Hch 13, 48).

2641 “Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor” (Ef 5, 19; Col 3, 16). Como los autores inspirados del Nuevo Testamento, las primeras comunidades cristianas releen el libro de los Salmos cantando en él el Misterio de Cristo. En la novedad del Espíritu, componen también himnos y cánticos a partir del acontecimiento inaudito que Dios ha realizado en su Hijo: su encarnación, su muerte vencedora de la muerte, su resurrección y su ascensión a su derecha (cf Flp 2, 6-11; Col 1, 15-20; Ef 5, 14; 1 Tm 3, 16; 6, 15-16; 2 Tm 2, 11-13). De esta “maravilla” de toda la Economía de la salvación brota la doxología, la alabanza a Dios (cf Ef 1, 3-14; Rm 16, 25-27; Ef 3, 20-21; Judas 24-25).



MODALIDADES PRINCIPALES SEGÚN NUESTRO CATECISMO CATÓLICO




I. La bendición y la adoración



II. La oración de petición



III. La oración de intercesión


IV. La oración de acción de gracias

V. La oración de alabanza




En nuestra próxima entrega te explicaremos un poco acerca de éstas modalidades de oración y publicaremos algunas de ellas.